/ domingo 31 de mayo de 2020

Y hablando de…

FORMAR FAMILIA

La semana pasada le hablé sobre la violencia doméstica, del dramático y lamentable aumento que ha tenido durante el confinamiento que con motivo de la pandemia han ordenado las autoridades, y cómo esto denota una falta de interés colectivo en establecer caminos, métodos, normas de convivencia que propicien la formación de las familias y les faciliten el cumplimiento de sus fines y la realización de sus integrantes.

La cosa no es sencilla en sí, y llevarlo al grado de política pública es todavía más complicado dado el largo camino que se debe recorrer. Empecemos por lo obvio.

La formación de una familia requiere de la pareja, es decir, dos personas. Lo primero que se debe determinar es la relación entre persona y pareja. La persona es una individualidad, con sus características físicas, psíquicas y fisiológicas únicas. Cada uno tiene también sus propios conocimientos, costumbres, tradiciones, gustos, una historia personal que no se borra y de la que no puede (ni debe) desprenderse para conformar una pareja.

Ahora bien, en la pareja, se trata de ser parejos, de ser pares, de asimilarse. Hombre y mujer somos física, psíquica y fisiológicamente diferentes, no voy a adentrarme en ello, pero esas diferencias son ciertas por naturaleza. Esas diferencias son precisamente las que permiten la formación de la pareja, la persona que busca y encuentra su complemento, descubre en la otra persona los elementos que le permiten desarrollar y dar lo mejor de sí.

La vida real no es como los cuentos de hadas donde todo embona y vivieron felices para siempre. La carga individual condiciona, favorece o propicia el desempeño de la pareja, esa complementariedad permite a uno aportar en la mejora del otro y a la vez aprovechar las capacidades de aquel para seguirse desarrollando. La pareja es un tránsito constante, un camino de superación conjunto y compartido. Imagínese usted que cuando nos conocimos Irma le iba al América, ¡hágame el favor! ¡Al América! A lo largo de este caminar que suma casi treinta y tres años lo ha superado y ya ambos le vamos a los Bravos, como debe ser.

Si la pareja es la unión de dos personas, lo más mejor (diría el ranchero) es que cada una de esas personas ya estuviera formada antes de formar la nueva entidad. Por eso nada tiene mayor peso en la formación de una nueva familia que la labor realizada por la familia de la cual cada uno proviene. De aquí la importancia de priorizar desde hoy en el actuar público la preminencia de la familia en el interés colectivo; para que las familias desde hoy empiecen a formar personas que quieran formar familias y hacerlas funcionar.

Esto es muy importante, no podemos exigirle a la complementariedad de la pareja que subsane todo o cualquier carencia que tenga el otro. Como bien dicen “que vaya a que le eduque su madre.”

Bien, volvamos, dos personas, formadas, con una visión y objetivo de vida, y el cual comprende precisamente el unirse a otra persona, también formada, con la finalidad de conseguir juntos la plena realización de ambos. Me uno a ti para ser todo y lo mejor que quiero y puedo ser, pero también porque quiero que tú seas todo lo mejor que quieres y puedes ser.

Ya tenemos pues a los dos, cada uno bien consigo mismo y dispuesto a estar con el otro. La base de sus relaciones debe partir precisamente de que ambos son personas. La cosa es esa, como le hacen estos dos que son diferentes, que tienen historias personales diversas, para conciliar, para forjar una nueva historia juntos.

Dice Savater que de toda la naturaleza el humano es el único que puede serlo dos veces: nace humano por sus características que lo distinguen de los demás seres. Pero quedarse así de nada le sirve, a diferencia de todos los otros seres a quienes el instinto les dicta lo que tendrán que hacer a cada momento de su vida, el humano tiene que “volverse humano”, humanizarse, aprender las normas de convivencia y urbanidad.

Dice también Savater que la característica que nos distingue de los demás seres es nuestra capacidad de hablar, de verbalizar ideas, de crear un código que nos permite sintetizar conceptos y expresarlos de tal forma que otro y otros puedan entenderlos y utilizarlos. Pero el habla también sirve para dignificar a las personas: cuando me dirijo a una persona me estoy identificando con ella, le reconozco la misma calidad en la que me asumo.

Por ello la importancia de la comunicación entre esas dos personas que deciden formar una pareja.

Cientos, miles de casos hay de personas que terminan en una relación de pareja casi por caso fortuito, como que los llevó la corriente hasta un remolino que se cerró juntándolos. Algunos tienen éxito, pero no conviene mucho dejar las cosas al azar, digo, la familia es cosa seria.

Por eso es muy importante que las parejas en formación se comuniquen, verbalizar los sentimientos es importante, a todos nos gusta que nos digan que nos quieren, que resalten nuestras características positivas. Pero también hay que verbalizar los sueños, a ver tú ¿a qué le tiras? ¿cómo te ves dentro de cinco, diez o treinta años? ¿Dónde me vez a mí en esa visión? ¿Qué vamos a hacer juntos? ¿Qué estás dispuesto a modificar para conseguir nuestros objetivos comunes? ¿Cómo piensas ayudarme a conseguir los míos?

