/ viernes 28 de febrero de 2020

Y hablando de…

9 De Marzo

A finales del siglo tercero a.C. la antigua Roma sufrió el asedio de Aníbal Barca, el mayor general de Cartago que atravesó los nevados Pirineos con su ejército de elefantes. Aníbal derrotó a los ejércitos romanos en Italia, causando grandes bajas y humillaciones; acampó frente a las puertas de la ciudad eterna. No había familia en Roma que no hubiera perdido uno de sus miembros en esa guerra.

Ante el luto generalizado, en el año 215 a.C. el senado de Roma expidió la Lex Oppia, que prohibió a las mujeres, entre otras cosas, usar vestidos de colores llamativos, accesorios de oro y transportarse en carruajes.

El general Escipión partió de Sicilia para llevar la guerra a África, derrotando finalmente a Aníbal en la batalla de Zama en octubre de 202 a.C. A pesar de la victoria romana, la ley siguió vigente, hasta que en 195 a.C. las romanas salieron al foro a protestar, exigiendo su derecho a vestir y lucir las joyas que quisieran. Los senadores romanos cedieron a la presión y abrogaron la ley.

Muchos historiadores consideran esa como la primer manifestación en busca de los derechos de la mujer. No conozco mucho de historia, pero quizás no haya habido movimiento tal hasta las sufragistas de mediados del siglo XIX de nuestra era. Esto nos da una idea de lo lento que ha sido el avance en la reivindicación de los derechos de las mujeres.

Ahora se convoca en México a un paro nacional de mujeres el próximo nueve de marzo, una protesta para estrujar la sociedad en su conjunto y mover a las autoridades a la atención de la apremiante y desventajosa situación que padecen las mujeres en nuestro país. Esta forma silenciosa de manifestarse tiene también la intención de hacernos conscientes del importante papel que las mujeres desempeñan en nuestra vida diaria. Como en todo, hay voces a favor y en contra.

Hay quienes hablan de que la protesta debe ser en contra de toda violencia, no sólo la que padecen las mujeres. Cierto, nuestra sociedad no debe tolerar que la cifra de personas asesinadas continúe aumentando mes a mes, y cierto también que cada vida debe importarnos. Pero soterrar la situación de las mujeres dentro de la violencia generalizada que padece México es una visión, por lo menos, incompleta.

Hablando con Jaime me decía que el reclamo debe ser para acabar toda la violencia en México, no sólo la que padecen las mujeres. Cierto. Sin embargo, debemos ser claros: las mujeres en nuestra sociedad se encuentran en una situación vulnerable por el simple hecho de ser mujeres, no representa lo mismo caminar por una calle oscura para mí que para una mujer; no es igual que un varón pase solo por una esquina donde hay un grupo de mujeres reunidas a que lo haga una mujer por donde hay un grupo de varones. Cerrar los ojos ante esa realidad es, por decir lo menos, una parcialidad.

Me parece que esta convocatoria es respetable; y confío que traiga como consecuencia un cambio sustancial en el trato que como sociedad damos a las mujeres, que son más de la mitad de la población nacional.

El llamado se aborda en otros dos aspectos con los que no concuerdo. Por un lado, se habla que quienes han manifestado su apoyo al movimiento son oportunistas que pretenden ganar notoriedad a costa de la tragedia que han padecido y padecen las víctimas, miles ya, de la violencia contra mujeres. No dudo que haya algunos que lo hagan con ese fin.

Para mí la protesta va más allá, incluye a las víctimas, sí, a toda mujer que haya sufrido o sufre cualquier tipo de maltrato; pero debe servir no sólo como la exigencia de que se les haga justicia, se les restituya el agravio y se les garantice una vida tranquila. La protesta debe llevarnos a cambiar la estructura social y generar un ambienten en el que toda persona, sin importar su sexo, alcance su plenitud, reciba el mismo trato ante la ley y por su comunidad.

