/ viernes 28 de mayo de 2021

Y hablando de…

La estrategia del juego.

El equipo está en el vestidor, el portero se está poniendo esas manoplas que se usan ahora y que son un híbrido entre manilla de primera base y guantes de receptor abierto; los jugadores nerviosos se calzan las espinilleras y se ajustan los tacos. Se reúnen, se ponen de acuerdo: “línea de cinco y un solo punta, cuando sube el extremo el contención se jala para cortar la contra…”, y esas cosas que se dicen antes del juego. Se les ve ansiosos, entusiastas, llegó la hora, saltan a la cancha, y hasta ese momento se dan cuenta que es una cancha de basket ball.

Con esta parábola le describí a Irma mi impresión sobre el equipo que gobernaría nuestro país a partir del primero de diciembre de 2018, a dos años y medio de distancia me parece acertado. Lo que es peor, después de treinta meses siguen sin cambiar una coma de su plan original: ahí están los once hechos bola en la diminuta cancha, resbalándose sobre la duela por no traer los zapatos adecuados, aferrados a tocar el balón con los pies, incapaces, pero también insensibles a los reclamos de la grada que les pide que ajusten.

Las evidencias son claras, el conductor tiene el mapa equivocado y definitivamente no nos va a llevar, ni a dónde él cree que va, pero mucho menos, a donde a nosotros nos conviene que nos lleve. Para muestra, un botón.

Desde antes de iniciar (en lo que en términos futbolísticos podría decirse que era el anuncio de la alineación), la administración decidió cancelar la construcción del moderno aeropuerto de la capital del país y substituirlo por un sistema aeroportuario metropolitano que integraría el actual de la Ciudad de México, el de Toluca y construiría uno nuevo en la base militar de Santa Lucía. Se dijo que desde este último se operarían los vuelos internacionales.

Esta semana nos enteramos de que, debido a los ajustes en las rutas que son necesarios para que convivan estos aeropuertos, la autoridad de los Estados Unidos ha degradado la calificación del espacio aéreo capitalino, y que los vuelos a ese país (de donde provienen la mayor parte de los visitantes a la capital) no podrán salir del aeropuerto de Santa Lucía.

Y aunque las muestras de fracaso son cada vez más grandes, el piloto continúa aferrado a conducir con el mapa que era funcional, que no correcto, hace cuarenta años, pero que hoy no tiene ya ninguna utilidad. Hace cuarenta años se aceptaba como normal que el presidente concentrara todas las decisiones y facultades, se asumía que los legisladores sólo convalidaban sus deseos, y que podía hacer con el país lo que le diera la gana. Hoy eso es insostenible.

En su nostalgia por el pasado con los enormes monopolios estatales, la administración actual está negando la renovación de los permisos de importación de combustibles, pretendiendo que todos tengamos que consumir la gasolina cara y mala que produce PEMEX. Lo mismo ocurre con la electricidad, donde se ha dado la orden de no otorgar más permisos para producirla por métodos renovables, con la finalidad de favorecer a la CFE.

El presidente llegó al poder prometiendo “un cambio verdadero”, recuerdo que antes del inicio de su administración un amigo me decía “si cumple el cinco por ciento de lo que prometió a México y los mexicanos nos va a ir muy bien, pero si cumple el diez por ciento va a destruir el país.” Todo indica que ya estamos por arriba del segundo porcentaje.

Por ello es necesario que usted haga algo, de hecho, dos cosas. La primera es que se comprometa y acuda a las urnas el próximo seis de junio, sí, de este domingo en ocho días. No deje de ir, no sea gasho, están partiendo a México y usted no lo puede permitir.

La segunda es que vote por los candidatos de la alianza opositora, son los únicos que le pueden ganar a Morena, y eso significa que son la única esperanza para detener el deterioro del país. Véalo objetivamente: en menos de tres años los morenos se acabaron los ahorros que como país juntamos en dos décadas, desaparecieron los servicios de salud para los más necesitados, abandonaron a los niños con cáncer y a las familias violentadas, están dejando que el crimen organizado se deshaga de autoridades y candidatos incómodos y ponga a los que les convienen. Usted no puede ser cómplice de eso.

Si en el 2018 votó por ellos, no hay tos, cualquiera se equivoca, pero no persista en el error. Usted no es como ellos, usted sí puede corregir el rumbo, usted sí quiere hacer algo por su país, por su economía personal, y sobre todo, quiere tener donde desarrollarse en el futuro inmediato.

Lograr una mayoría opositora en la cámara de diputados es lo más importante que tenemos que hacer el próximo seis de junio, no lo deje de lado, haga su parte. Los políticos de la alianza opositora no son perfectos, pero son los únicos que puede frenar la destrucción de las instituciones mexicanas.

Y ya que empecé con un ejemplo futbolero, le confieso mi nerviosismo por la final del torneo mexicano que inicia esta noche en Torreón. Aunque traigo puesta la camiseta de los Bravos, una impronta añeja hace latir mi corazón por el Cruz Azul. Espero que ahora sí se nos haga y lo platicamos la próxima vez que nos encontremos hablando de…

La estrategia del juego.

