/ viernes 7 de febrero de 2020

Y hablando de…

EL PAPEL MÁS INDIGNANTE

Allá cuando iniciaba mis estudios en derecho aprendí la diferencia entre las policías: mientras la municipal tiene la función de hacer cumplir los reglamentos manteniendo el orden, y prevenir los delitos, a la entonces judicial le correspondía investigar los delitos que se cometían y ejecutar las órdenes que dictaban los jueces penales. La raya la pintaba un antes y después de la comisión del delito, dos esferas: una del estado, la otra de los municipios; dos policías, la cosa sencilla.

Con el paso del tiempo aumentaron los problemas de seguridad. Mucho se habló que México tenía las mejores leyes pero que no se aplicaban, a mi parecer nuestras leyes eran buenas porque no se aplicaban, cuando quisimos aplicarlas nos dimos cuenta que no servían para protegernos de los malandros. Ese ambiente fue tierra fértil para que los malandros se reprodujeran por todos lados y diversificaran sus actividades.

Desde entonces se ha buscado resolver los problemas de inseguridad creando leyes y endureciendo penas, y uno se pregunta ¿para qué sirven penas más graves si a nadie se le aplican?, la letra de la ley y el petate del muerto…

No sólo se han hecho y rehecho leyes. A partir de los noventas nos dio por crear policías. Tomando como base la policía federal de caminos, se creó la federal preventiva; luego a cada uno de los estados se le ocurrió crear también su propia policía (que en muchos pueblos pequeños vino a sustituir a cualquier autoridad, a veces para bien, a veces para mal), y así han evolucionado las cosas. Ahora tenemos cada vez más policías y menos seguridad. El más reciente episodio es la creación de la guardia nacional

Por estos días llegó a mi whatsapp un vídeo que muestra varios carros de súper lujo estacionados fuera de un merendero de pueblo. Al principio no le entendí (desde una vez que me salieron unos ruidos muy raros veo todos los videos sin sonido), luego ya me explicaron que fue una reunión en Lázaro Cárdenas, municipio de Meoqui, de distinguidas personalidades dedicadas todas a la malandreada, como si estuvieran en la tornaboda de la hija del Chapo.

El escenario estaba puesto para que ya estando todos los malandros juntos se aparecerían los de la guardia nacional como en una de esas películas del SWAT, y ámonos, todos pa´l bote, colorín, colorado… pero no, la guardia nacional no se apareció.

Y es una lástima haber perdido la oportunidad cuando la susodicha guardia estaba en la zona. Digo, porque en los siguientes días se le vio aparecer muy valiente a penas a unos ciento cincuenta kilómetros de ahí para hostigar a los agricultores de la región de Camargo e intentar la apertura de las compuertas de la presa la Boquilla, para sacar agua y, posteriormente, entregarla a Estados Unidos en cumplimiento del tratado de aguas de 1906, renegociado en 1944. Le doy un poco de contexto.

Para dividir el agua del Río Bravo México firmó un tratado con el país del norte, ellos nos dan agua acá en Juárez para el distrito de riego del Valle de Juárez, y nosotros les entregamos agua del Río Conchos allá por Ojinaga. En primera me parece que hay que revisar el tratado, no creo que hoy se cultiven en nuestro valle la misma cantidad de hectáreas que se hacía en 1906, mientras que la región centro – sur del estado es cada vez más prolija.

CONAGUA, la instancia que regula el uso y aprovechamiento de las aguas nacionales, ya lo había intentado antes, y ante la oposición de los agricultores se estableció una mesa de diálogo con el compromiso de no tomar medida alguna hasta no estar de acuerdo todos en la forma de atender todos los compromisos. La próxima reunión estaba programada para el día doce de este mes.

Sin embargo, el director de la instancia federal, Rubén Ramírez Quintana, decidió dar un madruguete y apoyarse de la guardia nacional para, por la fuerza, disponer de seiscientos millones de metros cúbicos de agua almacenados en dicha presa.

El diputado Luis Aguilar, del distrito de Camargo, hace una excelente exposición del problema (lo puede ver en su página de Facebook), y calcula que el daño patrimonial directo, el valor de esa cantidad de agua, ronda los diez mil millones de pesos.

Sin lugar a duda el daño que se ocasionaría a la actividad económica del estado sería mucho mayor. No sólo pierden los productores, miles de familias viajan todos los años a esa importante zona agrícola y obtienen el sustento anual de los trabajos de temporada. Afortunadamente las buenas gestiones del gobernador Javier Corral parecen estar encontrando solución al problema.

Pero de verdad me parece ominoso el papel que se le está asignando a la guardia nacional (muchos de ellos aun llevan aun en sus brazos los distintivos de la policía militar). Lo mismo los vemos hoy obligados a solapar un agandalle de agua, que soportar una lluvia de huevos podridos en Michoacán.

Y eso no es todo, ahí están las escenas en donde se les lleva para que, por medio de la fuerza, detengan el flujo de personas del sur a nuestro país. Parece que este cuerpo de seguridad ha sido creado para fungir como el gran muro que prometió Donald Trump, y ciertamente México está pagando por el.

No puedo tampoco dejar inconexos ambos eventos: tanto en la agresividad para detener a los migrantes, como en la urgencia de entregar el agua, existe una sumisión, un avasallamiento ante el poderoso del norte. La dignidad nacional se arrostra ante la posibilidad de inquietar siquiera al güero fanfarrón. En esta relación binacional la presente administración federal está jugando el papel más indignante de la historia.

