/ viernes 3 de abril de 2020

Y hablando de…

#QuédateEnCasa

Sabíamos que llegaría, no es una cuestión de suerte sino de tiempo, la pandemia del Covid-19 está pintando todo el mapamundi de manera consistente. Aquí entre nosotros tenemos un par de semanas hablando de esto. Los efectos están golpeando naciones en todos los continentes e islas del mundo; desarrollados y por desarrollar; con sistemas de salud envidiados (Noruega, Australia o Finlandia); tan fríos como Groenlandia y tan típicamente calientes como Qatar; tan húmedos como Honduras o tan secos como Arabia Saudita; de todos los credos e ideologías. Un ente microscópico está dominando a la humanidad.

Esta semana la orden de la autoridad es categórica: suspendan todo y quédense en casa, no se haga nomás que lo esencial y no se salga nomás que para lo indispensable. La cosa va en serio y así es como lo abordan nuestras autoridades.

Seamos sinceros, a nadie nos gusta limitar nuestra libertad. Desde el niño al que le dicen que no puede salir de su cuarto hasta el adulto mayor, existe en cada ser humano una tendencia a desplazarse por su propio impulso. ¿Es correcto limitarnos? No es un capricho ni un invento de nuestras autoridades, es la recomendación que se hace a todo el mundo y se acata en todos los países, disminuir las ocasiones de contacto entre personas reduce también la posibilidad de contagio.

La orden se acompaña con un llamado a la solidaridad entre nosotros, ¿qué es la solidaridad? Javier Corral la definió como “el rostro social del amor”, a mi me parece que podemos definirla como un “compartir la carga”, no solamente ayudar a llevarla, sino tomar un poco de lo que implica. A ver si me explico.

Solemos identificar a la solidaridad con la caridad, es decir, dar un poco de lo que tenemos a quienes lo necesitan; y desde luego que eso es imprescindible en estos momentos. Todos sabemos de la gran cantidad de personas que en nuestra comunidad viven en un día a día, a quienes el cierre generalizado de las actividades les privará de su medio de sustento, por lo que es indispensable que quien tenga oportunidad de compartir de sus bienes con quienes padecen estos males lo hagan. Una gran muestra la están dando muchos microempresarios que vienen haciendo un esfuerzo por sostener los ingresos de sus empleados a pesar de no tener actividad.

En estos momentos la solidaridad comunitaria es importante, si tiene la posibilidad consuma lo más próximo, cómprele menudo a la vecina, pida comida en la fonda de la esquina o al restaurante de su amigo. Si al fin se decidió a colgar el cuadro que hace seis meses le pidió su señora, vaya a la ferretería del barrio (esas sí están abiertas) para comprar el tornillo y el taquete.

Sus finanzas merecen atención también, no lo deje a la suerte. Trate de establecer un presupuesto de las necesidades que debe cubrir en este tiempo, considere sus ingresos con apego a la realidad y establezca una temporalidad holgada para recuperar el nivel habitual, más vale que sobre a que falte.

La solidaridad puede manifestarse en lo que conocemos como “caridad”, el dar una ayuda material a quien enfrenta una necesidad, asistir a quien tiene una situación física. En los días que nos vienen debemos ser conscientes que las necesidades de las personas no son sólo físicas o materiales, es indispensable ver por el ánimo de las personas, y estas son más difíciles de advertir. Hay que estar en contacto con nuestros familiares y amigos, hacerles saber que nos importan y darles una palabra de aliento.

Su propia salud emocional también es importante, nadie da lo que no tiene. Por ello es conveniente que evite cargarse de informaciones negativas. Circulan por las redes sociales todo tipo de especulaciones catastrofistas, la inmensa mayoría de las cuales carecen de sustento alguno y no resisten el menor análisis serio. No se trata de ignorar lo que sucede, es necesario estar bien informado para actuar en consecuencia, pero elija con seriedad sus fuentes de información.

Dese un descanso; establezca un período, treinta minutos o una hora, en la que se pueda refugiar en una lectura que le levante el ánimo, en música que lo prenda y lo motive. Dese otro tiempo para desintoxicarse de las pantallas, sin teléfono, tableta ni televisión. Siéntese con su familia y platiquen de los buenos recuerdos, pero sobre todo HAGAN PLANES JUNTOS, es muy importante que nos visualicemos TODOS juntos saliendo de esta coyuntura: dónde pasaremos la navidad, qué haremos de cena, cual es el próximo cumpleaños y que nos gustaría regalarnos o recibir de regalo. No pierda la perspectiva del futuro.

Hay que ser solidarios también en casa, compartir las tareas. La preparación de los alimentos, el lavado de los trastes, barrer, trapear, en fin; esas cosas cotidianas que damos por sentado. Hay tiempo y espacio también para la solidaridad comunitaria: salga al parque y dele una arreglada, barra la calle frente a su casa.

Y en lo comunitario, no olvide la cordialidad, aunque son días de trato limitado debemos entender que esta situación eleva el nivel de estrés de cualquiera, sea comprensivo, regale sonrisas, no prejuzgue, y sobre todo no discrimine.

