/ sábado 12 de junio de 2021

¿Y ahora qué sigue?

Después del sonidero, la algarabía y los tumbos de las pasadas elecciones del 6 de junio, ahora algunos vemos la realidad que otros no quieren ver.

Curiosamente la democracia existe hasta el día de la elección. Después de ello, los ciudadanos que emitieron su voto y los que no lo hicieron, […como que desaparecimos o ya no contamos…], salvo muy raras excepciones.

Mientras tanto en esta frontera se sigue el proceso de la revisión de los votos emitidos, hasta completar el 100 por ciento del cómputo, y finalmente declarar al ganador oficial de la elección de la gubernatura.

Así que los protagónicos y la tribuna de los mismos, están en espera del tan anhelado resultado, algunos para festejar y otros simplemente resignarse, o no aceptar porque no fueron favorecidos con la elección.

Las hostilidades se hacen tangibles y se recrudecen por los perdedores, que claman irregularidades en el conteo.

Lo que será un hecho, es que un gran número de puestos de elección popular, se decidirán en los tribunales electorales y no por las urnas.

Vendrá la luna de miel del vencedor y la de sus seguidores, que será festejada por algunos días, hasta que se tome la investidura correspondiente, sin olvidar que el cargo fue por “elección popular”

Después de la fiesta, se tendrá el escenario, donde solo cuentan los vencedores.

Aquellos gobernarán de acuerdo a su idiosincrasia y lineamientos, más no por necesidades, sueños y peticiones declaradas del ciudadano.

Y me refiero al ciudadano que fue saludado, visitado e intensamente atosigado, hasta su casa por un candidato y su flamante comitiva.

¡Sí! Me refiero al ciudadano de la colonia de barrio, el ciudadano que sigue esperando que le cumplan las promesas de cada campaña.

El ciudadano que tan solo es visto como un número más y que al final se desvanece su personalidad, porque solo cuenta el voto emitido en la sumatoria del rito y simbolismo de la elección.

De esta forma la democracia la vivimos todos los días, proceso volátil donde algunos pierden y otros ganan, pero también divide y politiza a la sociedad.

Recordemos que los logros alcanzados por aquellos elegidos se sentirán los héroes, porque son “nuestros representantes”.

El noviciado del resultado de la elección puede salir muy caro, por la decepción del ciudadano de quien ejerce el poder y no sabe qué hacer con él.

Es exactamente como le sucede a los nuevos ricos que no siempre saben qué hacer con sus dineros, igual sucede los nuevos demócratas que no siempre saben qué hacer con sus votos.

Los malbaratan y los desperdician, por supuesto se les habrá olvidado hasta donde fueron, y cómo fue que supuestamente convencieron al ciudadano.

Al final el ciudadano tendrá un sentimiento de haber sido timado, estafado y engañado por una ilusión.

Pero tal vez debemos ser optimistas, el futuro inmediato podría ser una oportunidad para darse a la tarea de la política de la negociación.

Que el verdadero político se dedique a la noble tarea del entendimiento, del convencimiento, de la tolerancia, de la inclusión y de buscar un beneficio común para la sociedad.

Interesante saber que el árbitro en esta contienda, es el INE, que ha sido calificado como una institución sólida y confiable inclusive para la comunidad internacional.

Surgirá la decepción electoral, muestra de ello es la alternancia de las últimas cuatro elecciones presidenciales que las han ganado tres distintos partidos.

Y eso ha sucedido, también, en las cinco últimas elecciones intermedias, desde 1997 hasta 2021.

[…Ahora sabemos que los números en la política nunca son lo que parecen, y las negociaciones, rupturas, traiciones y demás fenómenos inherentes a la naturaleza humana y al poder ya configuran el mapa político del país…]

Después del sonidero, la algarabía y los tumbos de las pasadas elecciones del 6 de junio, ahora algunos vemos la realidad que otros no quieren ver.

Curiosamente la democracia existe hasta el día de la elección. Después de ello, los ciudadanos que emitieron su voto y los que no lo hicieron, […como que desaparecimos o ya no contamos…], salvo muy raras excepciones.

Mientras tanto en esta frontera se sigue el proceso de la revisión de los votos emitidos, hasta completar el 100 por ciento del cómputo, y finalmente declarar al ganador oficial de la elección de la gubernatura.

Así que los protagónicos y la tribuna de los mismos, están en espera del tan anhelado resultado, algunos para festejar y otros simplemente resignarse, o no aceptar porque no fueron favorecidos con la elección.

Las hostilidades se hacen tangibles y se recrudecen por los perdedores, que claman irregularidades en el conteo.

Lo que será un hecho, es que un gran número de puestos de elección popular, se decidirán en los tribunales electorales y no por las urnas.

Vendrá la luna de miel del vencedor y la de sus seguidores, que será festejada por algunos días, hasta que se tome la investidura correspondiente, sin olvidar que el cargo fue por “elección popular”

Después de la fiesta, se tendrá el escenario, donde solo cuentan los vencedores.

Aquellos gobernarán de acuerdo a su idiosincrasia y lineamientos, más no por necesidades, sueños y peticiones declaradas del ciudadano.

Y me refiero al ciudadano que fue saludado, visitado e intensamente atosigado, hasta su casa por un candidato y su flamante comitiva.

¡Sí! Me refiero al ciudadano de la colonia de barrio, el ciudadano que sigue esperando que le cumplan las promesas de cada campaña.

El ciudadano que tan solo es visto como un número más y que al final se desvanece su personalidad, porque solo cuenta el voto emitido en la sumatoria del rito y simbolismo de la elección.

De esta forma la democracia la vivimos todos los días, proceso volátil donde algunos pierden y otros ganan, pero también divide y politiza a la sociedad.

Recordemos que los logros alcanzados por aquellos elegidos se sentirán los héroes, porque son “nuestros representantes”.

El noviciado del resultado de la elección puede salir muy caro, por la decepción del ciudadano de quien ejerce el poder y no sabe qué hacer con él.

Es exactamente como le sucede a los nuevos ricos que no siempre saben qué hacer con sus dineros, igual sucede los nuevos demócratas que no siempre saben qué hacer con sus votos.

Los malbaratan y los desperdician, por supuesto se les habrá olvidado hasta donde fueron, y cómo fue que supuestamente convencieron al ciudadano.

Al final el ciudadano tendrá un sentimiento de haber sido timado, estafado y engañado por una ilusión.

Pero tal vez debemos ser optimistas, el futuro inmediato podría ser una oportunidad para darse a la tarea de la política de la negociación.

Que el verdadero político se dedique a la noble tarea del entendimiento, del convencimiento, de la tolerancia, de la inclusión y de buscar un beneficio común para la sociedad.

Interesante saber que el árbitro en esta contienda, es el INE, que ha sido calificado como una institución sólida y confiable inclusive para la comunidad internacional.

Surgirá la decepción electoral, muestra de ello es la alternancia de las últimas cuatro elecciones presidenciales que las han ganado tres distintos partidos.

Y eso ha sucedido, también, en las cinco últimas elecciones intermedias, desde 1997 hasta 2021.

[…Ahora sabemos que los números en la política nunca son lo que parecen, y las negociaciones, rupturas, traiciones y demás fenómenos inherentes a la naturaleza humana y al poder ya configuran el mapa político del país…]