/ jueves 23 de diciembre de 2021

Y hablando de…

Debilidad institucional.


Sí, ya sé que había quedado de no volver a escribir hasta el 2022, pero ya ve usted como soy de hablador. Además han ocurrido un par de eventos que me motivan a hacerlo. El primero de ellos, durante el trote de esta mañana mi debilidad visual se conjuntó con mi acostumbrada debilidad mental y tropecé al subir una acera un poco más alta de lo habitual; fui a dar con mis huesos por los suelos, lo que me ha obligado a reposar un rato, tiempo que aprovecho para teclear.

Aprovecho también para hacer la observación que acá en Puerto Escondido, como en Juárez y un sinnúmero de localidades en el país, no hay una cultura de respeto por el peatón, transita uno por acera que se acaban, y fue cuando quise cambiarme a la acera de enfrente cuando se produjo la caída.

El otro asunto fue el comentario publicado en una columna periodística sobre la conducta de una regidora de mi partido en el que se le acusa de “chaquetear” y pasarse a la fracción de Morena, a fin de obtener beneficios personales.

Me ha llegado también ya un documento donde ella misma aclara el asunto, y la verdad, no es este caso en particular del que quiero hablarle, tengo por ella y por usted un profundo respeto como para venir a traer a este espacios chismes que surgen de una columna y ese es el lugar en donde deben mantenerse.

Lo que sí veo, y quisiera comentar con usted, es la debilidad institucional que se tiene para regular la conducta de los funcionarios electos. Para ser más evidentes, ahí tiene usted el caso del mismo presidente de la república que durante años se la pasó quejándose de la participación de las fuerzas armadas en las tareas ordinarias de seguridad pública, y prometió que les regresaría a sus cuarteles en el preciso momento de asumir el poder. Hoy los cuerpos castrenses tienen más presencia que nunca, ya no sólo en labores de seguridad, sino en un sinfín de tareas de la vida cotidiana.

Cuando me tocó coordinar la fracción edilicia del PAN tuvimos un caso muy sonado, tres de los integrantes de la misma votaron en cabildo en un sentido contrario al definido por el pleno del Comité Municipal, en un asunto de trascendente importancia para el desarrollo de la ciudad. Ante tal desacato, el mismo comité solicitó el inicio del proceso disciplinario, el cual concluyó con las sonoras carcajadas de los procesados al no encontrar la comisión disciplinaria elementos para sancionarlos, como quien dice, el órgano máximo de autoridad partidaria en el municipio les había hecho lo que el viento a Juárez.

La vida pública en general, y la actividad partidaria en particular, carece de herramientas efectivas para garantizar la congruencia de sus actores. Tal vez uno de los casos más emblemáticos sea el del expresidente de la Organización Demócrata Cristiana en América, Manuel Espino Barrientos, quién lo fuera también del PAN nacional.

Después de ser expulsado del PAN por publicar un desplegado en el que llamaba a votar en contra del candidato del partido que presidió a la gubernatura de su natal Durango, Espino buscó registrar un nuevo partido; luego se le vio levantando la mano del entonces candidato Enrique Peña Nieto, con quien no sé si logró algún acuerdo a cambio de su apoyo, pero lo cierto es que no se le incluyó en ninguna tarea de ese gobierno.

Siguió sus deseos políticos convocando a sus afines a un “movimiento”, el cual condujo hasta levantarle nuevamente la mano al entonces candidato Andrés López, quién sí lo integró como Comisionado del Servicio de Protección Federal, cargo que dejó para registrarse como aspirante a la gubernatura de Durango. Ahora se queja de una decisión copular que lo ha dejado fuera de la contienda, y no me extrañaría que busque otras siglas para figurar en la boleta.

Este es un caso, pero hay cientos.

Y son estos casos los que desacreditan las actividades partidarias y desaniman al ciudadano común. ¿Cómo explicar que un exlíder de la democracia cristiana en el continente repentinamente avale una plataforma política que promueve abiertamente el aborto? Está ca…

Si las organizaciones políticas aspiran a recuperar la confianza ciudadana han de trabajar mucho en su interior, en la preparación y adecuada selección de los candidatos que proponen, en el afianzamiento de sistemas de rendición de cuentas que permitan regular la conducta de sus miembros y de funcionarios de ellos emanados. La ciudadanía exige congruencia, y ya no tiene mucha paciencia para esperarla.

Me parece que ese trabajo interno es previo y más urgente e importante que otras herramientas que para tal fin se proponen, como lo es la instauración de “elecciones primarias” que permitirían la participación de la ciudadanía general en la selección de los candidatos de cada partido a un puesto de elección popular.

Hay quien dice “los malos son las personas, no los partidos”, pero si el partido es la fuente de la que salen, y cada vez salen más y más casos a las luz pública, hay que arreglar esa fuente, porque de no lograrlo el siguiente paso es la clausura definitiva.

El otro evento es el cumpleaños de mi amada Irma, que ocurre precisamente el día que estas líneas se verán en tinta y papel. A ella le deseo una vida plena y feliz, y a usted una muy feliz Navidad. De los detalles de los festejos le doy cuenta la próxima ocasión en que nos encontremos hablando de…

Debilidad institucional.