Por otro lado, se habla de que sumarse al apoyo de esta causa es respaldar peticiones contrarias a la vida misma, que al manifestar nuestro respaldo estamos avalando entre otras cosas la ocurrencia de legalizar el aborto. Eso también debe quedar claro, reivindicar la dignidad de la mujer no pasa por condenar unos asesinatos y justificar otros.

Nada mata más mujeres en México, y en el mundo, que el aborto. Tan sólo en la Ciudad de México se practican en hospitales públicos un promedio de sesenta abortos diarios, podemos concluir que al menos la mitad de esos seres humanos son mujeres. Ya muchas veces le he hablado de lo injusta que es la práctica de privar a las personas del derecho a la vida, me parece que quienes reclaman protección para la propia no pueden arguir como un “derecho” el disponer de la vida de otro ser. Sí, apoyo el paro del nueve de marzo, y a la vez exijo respeto para toda vida desde el momento de su concepción, y en ello no veo contradicción alguna.

Me parece pues que, por un lado, las mujeres que luchan por sus derechos no deben cerrarse a recibir manifestaciones de apoyo, excluirnos de la causa es un prejuicio tan grande como aquellos contra los que luchan. Por otra parte, tampoco hay que tomar una posición de todo o nada. El que la mayoría de los mexicanos estemos a favor de preservar toda vida desde el momento de la concepción ni nos excluye, ni desacredita o imposibilita a ser empáticos con la exigencia de las mujeres por alcanzar una vida libre de violencia, y quienes promueven este paro se equivocarían si asumen que por apoyar esta manifestación apoyamos una agenda completa.

Hace poco más de dos mil doscientos años una protesta de mujeres logró su cometido, vamos viendo qué ocurre con ésta y lo comentamos en otra ocasión en que nos encontremos hablando de…






9 De Marzo

A finales del siglo tercero a.C. la antigua Roma sufrió el asedio de Aníbal Barca, el mayor general de Cartago que atravesó los nevados Pirineos con su ejército de elefantes. Aníbal derrotó a los ejércitos romanos en Italia, causando grandes bajas y humillaciones; acampó frente a las puertas de la ciudad eterna. No había familia en Roma que no hubiera perdido uno de sus miembros en esa guerra.

Ante el luto generalizado, en el año 215 a.C. el senado de Roma expidió la Lex Oppia, que prohibió a las mujeres, entre otras cosas, usar vestidos de colores llamativos, accesorios de oro y transportarse en carruajes.

El general Escipión partió de Sicilia para llevar la guerra a África, derrotando finalmente a Aníbal en la batalla de Zama en octubre de 202 a.C. A pesar de la victoria romana, la ley siguió vigente, hasta que en 195 a.C. las romanas salieron al foro a protestar, exigiendo su derecho a vestir y lucir las joyas que quisieran. Los senadores romanos cedieron a la presión y abrogaron la ley.

Muchos historiadores consideran esa como la primer manifestación en busca de los derechos de la mujer. No conozco mucho de historia, pero quizás no haya habido movimiento tal hasta las sufragistas de mediados del siglo XIX de nuestra era. Esto nos da una idea de lo lento que ha sido el avance en la reivindicación de los derechos de las mujeres.

Ahora se convoca en México a un paro nacional de mujeres el próximo nueve de marzo, una protesta para estrujar la sociedad en su conjunto y mover a las autoridades a la atención de la apremiante y desventajosa situación que padecen las mujeres en nuestro país. Esta forma silenciosa de manifestarse tiene también la intención de hacernos conscientes del importante papel que las mujeres desempeñan en nuestra vida diaria. Como en todo, hay voces a favor y en contra.

Hay quienes hablan de que la protesta debe ser en contra de toda violencia, no sólo la que padecen las mujeres. Cierto, nuestra sociedad no debe tolerar que la cifra de personas asesinadas continúe aumentando mes a mes, y cierto también que cada vida debe importarnos. Pero soterrar la situación de las mujeres dentro de la violencia generalizada que padece México es una visión, por lo menos, incompleta.

