/ viernes 13 de marzo de 2020

Y hablando de…

10 de Marzo

Impresionantes, sí, por decir lo menos, las manifestaciones de mujeres ocurridas en nuestro país a inicios de esta semana. El domingo miles de ellas salieron a las calles para manifestar su hartazgo contra una sociedad que las menosprecia y las reduce a estereotipos secundarios, pero que también en muchos sentidos las persigue y las ataca.

Gritaron consignas y las rayaron en donde pudieron. Algunas instituciones han decidido no borrarlas hasta en tanto no se tome nota de toda queja y se actúe en consecuencia a lo que se dice. El propio gobernador Corral ha dicho que cada uno debe tomar su parte en este asunto.

Ya antes habíamos hablado sobre las pintas en monumentos y edificios públicos, que implica un daño al patrimonio de todos, y hablamos también de que tal daño no es comparable con el riesgo que aun corren las mujeres en nuestra sociedad. Rayar monumentos es contra la ley, pero los bienes jurídicamente tutelados no son en nada comparables, optemos por la dignidad femenina.

Sin embargo, la protesta y sus expresiones fueron más allá de las pintas, los medios de comunicación dieron cuenta de actos realmente vandálicos, exhibidores de comercios fueron saqueados, y en la que tal vez sea la imagen más vista de estas manifestaciones, una mujer arroja un objeto incendiario frente a una puerta de Palacio Nacional, ocasionando lesiones a otra de las participantes en la marcha (si le interesa el tema el Heraldo de México tiene un reporte contundente elaborado por Katya López, reportera que fue testigo presencial de los hechos).de México tiene un reporte completo

En fin, hay que reconocer los excesos, pero no quedarnos en ellos. Por encima de los desmanes, que debieran ser investigados y castigados, está el grito de miles de mujeres demandando seguridad del Estado.

Si el domingo fueron las consignas, el lunes fue el silencio. Un número abrumador de mujeres decidió no moverse, no salieron a dar o tomar clases, no fueron a sus centros de trabajo o los centros comerciales; las ciudades lucieron vacías, algunos negocios en definitiva prefirieron cerrar sus puertas ante la falta de personal e incluso de clientes.

¿Qué sigue después del nueve de marzo? ¿Qué consecuencias reales traerá este movimiento en la situación de las mujeres en nuestro país? Eso es lo importante. Por su parte, el presidente López ya señaló que pese a las manifestaciones no variará su política de seguridad, no habrá enfoque o estrategia concreta para resolver los problemas planteados por las mujeres. En fin.

Pero quiero hablarle algo ocurrido precisamente después del paro femenino, el diez de marzo. Como una nota perdida entre las muchas que destacan la violencia que se vive en el país, se reportó que ese día, aproximadamente a las dos de la tarde, se realizaron bloqueos en las carreteras del estado de Guanajuato, en las inmediaciones de Celaya. Llantas y vehículos incendiados, camiones ponchados para impedir el paso, una manifestación de poder por parte de los delincuentes.

Esa región es considerada el epicentro del huachicoleo, dominada por el llamado cartel de Santa Rosa de Lima, que a su vez regentea un hombre a quien a podan “el marro”.

No se ha hablado mucho al respecto, pero hay versiones que señalan que precisamente el martes elementos del orden tenían rodeado al tal marro y estaban a punto de apresarle, al solicitar refuerzos para culminar el operativo, los criminales reaccionaron bloqueando todo posible acceso a la zona, frustrando así la acción y permitiendo la huida del líder criminal. Se sabe poco de cierto, este es un tema del que no le gusta hablar a la administración federal.

Lo del ocho y el diez no tienen absolutamente nada que ver, y sin embargo no dejan de generarme preocupación. Lo del diez porque, de ser cierto, es la segunda vez en menos de seis meses que grupos criminales logran eludir mediante la violencia, y haciendo víctima de la misma a personas comunes, la acción de la ley.

Lo del ocho, y únicamente por lo que respecta a los hechos vandálicos, porque tampoco es la primera vez que una manifestación se sale del cauce pacífico ante la pasividad de las autoridades. Recuerde usted las imágenes de policías y soldados siendo agredidos y humillados mientras acatan la orden de no actuar que les dan sus superiores.

Me preocupa pues denota una ineficiencia, una incapacidad para actuar por parte del gobierno frente a situaciones complicadas. En su afán de no quedar mal con nadie no hace lo que es su función principal, garantizar la seguridad.

Me da la impresión de que priva en el gobierno federal y sus entornos una gran confusión. Por una parte, este invento de la guardia nacional no deja en claro todavía a quién deben hacer caso los responsables de la seguridad. Esta confusión se repercute en otras estructuras mediante las que el presidente ejerce su poder. Ahí tiene el gobierno de la Ciudad de México piensan, por ejemplo, más ocupado en respaldar la figura presidencial que en atender los reclamos de sus ciudadanas.

La falta de resultados es evidente, las crisis se multiplican como hongos en la humedad. El discurso polarizador del presidente que se sitúa siempre como el bueno de la película contra quien todos confabulan, se está agotando. Todas las encuestas muestran una baja en la aprobación de su gestión.

Nuestro país se encuentra en la antesala de una verdadera crisis a consecuencia del impacto que la pandemia del Covid-19 tiene en la economía mundial. Es en estos momentos cuando más se requiere la unidad nacional, y un líder fuerte que pueda convocarla y encabezarla. Esperemos por el bien de todos que se dejen de lado las revanchas e intereses políticos y se esté a la altura de las necesidades, y lo platicamos otra ocasión en que nos encontremos hablando de…

10 de Marzo

Impresionantes, sí, por decir lo menos, las manifestaciones de mujeres ocurridas en nuestro país a inicios de esta semana. El domingo miles de ellas salieron a las calles para manifestar su hartazgo contra una sociedad que las menosprecia y las reduce a estereotipos secundarios, pero que también en muchos sentidos las persigue y las ataca.