El equipo está en el vestidor, el portero se está poniendo esas manoplas que se usan ahora y que son un híbrido entre manilla de primera base y guantes de receptor abierto; los jugadores nerviosos se calzan las espinilleras y se ajustan los tacos. Se reúnen, se ponen de acuerdo: “línea de cinco y un solo punta, cuando sube el extremo el contención se jala para cortar la contra…”, y esas cosas que se dicen antes del juego. Se les ve ansiosos, entusiastas, llegó la hora, saltan a la cancha, y hasta ese momento se dan cuenta que es una cancha de basket ball.

Con esta parábola le describí a Irma mi impresión sobre el equipo que gobernaría nuestro país a partir del primero de diciembre de 2018, a dos años y medio de distancia me parece acertado. Lo que es peor, después de treinta meses siguen sin cambiar una coma de su plan original: ahí están los once hechos bola en la diminuta cancha, resbalándose sobre la duela por no traer los zapatos adecuados, aferrados a tocar el balón con los pies, incapaces, pero también insensibles a los reclamos de la grada que les pide que ajusten.

Las evidencias son claras, el conductor tiene el mapa equivocado y definitivamente no nos va a llevar, ni a dónde él cree que va, pero mucho menos, a donde a nosotros nos conviene que nos lleve. Para muestra, un botón.

Desde antes de iniciar (en lo que en términos futbolísticos podría decirse que era el anuncio de la alineación), la administración decidió cancelar la construcción del moderno aeropuerto de la capital del país y substituirlo por un sistema aeroportuario metropolitano que integraría el actual de la Ciudad de México, el de Toluca y construiría uno nuevo en la base militar de Santa Lucía. Se dijo que desde este último se operarían los vuelos internacionales.

Esta semana nos enteramos de que, debido a los ajustes en las rutas que son necesarios para que convivan estos aeropuertos, la autoridad de los Estados Unidos ha degradado la calificación del espacio aéreo capitalino, y que los vuelos a ese país (de donde provienen la mayor parte de los visitantes a la capital) no podrán salir del aeropuerto de Santa Lucía.

Y aunque las muestras de fracaso son cada vez más grandes, el piloto continúa aferrado a conducir con el mapa que era funcional, que no correcto, hace cuarenta años, pero que hoy no tiene ya ninguna utilidad. Hace cuarenta años se aceptaba como normal que el presidente concentrara todas las decisiones y facultades, se asumía que los legisladores sólo convalidaban sus deseos, y que podía hacer con el país lo que le diera la gana. Hoy eso es insostenible.

En su nostalgia por el pasado con los enormes monopolios estatales, la administración actual está negando la renovación de los permisos de importación de combustibles, pretendiendo que todos tengamos que consumir la gasolina cara y mala que produce PEMEX. Lo mismo ocurre con la electricidad, donde se ha dado la orden de no otorgar más permisos para producirla por métodos renovables, con la finalidad de favorecer a la CFE.

El presidente llegó al poder prometiendo “un cambio verdadero”, recuerdo que antes del inicio de su administración un amigo me decía “si cumple el cinco por ciento de lo que prometió a México y los mexicanos nos va a ir muy bien, pero si cumple el diez por ciento va a destruir el país.” Todo indica que ya estamos por arriba del segundo porcentaje.

Por ello es necesario que usted haga algo, de hecho, dos cosas. La primera es que se comprometa y acuda a las urnas el próximo seis de junio, sí, de este domingo en ocho días. No deje de ir, no sea gasho, están partiendo a México y usted no lo puede permitir.

La segunda es que vote por los candidatos de la alianza opositora, son los únicos que le pueden ganar a Morena, y eso significa que son la única esperanza para detener el deterioro del país. Véalo objetivamente: en menos de tres años los morenos se acabaron los ahorros que como país juntamos en dos décadas, desaparecieron los servicios de salud para los más necesitados, abandonaron a los niños con cáncer y a las familias violentadas, están dejando que el crimen organizado se deshaga de autoridades y candidatos incómodos y ponga a los que les convienen. Usted no puede ser cómplice de eso.

Si en el 2018 votó por ellos, no hay tos, cualquiera se equivoca, pero no persista en el error. Usted no es como ellos, usted sí puede corregir el rumbo, usted sí quiere hacer algo por su país, por su economía personal, y sobre todo, quiere tener donde desarrollarse en el futuro inmediato.

Lograr una mayoría opositora en la cámara de diputados es lo más importante que tenemos que hacer el próximo seis de junio, no lo deje de lado, haga su parte. Los políticos de la alianza opositora no son perfectos, pero son los únicos que puede frenar la destrucción de las instituciones mexicanas.

Y ya que empecé con un ejemplo futbolero, le confieso mi nerviosismo por la final del torneo mexicano que inicia esta noche en Torreón. Aunque traigo puesta la camiseta de los Bravos, una impronta añeja hace latir mi corazón por el Cruz Azul. Espero que ahora sí se nos haga y lo platicamos la próxima vez que nos encontremos hablando de…

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