Me detengo un poco aquí. Esta visión de pareja, esta misión conjunta es lo más importante. Si piensa formar una familia, o si ya lo hizo, y cree que la procreación y crianza de los hijos es lo más importante que tienen que hacer juntos, permítame discrepar. Los hijos, con todo lo bello y adorables que son, aunque lo sean del maíz, son una realidad transitoria en la pareja, véanos a nosotros, tan jóvenes, y aquí, ya nomás uno junto al otro porque nuestras “niñas” ya no lo son y agarran rumbo por su cuenta.

Hay que construir un plan y una realidad conjunta, y eso solamente es posible mediante el dialogo, fluido, frecuente, abierto.

Desde luego, se planea con la palabra, y puede ser muy beneficioso levantar minutas de lo que se habla para luego incluso irlas revisando y mejorando, pero la realidad a la que se aspira debe construirse con acciones, porque de lengua me como un taco y el prometer no empobrece. Debe existir pues, un compromiso con la misión, y una perseverancia para conseguirla.

De momento ya me fui un poco largo, y aunque este comentario aparece sólo en la versión electrónica (muy ecológico para no gastar papel y tinta), no quiero robarle a usted más tiempo de su domingo, que es mejor pase en familia, por favor en casa que el semáforo todavía está en rojo y no es prudente andarse exponiendo, seamos responsables.

Mi intención es despertarle esta inquietud por la formación de las familias. Volviendo a donde empecé, estamos combatiendo la violencia doméstica cuando se presenta, en vez de vacunar a la sociedad para evitar que surja.

En estas cosas de la comunicación, la complementariedad, formar una visión conjunta, puede serle de mucha ayuda el contenido del folleto electrónico Familias Valiosas, que hace tiempo editó la Secretaría de la Función Pública. Si le interesa mándeme un mensaje a mi buzón yhablandode@gmail.com, y se lo envío. Desde luego que hay muchos otros aspectos que deben procurarse para que una pareja se forme y se convierta en familia, pero esos los vamos comentando en las próximas ocasiones en que nos encontremos hablando de…

FORMAR FAMILIA

La semana pasada le hablé sobre la violencia doméstica, del dramático y lamentable aumento que ha tenido durante el confinamiento que con motivo de la pandemia han ordenado las autoridades, y cómo esto denota una falta de interés colectivo en establecer caminos, métodos, normas de convivencia que propicien la formación de las familias y les faciliten el cumplimiento de sus fines y la realización de sus integrantes.

La cosa no es sencilla en sí, y llevarlo al grado de política pública es todavía más complicado dado el largo camino que se debe recorrer. Empecemos por lo obvio.

La formación de una familia requiere de la pareja, es decir, dos personas. Lo primero que se debe determinar es la relación entre persona y pareja. La persona es una individualidad, con sus características físicas, psíquicas y fisiológicas únicas. Cada uno tiene también sus propios conocimientos, costumbres, tradiciones, gustos, una historia personal que no se borra y de la que no puede (ni debe) desprenderse para conformar una pareja.

Ahora bien, en la pareja, se trata de ser parejos, de ser pares, de asimilarse. Hombre y mujer somos física, psíquica y fisiológicamente diferentes, no voy a adentrarme en ello, pero esas diferencias son ciertas por naturaleza. Esas diferencias son precisamente las que permiten la formación de la pareja, la persona que busca y encuentra su complemento, descubre en la otra persona los elementos que le permiten desarrollar y dar lo mejor de sí.

La vida real no es como los cuentos de hadas donde todo embona y vivieron felices para siempre. La carga individual condiciona, favorece o propicia el desempeño de la pareja, esa complementariedad permite a uno aportar en la mejora del otro y a la vez aprovechar las capacidades de aquel para seguirse desarrollando. La pareja es un tránsito constante, un camino de superación conjunto y compartido. Imagínese usted que cuando nos conocimos Irma le iba al América, ¡hágame el favor! ¡Al América! A lo largo de este caminar que suma casi treinta y tres años lo ha superado y ya ambos le vamos a los Bravos, como debe ser.

Si la pareja es la unión de dos personas, lo más mejor (diría el ranchero) es que cada una de esas personas ya estuviera formada antes de formar la nueva entidad. Por eso nada tiene mayor peso en la formación de una nueva familia que la labor realizada por la familia de la cual cada uno proviene. De aquí la importancia de priorizar desde hoy en el actuar público la preminencia de la familia en el interés colectivo; para que las familias desde hoy empiecen a formar personas que quieran formar familias y hacerlas funcionar.

Esto es muy importante, no podemos exigirle a la complementariedad de la pareja que subsane todo o cualquier carencia que tenga el otro. Como bien dicen “que vaya a que le eduque su madre.”

Bien, volvamos, dos personas, formadas, con una visión y objetivo de vida, y el cual comprende precisamente el unirse a otra persona, también formada, con la finalidad de conseguir juntos la plena realización de ambos. Me uno a ti para ser todo y lo mejor que quiero y puedo ser, pero también porque quiero que tú seas todo lo mejor que quieres y puedes ser.