Gritaron consignas y las rayaron en donde pudieron. Algunas instituciones han decidido no borrarlas hasta en tanto no se tome nota de toda queja y se actúe en consecuencia a lo que se dice. El propio gobernador Corral ha dicho que cada uno debe tomar su parte en este asunto.

Ya antes habíamos hablado sobre las pintas en monumentos y edificios públicos, que implica un daño al patrimonio de todos, y hablamos también de que tal daño no es comparable con el riesgo que aun corren las mujeres en nuestra sociedad. Rayar monumentos es contra la ley, pero los bienes jurídicamente tutelados no son en nada comparables, optemos por la dignidad femenina.

Sin embargo, la protesta y sus expresiones fueron más allá de las pintas, los medios de comunicación dieron cuenta de actos realmente vandálicos, exhibidores de comercios fueron saqueados, y en la que tal vez sea la imagen más vista de estas manifestaciones, una mujer arroja un objeto incendiario frente a una puerta de Palacio Nacional, ocasionando lesiones a otra de las participantes en la marcha (si le interesa el tema el Heraldo de México tiene un reporte contundente elaborado por Katya López, reportera que fue testigo presencial de los hechos).de México tiene un reporte completo

En fin, hay que reconocer los excesos, pero no quedarnos en ellos. Por encima de los desmanes, que debieran ser investigados y castigados, está el grito de miles de mujeres demandando seguridad del Estado.

Si el domingo fueron las consignas, el lunes fue el silencio. Un número abrumador de mujeres decidió no moverse, no salieron a dar o tomar clases, no fueron a sus centros de trabajo o los centros comerciales; las ciudades lucieron vacías, algunos negocios en definitiva prefirieron cerrar sus puertas ante la falta de personal e incluso de clientes.

¿Qué sigue después del nueve de marzo? ¿Qué consecuencias reales traerá este movimiento en la situación de las mujeres en nuestro país? Eso es lo importante. Por su parte, el presidente López ya señaló que pese a las manifestaciones no variará su política de seguridad, no habrá enfoque o estrategia concreta para resolver los problemas planteados por las mujeres. En fin.

Pero quiero hablarle algo ocurrido precisamente después del paro femenino, el diez de marzo. Como una nota perdida entre las muchas que destacan la violencia que se vive en el país, se reportó que ese día, aproximadamente a las dos de la tarde, se realizaron bloqueos en las carreteras del estado de Guanajuato, en las inmediaciones de Celaya. Llantas y vehículos incendiados, camiones ponchados para impedir el paso, una manifestación de poder por parte de los delincuentes.

Esa región es considerada el epicentro del huachicoleo, dominada por el llamado cartel de Santa Rosa de Lima, que a su vez regentea un hombre a quien a podan “el marro”.

No se ha hablado mucho al respecto, pero hay versiones que señalan que precisamente el martes elementos del orden tenían rodeado al tal marro y estaban a punto de apresarle, al solicitar refuerzos para culminar el operativo, los criminales reaccionaron bloqueando todo posible acceso a la zona, frustrando así la acción y permitiendo la huida del líder criminal. Se sabe poco de cierto, este es un tema del que no le gusta hablar a la administración federal.

Lo del ocho y el diez no tienen absolutamente nada que ver, y sin embargo no dejan de generarme preocupación. Lo del diez porque, de ser cierto, es la segunda vez en menos de seis meses que grupos criminales logran eludir mediante la violencia, y haciendo víctima de la misma a personas comunes, la acción de la ley.

Lo del ocho, y únicamente por lo que respecta a los hechos vandálicos, porque tampoco es la primera vez que una manifestación se sale del cauce pacífico ante la pasividad de las autoridades. Recuerde usted las imágenes de policías y soldados siendo agredidos y humillados mientras acatan la orden de no actuar que les dan sus superiores.

Me preocupa pues denota una ineficiencia, una incapacidad para actuar por parte del gobierno frente a situaciones complicadas. En su afán de no quedar mal con nadie no hace lo que es su función principal, garantizar la seguridad.

Me da la impresión de que priva en el gobierno federal y sus entornos una gran confusión. Por una parte, este invento de la guardia nacional no deja en claro todavía a quién deben hacer caso los responsables de la seguridad. Esta confusión se repercute en otras estructuras mediante las que el presidente ejerce su poder. Ahí tiene el gobierno de la Ciudad de México piensan, por ejemplo, más ocupado en respaldar la figura presidencial que en atender los reclamos de sus ciudadanas.

La falta de resultados es evidente, las crisis se multiplican como hongos en la humedad. El discurso polarizador del presidente que se sitúa siempre como el bueno de la película contra quien todos confabulan, se está agotando. Todas las encuestas muestran una baja en la aprobación de su gestión.

Nuestro país se encuentra en la antesala de una verdadera crisis a consecuencia del impacto que la pandemia del Covid-19 tiene en la economía mundial. Es en estos momentos cuando más se requiere la unidad nacional, y un líder fuerte que pueda convocarla y encabezarla. Esperemos por el bien de todos que se dejen de lado las revanchas e intereses políticos y se esté a la altura de las necesidades, y lo platicamos otra ocasión en que nos encontremos hablando de…

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