Es preciso que todos nos quedemos en casa, que limitemos nuestra movilidad. Se acusa a los mexicanos de ser indisciplinados y bullangueros, cierto, nos encanta el relajo, ya habrá tiempo para ello, hoy es tiempo de guardarnos hoy para poder encontrarnos luego, porque nadie sobra y para que nadie falte. Si todos hacemos caso nos podremos ver para continuar hablando de…

#QuédateEnCasa

Sabíamos que llegaría, no es una cuestión de suerte sino de tiempo, la pandemia del Covid-19 está pintando todo el mapamundi de manera consistente. Aquí entre nosotros tenemos un par de semanas hablando de esto. Los efectos están golpeando naciones en todos los continentes e islas del mundo; desarrollados y por desarrollar; con sistemas de salud envidiados (Noruega, Australia o Finlandia); tan fríos como Groenlandia y tan típicamente calientes como Qatar; tan húmedos como Honduras o tan secos como Arabia Saudita; de todos los credos e ideologías. Un ente microscópico está dominando a la humanidad.

Esta semana la orden de la autoridad es categórica: suspendan todo y quédense en casa, no se haga nomás que lo esencial y no se salga nomás que para lo indispensable. La cosa va en serio y así es como lo abordan nuestras autoridades.

Seamos sinceros, a nadie nos gusta limitar nuestra libertad. Desde el niño al que le dicen que no puede salir de su cuarto hasta el adulto mayor, existe en cada ser humano una tendencia a desplazarse por su propio impulso. ¿Es correcto limitarnos? No es un capricho ni un invento de nuestras autoridades, es la recomendación que se hace a todo el mundo y se acata en todos los países, disminuir las ocasiones de contacto entre personas reduce también la posibilidad de contagio.

La orden se acompaña con un llamado a la solidaridad entre nosotros, ¿qué es la solidaridad? Javier Corral la definió como “el rostro social del amor”, a mi me parece que podemos definirla como un “compartir la carga”, no solamente ayudar a llevarla, sino tomar un poco de lo que implica. A ver si me explico.

Solemos identificar a la solidaridad con la caridad, es decir, dar un poco de lo que tenemos a quienes lo necesitan; y desde luego que eso es imprescindible en estos momentos. Todos sabemos de la gran cantidad de personas que en nuestra comunidad viven en un día a día, a quienes el cierre generalizado de las actividades les privará de su medio de sustento, por lo que es indispensable que quien tenga oportunidad de compartir de sus bienes con quienes padecen estos males lo hagan. Una gran muestra la están dando muchos microempresarios que vienen haciendo un esfuerzo por sostener los ingresos de sus empleados a pesar de no tener actividad.

En estos momentos la solidaridad comunitaria es importante, si tiene la posibilidad consuma lo más próximo, cómprele menudo a la vecina, pida comida en la fonda de la esquina o al restaurante de su amigo. Si al fin se decidió a colgar el cuadro que hace seis meses le pidió su señora, vaya a la ferretería del barrio (esas sí están abiertas) para comprar el tornillo y el taquete.

Sus finanzas merecen atención también, no lo deje a la suerte. Trate de establecer un presupuesto de las necesidades que debe cubrir en este tiempo, considere sus ingresos con apego a la realidad y establezca una temporalidad holgada para recuperar el nivel habitual, más vale que sobre a que falte.

La solidaridad puede manifestarse en lo que conocemos como “caridad”, el dar una ayuda material a quien enfrenta una necesidad, asistir a quien tiene una situación física. En los días que nos vienen debemos ser conscientes que las necesidades de las personas no son sólo físicas o materiales, es indispensable ver por el ánimo de las personas, y estas son más difíciles de advertir. Hay que estar en contacto con nuestros familiares y amigos, hacerles saber que nos importan y darles una palabra de aliento.

Su propia salud emocional también es importante, nadie da lo que no tiene. Por ello es conveniente que evite cargarse de informaciones negativas. Circulan por las redes sociales todo tipo de especulaciones catastrofistas, la inmensa mayoría de las cuales carecen de sustento alguno y no resisten el menor análisis serio. No se trata de ignorar lo que sucede, es necesario estar bien informado para actuar en consecuencia, pero elija con seriedad sus fuentes de información.

Dese un descanso; establezca un período, treinta minutos o una hora, en la que se pueda refugiar en una lectura que le levante el ánimo, en música que lo prenda y lo motive. Dese otro tiempo para desintoxicarse de las pantallas, sin teléfono, tableta ni televisión. Siéntese con su familia y platiquen de los buenos recuerdos, pero sobre todo HAGAN PLANES JUNTOS, es muy importante que nos visualicemos TODOS juntos saliendo de esta coyuntura: dónde pasaremos la navidad, qué haremos de cena, cual es el próximo cumpleaños y que nos gustaría regalarnos o recibir de regalo. No pierda la perspectiva del futuro.

Hay que ser solidarios también en casa, compartir las tareas. La preparación de los alimentos, el lavado de los trastes, barrer, trapear, en fin; esas cosas cotidianas que damos por sentado. Hay tiempo y espacio también para la solidaridad comunitaria: salga al parque y dele una arreglada, barra la calle frente a su casa.

Y en lo comunitario, no olvide la cordialidad, aunque son días de trato limitado debemos entender que esta situación eleva el nivel de estrés de cualquiera, sea comprensivo, regale sonrisas, no prejuzgue, y sobre todo no discrimine.

Es preciso que todos nos quedemos en casa, que limitemos nuestra movilidad. Se acusa a los mexicanos de ser indisciplinados y bullangueros, cierto, nos encanta el relajo, ya habrá tiempo para ello, hoy es tiempo de guardarnos hoy para poder encontrarnos luego, porque nadie sobra y para que nadie falte. Si todos hacemos caso nos podremos ver para continuar hablando de…

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