Parece que este gringo ya le tiene tomada la medida al gobierno del anser lángidus, y todo parece indicar que presidirá el gobierno gabacho por otros cuatro años. Será una calamidad de la que ya podremos platicar otro día en que nos encontremos hablando de…

EL PAPEL MÁS INDIGNANTE

Allá cuando iniciaba mis estudios en derecho aprendí la diferencia entre las policías: mientras la municipal tiene la función de hacer cumplir los reglamentos manteniendo el orden, y prevenir los delitos, a la entonces judicial le correspondía investigar los delitos que se cometían y ejecutar las órdenes que dictaban los jueces penales. La raya la pintaba un antes y después de la comisión del delito, dos esferas: una del estado, la otra de los municipios; dos policías, la cosa sencilla.

Con el paso del tiempo aumentaron los problemas de seguridad. Mucho se habló que México tenía las mejores leyes pero que no se aplicaban, a mi parecer nuestras leyes eran buenas porque no se aplicaban, cuando quisimos aplicarlas nos dimos cuenta que no servían para protegernos de los malandros. Ese ambiente fue tierra fértil para que los malandros se reprodujeran por todos lados y diversificaran sus actividades.

Desde entonces se ha buscado resolver los problemas de inseguridad creando leyes y endureciendo penas, y uno se pregunta ¿para qué sirven penas más graves si a nadie se le aplican?, la letra de la ley y el petate del muerto…

No sólo se han hecho y rehecho leyes. A partir de los noventas nos dio por crear policías. Tomando como base la policía federal de caminos, se creó la federal preventiva; luego a cada uno de los estados se le ocurrió crear también su propia policía (que en muchos pueblos pequeños vino a sustituir a cualquier autoridad, a veces para bien, a veces para mal), y así han evolucionado las cosas. Ahora tenemos cada vez más policías y menos seguridad. El más reciente episodio es la creación de la guardia nacional

Por estos días llegó a mi whatsapp un vídeo que muestra varios carros de súper lujo estacionados fuera de un merendero de pueblo. Al principio no le entendí (desde una vez que me salieron unos ruidos muy raros veo todos los videos sin sonido), luego ya me explicaron que fue una reunión en Lázaro Cárdenas, municipio de Meoqui, de distinguidas personalidades dedicadas todas a la malandreada, como si estuvieran en la tornaboda de la hija del Chapo.

El escenario estaba puesto para que ya estando todos los malandros juntos se aparecerían los de la guardia nacional como en una de esas películas del SWAT, y ámonos, todos pa´l bote, colorín, colorado… pero no, la guardia nacional no se apareció.

Y es una lástima haber perdido la oportunidad cuando la susodicha guardia estaba en la zona. Digo, porque en los siguientes días se le vio aparecer muy valiente a penas a unos ciento cincuenta kilómetros de ahí para hostigar a los agricultores de la región de Camargo e intentar la apertura de las compuertas de la presa la Boquilla, para sacar agua y, posteriormente, entregarla a Estados Unidos en cumplimiento del tratado de aguas de 1906, renegociado en 1944. Le doy un poco de contexto.

Para dividir el agua del Río Bravo México firmó un tratado con el país del norte, ellos nos dan agua acá en Juárez para el distrito de riego del Valle de Juárez, y nosotros les entregamos agua del Río Conchos allá por Ojinaga. En primera me parece que hay que revisar el tratado, no creo que hoy se cultiven en nuestro valle la misma cantidad de hectáreas que se hacía en 1906, mientras que la región centro – sur del estado es cada vez más prolija.

CONAGUA, la instancia que regula el uso y aprovechamiento de las aguas nacionales, ya lo había intentado antes, y ante la oposición de los agricultores se estableció una mesa de diálogo con el compromiso de no tomar medida alguna hasta no estar de acuerdo todos en la forma de atender todos los compromisos. La próxima reunión estaba programada para el día doce de este mes.

Sin embargo, el director de la instancia federal, Rubén Ramírez Quintana, decidió dar un madruguete y apoyarse de la guardia nacional para, por la fuerza, disponer de seiscientos millones de metros cúbicos de agua almacenados en dicha presa.

El diputado Luis Aguilar, del distrito de Camargo, hace una excelente exposición del problema (lo puede ver en su página de Facebook), y calcula que el daño patrimonial directo, el valor de esa cantidad de agua, ronda los diez mil millones de pesos.

Sin lugar a duda el daño que se ocasionaría a la actividad económica del estado sería mucho mayor. No sólo pierden los productores, miles de familias viajan todos los años a esa importante zona agrícola y obtienen el sustento anual de los trabajos de temporada. Afortunadamente las buenas gestiones del gobernador Javier Corral parecen estar encontrando solución al problema.

Pero de verdad me parece ominoso el papel que se le está asignando a la guardia nacional (muchos de ellos aun llevan aun en sus brazos los distintivos de la policía militar). Lo mismo los vemos hoy obligados a solapar un agandalle de agua, que soportar una lluvia de huevos podridos en Michoacán.

Y eso no es todo, ahí están las escenas en donde se les lleva para que, por medio de la fuerza, detengan el flujo de personas del sur a nuestro país. Parece que este cuerpo de seguridad ha sido creado para fungir como el gran muro que prometió Donald Trump, y ciertamente México está pagando por el.

No puedo tampoco dejar inconexos ambos eventos: tanto en la agresividad para detener a los migrantes, como en la urgencia de entregar el agua, existe una sumisión, un avasallamiento ante el poderoso del norte. La dignidad nacional se arrostra ante la posibilidad de inquietar siquiera al güero fanfarrón. En esta relación binacional la presente administración federal está jugando el papel más indignante de la historia.

Parece que este gringo ya le tiene tomada la medida al gobierno del anser lángidus, y todo parece indicar que presidirá el gobierno gabacho por otros cuatro años. Será una calamidad de la que ya podremos platicar otro día en que nos encontremos hablando de…

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