Ya tenemos pues a los dos, cada uno bien consigo mismo y dispuesto a estar con el otro. La base de sus relaciones debe partir precisamente de que ambos son personas. La cosa es esa, como le hacen estos dos que son diferentes, que tienen historias personales diversas, para conciliar, para forjar una nueva historia juntos.

Dice Savater que de toda la naturaleza el humano es el único que puede serlo dos veces: nace humano por sus características que lo distinguen de los demás seres. Pero quedarse así de nada le sirve, a diferencia de todos los otros seres a quienes el instinto les dicta lo que tendrán que hacer a cada momento de su vida, el humano tiene que “volverse humano”, humanizarse, aprender las normas de convivencia y urbanidad.

Dice también Savater que la característica que nos distingue de los demás seres es nuestra capacidad de hablar, de verbalizar ideas, de crear un código que nos permite sintetizar conceptos y expresarlos de tal forma que otro y otros puedan entenderlos y utilizarlos. Pero el habla también sirve para dignificar a las personas: cuando me dirijo a una persona me estoy identificando con ella, le reconozco la misma calidad en la que me asumo.

Por ello la importancia de la comunicación entre esas dos personas que deciden formar una pareja.

Cientos, miles de casos hay de personas que terminan en una relación de pareja casi por caso fortuito, como que los llevó la corriente hasta un remolino que se cerró juntándolos. Algunos tienen éxito, pero no conviene mucho dejar las cosas al azar, digo, la familia es cosa seria.

Por eso es muy importante que las parejas en formación se comuniquen, verbalizar los sentimientos es importante, a todos nos gusta que nos digan que nos quieren, que resalten nuestras características positivas. Pero también hay que verbalizar los sueños, a ver tú ¿a qué le tiras? ¿cómo te ves dentro de cinco, diez o treinta años? ¿Dónde me vez a mí en esa visión? ¿Qué vamos a hacer juntos? ¿Qué estás dispuesto a modificar para conseguir nuestros objetivos comunes? ¿Cómo piensas ayudarme a conseguir los míos?

Me detengo un poco aquí. Esta visión de pareja, esta misión conjunta es lo más importante. Si piensa formar una familia, o si ya lo hizo, y cree que la procreación y crianza de los hijos es lo más importante que tienen que hacer juntos, permítame discrepar. Los hijos, con todo lo bello y adorables que son, aunque lo sean del maíz, son una realidad transitoria en la pareja, véanos a nosotros, tan jóvenes, y aquí, ya nomás uno junto al otro porque nuestras “niñas” ya no lo son y agarran rumbo por su cuenta.

Hay que construir un plan y una realidad conjunta, y eso solamente es posible mediante el dialogo, fluido, frecuente, abierto.

Desde luego, se planea con la palabra, y puede ser muy beneficioso levantar minutas de lo que se habla para luego incluso irlas revisando y mejorando, pero la realidad a la que se aspira debe construirse con acciones, porque de lengua me como un taco y el prometer no empobrece. Debe existir pues, un compromiso con la misión, y una perseverancia para conseguirla.

De momento ya me fui un poco largo, y aunque este comentario aparece sólo en la versión electrónica (muy ecológico para no gastar papel y tinta), no quiero robarle a usted más tiempo de su domingo, que es mejor pase en familia, por favor en casa que el semáforo todavía está en rojo y no es prudente andarse exponiendo, seamos responsables.

Mi intención es despertarle esta inquietud por la formación de las familias. Volviendo a donde empecé, estamos combatiendo la violencia doméstica cuando se presenta, en vez de vacunar a la sociedad para evitar que surja.

En estas cosas de la comunicación, la complementariedad, formar una visión conjunta, puede serle de mucha ayuda el contenido del folleto electrónico Familias Valiosas, que hace tiempo editó la Secretaría de la Función Pública. Si le interesa mándeme un mensaje a mi buzón yhablandode@gmail.com, y se lo envío. Desde luego que hay muchos otros aspectos que deben procurarse para que una pareja se forme y se convierta en familia, pero esos los vamos comentando en las próximas ocasiones en que nos encontremos hablando de…

ÚLTIMASCOLUMNAS
viernes 07 de enero de 2022

Y hablando de…

Sergio Madero

jueves 23 de diciembre de 2021

Y hablando de…

Sergio Madero

viernes 17 de diciembre de 2021

Y hablando de…

Sergio Madero

sábado 11 de diciembre de 2021

Y hablando de...

Sergio Madero

sábado 04 de diciembre de 2021

Y hablando de…

Sergio Madero

viernes 26 de noviembre de 2021

Y hablando de…

Sergio Madero

jueves 25 de noviembre de 2021

Y hablando de…

Sergio Madero

viernes 12 de noviembre de 2021

Y hablando de…

Sergio Madero

viernes 05 de noviembre de 2021

Y hablando de…

Sergio Madero

jueves 07 de octubre de 2021

Y hablando de…

Sergio Madero

Cargar Más