Hablando con Jaime me decía que el reclamo debe ser para acabar toda la violencia en México, no sólo la que padecen las mujeres. Cierto. Sin embargo, debemos ser claros: las mujeres en nuestra sociedad se encuentran en una situación vulnerable por el simple hecho de ser mujeres, no representa lo mismo caminar por una calle oscura para mí que para una mujer; no es igual que un varón pase solo por una esquina donde hay un grupo de mujeres reunidas a que lo haga una mujer por donde hay un grupo de varones. Cerrar los ojos ante esa realidad es, por decir lo menos, una parcialidad.

Me parece que esta convocatoria es respetable; y confío que traiga como consecuencia un cambio sustancial en el trato que como sociedad damos a las mujeres, que son más de la mitad de la población nacional.

El llamado se aborda en otros dos aspectos con los que no concuerdo. Por un lado, se habla que quienes han manifestado su apoyo al movimiento son oportunistas que pretenden ganar notoriedad a costa de la tragedia que han padecido y padecen las víctimas, miles ya, de la violencia contra mujeres. No dudo que haya algunos que lo hagan con ese fin.

Para mí la protesta va más allá, incluye a las víctimas, sí, a toda mujer que haya sufrido o sufre cualquier tipo de maltrato; pero debe servir no sólo como la exigencia de que se les haga justicia, se les restituya el agravio y se les garantice una vida tranquila. La protesta debe llevarnos a cambiar la estructura social y generar un ambienten en el que toda persona, sin importar su sexo, alcance su plenitud, reciba el mismo trato ante la ley y por su comunidad.

Por otro lado, se habla de que sumarse al apoyo de esta causa es respaldar peticiones contrarias a la vida misma, que al manifestar nuestro respaldo estamos avalando entre otras cosas la ocurrencia de legalizar el aborto. Eso también debe quedar claro, reivindicar la dignidad de la mujer no pasa por condenar unos asesinatos y justificar otros.

Nada mata más mujeres en México, y en el mundo, que el aborto. Tan sólo en la Ciudad de México se practican en hospitales públicos un promedio de sesenta abortos diarios, podemos concluir que al menos la mitad de esos seres humanos son mujeres. Ya muchas veces le he hablado de lo injusta que es la práctica de privar a las personas del derecho a la vida, me parece que quienes reclaman protección para la propia no pueden arguir como un “derecho” el disponer de la vida de otro ser. Sí, apoyo el paro del nueve de marzo, y a la vez exijo respeto para toda vida desde el momento de su concepción, y en ello no veo contradicción alguna.

Me parece pues que, por un lado, las mujeres que luchan por sus derechos no deben cerrarse a recibir manifestaciones de apoyo, excluirnos de la causa es un prejuicio tan grande como aquellos contra los que luchan. Por otra parte, tampoco hay que tomar una posición de todo o nada. El que la mayoría de los mexicanos estemos a favor de preservar toda vida desde el momento de la concepción ni nos excluye, ni desacredita o imposibilita a ser empáticos con la exigencia de las mujeres por alcanzar una vida libre de violencia, y quienes promueven este paro se equivocarían si asumen que por apoyar esta manifestación apoyamos una agenda completa.

Hace poco más de dos mil doscientos años una protesta de mujeres logró su cometido, vamos viendo qué ocurre con ésta y lo comentamos en otra ocasión en que nos encontremos hablando de…






ÚLTIMASCOLUMNAS
viernes 07 de enero de 2022

Y hablando de…

Sergio Madero

jueves 23 de diciembre de 2021

Y hablando de…

Sergio Madero

viernes 17 de diciembre de 2021

Y hablando de…

Sergio Madero

sábado 11 de diciembre de 2021

Y hablando de...

Sergio Madero

sábado 04 de diciembre de 2021

Y hablando de…

Sergio Madero

viernes 26 de noviembre de 2021

Y hablando de…

Sergio Madero

jueves 25 de noviembre de 2021

Y hablando de…

Sergio Madero

viernes 12 de noviembre de 2021

Y hablando de…

Sergio Madero

viernes 05 de noviembre de 2021

Y hablando de…

Sergio Madero

jueves 07 de octubre de 2021

Y hablando de…

Sergio Madero

Cargar Más