/ viernes 29 de mayo de 2020

Y hablando de…

El Cocol

Fue una de esas raras noches que no duermo con reloj, al fin ya tendremos que acostumbrarnos a la restricción para utilizar accesorios con la nueva normalidad, por lo pronto la barba y el bigote ya se fueron. Pero eso es otra cosa. La cosa es que me desperté como si fuera presagio, no tengo idea de la hora, al poco rato escuché una serie de ruidos. De inicio creí que se trató de un neumático reventado y que el vehículo seguía en marcha haciendo un ruido rítmico. Pero el sonido no menguaba ni parecía alejarse, sin duda eran detonaciones.

Ya por la tarde Irma me decía que algo pasaba en la ciudad, que últimamente se escuchan muchas sirenas. La cosa se está poniendo del cocol. Esto empezó a enturbiarse a finales de la semana pasado con la captura del Iraquí, un personaje ligado al grupo delictivo la Línea, un “angelito” vinculado a cincuenta homicidios. La reacción de sus seguidores en esta población no se hizo esperar, y no sé si como venganza o pretendiendo intimidar a las fuerzas del orden, se han desbocado a punta de bala por toda la ciudad.

Luego esta semana la fiscalía logró otra importante detención en la ciudad de Camargo, de un personaje también ligado al mismo grupo delictivo, apodado el Mocho. Entre las virtudes de este cuate se encuentra la de controlar la red de robo de combustibles (el huachicoleo que el presidente nos dijo ya se había acabado, pero esos son otros datos) en la zona sur del estado. Junto con él fue detenida su pareja y otro par de personas, todos pertenecientes a la misma organización.

Será porque la detención del primero los puso alertas, será el sereno, pero desde que trasladaban a este cuate hubo ataques en ciudad Jimenez, donde se le detuvo, y a lo largo del trayecto. En la ciudad se han presentado ataques a las oficinas y elementos de las corporaciones policiacas.

¿Estamos como hace diez años? Me parece que no. ¿Qué veo diferente? En primer lugar, la investigación. Estas detenciones no son casuales o en flagrancia. El vincular a una persona con más de cincuenta hechos delictivos, integrar las carpetas respectivas de tal manera que al presentarlas ante un juez se ordene su detención; demuestra un compromiso y un trabajo que antes difícilmente se realizaba.

Otro elemento para destacar es la reacción de las policías. Recuerdo un lamentable evento de aquella crisis en que un mando de la policía fue victimado en el interior de la instalación en la que prestaba servicios. Así, como si nada, entro un malandro, lo encontró sentado en su escritorio, le quito la vida y salió tan campante. Hoy nuestros muchachos le plantan cara a cualquiera, con el riesgo que ello implica y que lamentablemente se ha materializado ya en sensibles pérdidas para las corporaciones. Pero hoy los malandros no pueden andar como Juan por su casa en nuestra ciudad, la autoridad debe imponerse.

Esto es sin duda fruto de la coordinación entre las diferentes corporaciones. Seguramente aun queda mucho por hacer en este sentido, pero el recelo de aquellos tiempos parece ya superado, los resultados evidencian una visión conjunta y una colaboración. Por ejemplo, en medio de esta andanada iniciada por los malandros la policía municipal en su labor preventiva aseguró armas de alto poder y suficientes cartuchos para hacer una revolución en un domicilio de la ciudad, disminuyendo la fuerza de ataque de los delincuentes.

Y mire usted, es importante que valoremos la actuación y revaloremos la imagen de nuestras fuerzas policiacas. La mal llamada cultura popular que en muchas ocasiones ensalza delincuentes y pone a las uniformados como lazo de cochino, viene generando un cierto desprecio hacia ellos en vastos sectores de nuestra sociedad. Eso no nos conviene.

Le he hablado de la discriminación que incompresiblemente realizan algunas personas en contra del personal que labora en hospitales, debe quedarnos claro que sin ellos no podremos superar esta crisis sanitaria que enfrentamos. ¡Ah bueno! Pues lo mismo pasa con la inseguridad, si no reconocemos la labor que realizan nuestros policías, la valoramos y recompensamos, tampoco vamos a salir del hoyo.

En primer término, debemos mostrar nuestra empatía indignándonos por los ataques que sufren. No debemos victimizar a los malandros y colocar a las corporaciones y sus elementos como los malos de la película. Debemos también destacar sus acciones y operativos exitosos, ¿cuándo fue la última vez que usted hizo un comentario positivo sobre un policía? ¿Lo puso en su face? Porque cuando uno de ellos se resbala y es captado en una mala actuación se viraliza en las redes y lo fustigan con los comentarios. No se trata de tapar errores, sino de hacer juicios balanceados, si queremos tener una policía motivo de orgullo, sintámonos orgullosos de lo que hacen bien.

Y veamos también por sus necesidades, nos la pasamos exigiendo resultados, ¿cuántas veces nos hemos preguntado si cuentan con lo necesario para trabajar? ¿Reciben la capacitación adecuada? Le doy un dato: recuerdo que un candidato llegó a la presidencia municipal hace casi trece años con la promesa de incrementar el número de efectivos en la policía municipal a tres mil ¿sabe cuántos tenemos hoy? Difícilmente rebasan los dos mil quinientos, entre policía y seguridad vial.

Desde luego que la seguridad no es solo materia municipal y existen otros efectivos en la ciudad, pero como que debemos hacer un esfuerzo para reclutar operarios en la pacificación de la ciudad.

