/ sábado 3 de octubre de 2020

Vaya tragedia !!!

[…No tengo miedo a la muerte,

pero no tengo prisa por morir,

tengo mucho que hacer primero…]

Stephen Hawking

¿Que no será suficiente lo que estamos viviendo, frente a una pandemia que ha alterado la cotidianeidad de millones de personas en todo el planeta?

Desde las visitas a familiares, la presencia en el lugar de trabajo, los viajes de fin de semana, la convivencia social en sitios públicos, la difusión de la cultura y los espectáculos artísticos y/o deportivos.

Los desajustes son profundos, y la amenaza aún sigue latente por la pandemia, que sin duda es la noticia más importante de nuestra época, y que en el caso de nuestro país ya alcanzamos casi los 78 mil fallecimientos por covid.

Pasará un largo tiempo para que se desvanezca este grave problema, y ver las afectaciones que dejara a su paso.

Pero el asunto no queda ahí, por más benévolo que quisiéramos ver el escenario, ya que en todas las regiones del país, tenemos otro problema que afecta a la población, y me refiero a un número inagotable de personas fallecidas por la violencia, y que para las autoridades son tan solo números que forman parte de una estadística.

¿Hasta cuando nos daremos cuenta que no son solo decesos que forman parte de una estadística?

Sino que son personas, […Sí…] personas como usted y como yo, seres humanos que tuvieron familia, sueños, anhelos, amores y proyectos; pero desafortunadamente ya no están presentes.

Ahora forman parte de una desastrosa estadística, resultado de la violencia que afecta a toda la población.

Son cientos de seres humanos que han perdido la vida por secuestro, homicidio, feminicidio o desaparición forzada; por lo que sus familias, padres, esposos (as), e hijos, quedaron en el desamparo físico, económico y moral para toda la vida.

Son miles los deudos que no pueden reclamar, porque no saben quién atenderá su queja.

En el actual gobierno han perdido la vida más de 53 mil personas en el país, entre ellas, casi 6 mil son mujeres, además de mil 800 niños y adolescentes.

En promedio son casi 100 personas, que fallecen todos los días por la violencia.

Pareciera que morir en México no tiene importancia, ya que para la autoridad, cada mexicano fallecido sólo es una cifra que aumenta la estadística.

Todas las estrategias para combatir a la delincuencia no han sido eficientes, o no han dado los resultados esperados, no podemos continuar con la impunidad, la indolencia y la indiferencia que han dejado a las familias desamparadas.

Los mexicanos que han sufrido un evento de violencia, tienen la imagen de un país discordante, donde todos se enfrentan a una constante inundada de injusticia.

Sabemos que el evento más reciente en el estado de Chihuahua, fue el asesinato del alcalde de Temósachic, Carlos Ignacio Beltrán Bencomo.

La pregunta es ¿Por qué le arrebataron la vida?

¿Qué hacer?, ¿Quedarnos callados?

¿O levantar la voz con el riesgo de ser señalados de opositores?

No podemos permitir que el pais entero se convierta en un cementerio nacional.

Sabemos que es inútil pensar en el futuro frente a la tragedia por la incertidumbre y vulnerabilidad en la que nos encontramos por una violencia que está acabando con los sueños de muchos mexicanos.

Nuestra realidad, nos está mostrando imágenes paralelas de este mundo inundado de pesadillas, entre la lucha por evitar contagiar o ser contagiado por covid y sortear la violencia, que a bocanadas agota la vida de los mexicanos.

Lo que estamos viviendo es caótico, complejo, perturbador e inquietante.

De tal forma que la vida de un ser humano no puede ser objeto de una estadística mundana.

Miguel de Unamuno, afirmaba que somos esencialmente “animales guarda-muertos”, construimos tumbas antes que iglesias o palacios.

¿En qué momento nos convertimos en esto?

¿Cómo llegamos a ser un país donde, a diestra y siniestra, los gobernantes se limitan a mirar impávidos el tiradero de cadáveres, y en el mejor de los casos, a generar registros estadísticos que literalmente son vergonzosos e indignantes?

No podemos continuar siendo un país que pierde energía y tiempo en disputas estériles culpando a otros.

Es urgente recuperar la seguridad y la protección de la vida de todos los mexicanos, a través de algo que se llama justicia, un valor que nos brinda un bienestar, que se supone que nos permite vivir con libertad.

Recordemos que algunas derrotas tienen mayor dignidad, pero perder la vida por la violencia, eso es una verdadera pobreza.