Sí, ya sé que había quedado de no volver a escribir hasta el 2022, pero ya ve usted como soy de hablador. Además han ocurrido un par de eventos que me motivan a hacerlo. El primero de ellos, durante el trote de esta mañana mi debilidad visual se conjuntó con mi acostumbrada debilidad mental y tropecé al subir una acera un poco más alta de lo habitual; fui a dar con mis huesos por los suelos, lo que me ha obligado a reposar un rato, tiempo que aprovecho para teclear.

Aprovecho también para hacer la observación que acá en Puerto Escondido, como en Juárez y un sinnúmero de localidades en el país, no hay una cultura de respeto por el peatón, transita uno por acera que se acaban, y fue cuando quise cambiarme a la acera de enfrente cuando se produjo la caída.

El otro asunto fue el comentario publicado en una columna periodística sobre la conducta de una regidora de mi partido en el que se le acusa de “chaquetear” y pasarse a la fracción de Morena, a fin de obtener beneficios personales.

Me ha llegado también ya un documento donde ella misma aclara el asunto, y la verdad, no es este caso en particular del que quiero hablarle, tengo por ella y por usted un profundo respeto como para venir a traer a este espacios chismes que surgen de una columna y ese es el lugar en donde deben mantenerse.

Lo que sí veo, y quisiera comentar con usted, es la debilidad institucional que se tiene para regular la conducta de los funcionarios electos. Para ser más evidentes, ahí tiene usted el caso del mismo presidente de la república que durante años se la pasó quejándose de la participación de las fuerzas armadas en las tareas ordinarias de seguridad pública, y prometió que les regresaría a sus cuarteles en el preciso momento de asumir el poder. Hoy los cuerpos castrenses tienen más presencia que nunca, ya no sólo en labores de seguridad, sino en un sinfín de tareas de la vida cotidiana.

Cuando me tocó coordinar la fracción edilicia del PAN tuvimos un caso muy sonado, tres de los integrantes de la misma votaron en cabildo en un sentido contrario al definido por el pleno del Comité Municipal, en un asunto de trascendente importancia para el desarrollo de la ciudad. Ante tal desacato, el mismo comité solicitó el inicio del proceso disciplinario, el cual concluyó con las sonoras carcajadas de los procesados al no encontrar la comisión disciplinaria elementos para sancionarlos, como quien dice, el órgano máximo de autoridad partidaria en el municipio les había hecho lo que el viento a Juárez.

La vida pública en general, y la actividad partidaria en particular, carece de herramientas efectivas para garantizar la congruencia de sus actores. Tal vez uno de los casos más emblemáticos sea el del expresidente de la Organización Demócrata Cristiana en América, Manuel Espino Barrientos, quién lo fuera también del PAN nacional.

Después de ser expulsado del PAN por publicar un desplegado en el que llamaba a votar en contra del candidato del partido que presidió a la gubernatura de su natal Durango, Espino buscó registrar un nuevo partido; luego se le vio levantando la mano del entonces candidato Enrique Peña Nieto, con quien no sé si logró algún acuerdo a cambio de su apoyo, pero lo cierto es que no se le incluyó en ninguna tarea de ese gobierno.

Siguió sus deseos políticos convocando a sus afines a un “movimiento”, el cual condujo hasta levantarle nuevamente la mano al entonces candidato Andrés López, quién sí lo integró como Comisionado del Servicio de Protección Federal, cargo que dejó para registrarse como aspirante a la gubernatura de Durango. Ahora se queja de una decisión copular que lo ha dejado fuera de la contienda, y no me extrañaría que busque otras siglas para figurar en la boleta.

Este es un caso, pero hay cientos.

Y son estos casos los que desacreditan las actividades partidarias y desaniman al ciudadano común. ¿Cómo explicar que un exlíder de la democracia cristiana en el continente repentinamente avale una plataforma política que promueve abiertamente el aborto? Está ca…

Si las organizaciones políticas aspiran a recuperar la confianza ciudadana han de trabajar mucho en su interior, en la preparación y adecuada selección de los candidatos que proponen, en el afianzamiento de sistemas de rendición de cuentas que permitan regular la conducta de sus miembros y de funcionarios de ellos emanados. La ciudadanía exige congruencia, y ya no tiene mucha paciencia para esperarla.

Me parece que ese trabajo interno es previo y más urgente e importante que otras herramientas que para tal fin se proponen, como lo es la instauración de “elecciones primarias” que permitirían la participación de la ciudadanía general en la selección de los candidatos de cada partido a un puesto de elección popular.

Hay quien dice “los malos son las personas, no los partidos”, pero si el partido es la fuente de la que salen, y cada vez salen más y más casos a las luz pública, hay que arreglar esa fuente, porque de no lograrlo el siguiente paso es la clausura definitiva.

El otro evento es el cumpleaños de mi amada Irma, que ocurre precisamente el día que estas líneas se verán en tinta y papel. A ella le deseo una vida plena y feliz, y a usted una muy feliz Navidad. De los detalles de los festejos le doy cuenta la próxima ocasión en que nos encontremos hablando de…

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