En fin, el tema da para hablar mucho, pero sólo quiero darle un dato útil durante este confinamiento que al parecer ya pronto estará llegando a su fin: en boca cerrada no entran calorías. Aplíquelo y lo comentamos en la siguiente ocasión en que nos encontremos hablando de…

El Cocol

Fue una de esas raras noches que no duermo con reloj, al fin ya tendremos que acostumbrarnos a la restricción para utilizar accesorios con la nueva normalidad, por lo pronto la barba y el bigote ya se fueron. Pero eso es otra cosa. La cosa es que me desperté como si fuera presagio, no tengo idea de la hora, al poco rato escuché una serie de ruidos. De inicio creí que se trató de un neumático reventado y que el vehículo seguía en marcha haciendo un ruido rítmico. Pero el sonido no menguaba ni parecía alejarse, sin duda eran detonaciones.

Ya por la tarde Irma me decía que algo pasaba en la ciudad, que últimamente se escuchan muchas sirenas. La cosa se está poniendo del cocol. Esto empezó a enturbiarse a finales de la semana pasado con la captura del Iraquí, un personaje ligado al grupo delictivo la Línea, un “angelito” vinculado a cincuenta homicidios. La reacción de sus seguidores en esta población no se hizo esperar, y no sé si como venganza o pretendiendo intimidar a las fuerzas del orden, se han desbocado a punta de bala por toda la ciudad.

Luego esta semana la fiscalía logró otra importante detención en la ciudad de Camargo, de un personaje también ligado al mismo grupo delictivo, apodado el Mocho. Entre las virtudes de este cuate se encuentra la de controlar la red de robo de combustibles (el huachicoleo que el presidente nos dijo ya se había acabado, pero esos son otros datos) en la zona sur del estado. Junto con él fue detenida su pareja y otro par de personas, todos pertenecientes a la misma organización.

Será porque la detención del primero los puso alertas, será el sereno, pero desde que trasladaban a este cuate hubo ataques en ciudad Jimenez, donde se le detuvo, y a lo largo del trayecto. En la ciudad se han presentado ataques a las oficinas y elementos de las corporaciones policiacas.

¿Estamos como hace diez años? Me parece que no. ¿Qué veo diferente? En primer lugar, la investigación. Estas detenciones no son casuales o en flagrancia. El vincular a una persona con más de cincuenta hechos delictivos, integrar las carpetas respectivas de tal manera que al presentarlas ante un juez se ordene su detención; demuestra un compromiso y un trabajo que antes difícilmente se realizaba.

Otro elemento para destacar es la reacción de las policías. Recuerdo un lamentable evento de aquella crisis en que un mando de la policía fue victimado en el interior de la instalación en la que prestaba servicios. Así, como si nada, entro un malandro, lo encontró sentado en su escritorio, le quito la vida y salió tan campante. Hoy nuestros muchachos le plantan cara a cualquiera, con el riesgo que ello implica y que lamentablemente se ha materializado ya en sensibles pérdidas para las corporaciones. Pero hoy los malandros no pueden andar como Juan por su casa en nuestra ciudad, la autoridad debe imponerse.

Esto es sin duda fruto de la coordinación entre las diferentes corporaciones. Seguramente aun queda mucho por hacer en este sentido, pero el recelo de aquellos tiempos parece ya superado, los resultados evidencian una visión conjunta y una colaboración. Por ejemplo, en medio de esta andanada iniciada por los malandros la policía municipal en su labor preventiva aseguró armas de alto poder y suficientes cartuchos para hacer una revolución en un domicilio de la ciudad, disminuyendo la fuerza de ataque de los delincuentes.

Y mire usted, es importante que valoremos la actuación y revaloremos la imagen de nuestras fuerzas policiacas. La mal llamada cultura popular que en muchas ocasiones ensalza delincuentes y pone a las uniformados como lazo de cochino, viene generando un cierto desprecio hacia ellos en vastos sectores de nuestra sociedad. Eso no nos conviene.

Le he hablado de la discriminación que incompresiblemente realizan algunas personas en contra del personal que labora en hospitales, debe quedarnos claro que sin ellos no podremos superar esta crisis sanitaria que enfrentamos. ¡Ah bueno! Pues lo mismo pasa con la inseguridad, si no reconocemos la labor que realizan nuestros policías, la valoramos y recompensamos, tampoco vamos a salir del hoyo.

En primer término, debemos mostrar nuestra empatía indignándonos por los ataques que sufren. No debemos victimizar a los malandros y colocar a las corporaciones y sus elementos como los malos de la película. Debemos también destacar sus acciones y operativos exitosos, ¿cuándo fue la última vez que usted hizo un comentario positivo sobre un policía? ¿Lo puso en su face? Porque cuando uno de ellos se resbala y es captado en una mala actuación se viraliza en las redes y lo fustigan con los comentarios. No se trata de tapar errores, sino de hacer juicios balanceados, si queremos tener una policía motivo de orgullo, sintámonos orgullosos de lo que hacen bien.

Y veamos también por sus necesidades, nos la pasamos exigiendo resultados, ¿cuántas veces nos hemos preguntado si cuentan con lo necesario para trabajar? ¿Reciben la capacitación adecuada? Le doy un dato: recuerdo que un candidato llegó a la presidencia municipal hace casi trece años con la promesa de incrementar el número de efectivos en la policía municipal a tres mil ¿sabe cuántos tenemos hoy? Difícilmente rebasan los dos mil quinientos, entre policía y seguridad vial.

Desde luego que la seguridad no es solo materia municipal y existen otros efectivos en la ciudad, pero como que debemos hacer un esfuerzo para reclutar operarios en la pacificación de la ciudad.

En fin, el tema da para hablar mucho, pero sólo quiero darle un dato útil durante este confinamiento que al parecer ya pronto estará llegando a su fin: en boca cerrada no entran calorías. Aplíquelo y lo comentamos en la siguiente ocasión en que nos encontremos hablando de…

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