[…No tengo miedo a la muerte,

pero no tengo prisa por morir,

tengo mucho que hacer primero…]

Stephen Hawking

¿Que no será suficiente lo que estamos viviendo, frente a una pandemia que ha alterado la cotidianeidad de millones de personas en todo el planeta?

Desde las visitas a familiares, la presencia en el lugar de trabajo, los viajes de fin de semana, la convivencia social en sitios públicos, la difusión de la cultura y los espectáculos artísticos y/o deportivos.

Los desajustes son profundos, y la amenaza aún sigue latente por la pandemia, que sin duda es la noticia más importante de nuestra época, y que en el caso de nuestro país ya alcanzamos casi los 78 mil fallecimientos por covid.

Pasará un largo tiempo para que se desvanezca este grave problema, y ver las afectaciones que dejara a su paso.

Pero el asunto no queda ahí, por más benévolo que quisiéramos ver el escenario, ya que en todas las regiones del país, tenemos otro problema que afecta a la población, y me refiero a un número inagotable de personas fallecidas por la violencia, y que para las autoridades son tan solo números que forman parte de una estadística.

¿Hasta cuando nos daremos cuenta que no son solo decesos que forman parte de una estadística?

Sino que son personas, […Sí…] personas como usted y como yo, seres humanos que tuvieron familia, sueños, anhelos, amores y proyectos; pero desafortunadamente ya no están presentes.

Ahora forman parte de una desastrosa estadística, resultado de la violencia que afecta a toda la población.

Son cientos de seres humanos que han perdido la vida por secuestro, homicidio, feminicidio o desaparición forzada; por lo que sus familias, padres, esposos (as), e hijos, quedaron en el desamparo físico, económico y moral para toda la vida.

Son miles los deudos que no pueden reclamar, porque no saben quién atenderá su queja.

En el actual gobierno han perdido la vida más de 53 mil personas en el país, entre ellas, casi 6 mil son mujeres, además de mil 800 niños y adolescentes.

En promedio son casi 100 personas, que fallecen todos los días por la violencia.

Pareciera que morir en México no tiene importancia, ya que para la autoridad, cada mexicano fallecido sólo es una cifra que aumenta la estadística.

Todas las estrategias para combatir a la delincuencia no han sido eficientes, o no han dado los resultados esperados, no podemos continuar con la impunidad, la indolencia y la indiferencia que han dejado a las familias desamparadas.

Los mexicanos que han sufrido un evento de violencia, tienen la imagen de un país discordante, donde todos se enfrentan a una constante inundada de injusticia.

Sabemos que el evento más reciente en el estado de Chihuahua, fue el asesinato del alcalde de Temósachic, Carlos Ignacio Beltrán Bencomo.

La pregunta es ¿Por qué le arrebataron la vida?

¿Qué hacer?, ¿Quedarnos callados?

¿O levantar la voz con el riesgo de ser señalados de opositores?

No podemos permitir que el pais entero se convierta en un cementerio nacional.

Sabemos que es inútil pensar en el futuro frente a la tragedia por la incertidumbre y vulnerabilidad en la que nos encontramos por una violencia que está acabando con los sueños de muchos mexicanos.

Nuestra realidad, nos está mostrando imágenes paralelas de este mundo inundado de pesadillas, entre la lucha por evitar contagiar o ser contagiado por covid y sortear la violencia, que a bocanadas agota la vida de los mexicanos.

Lo que estamos viviendo es caótico, complejo, perturbador e inquietante.

De tal forma que la vida de un ser humano no puede ser objeto de una estadística mundana.

Miguel de Unamuno, afirmaba que somos esencialmente “animales guarda-muertos”, construimos tumbas antes que iglesias o palacios.

¿En qué momento nos convertimos en esto?

¿Cómo llegamos a ser un país donde, a diestra y siniestra, los gobernantes se limitan a mirar impávidos el tiradero de cadáveres, y en el mejor de los casos, a generar registros estadísticos que literalmente son vergonzosos e indignantes?

No podemos continuar siendo un país que pierde energía y tiempo en disputas estériles culpando a otros.

Es urgente recuperar la seguridad y la protección de la vida de todos los mexicanos, a través de algo que se llama justicia, un valor que nos brinda un bienestar, que se supone que nos permite vivir con libertad.

Recordemos que algunas derrotas tienen mayor dignidad, pero perder la vida por la violencia, eso es una verdadera pobreza.