Ricardo Jalil Ocampo Moncada, el mejor amigo del hombre
Nació entre mascotas, en el mundo de los animales que periódicamente llegan a una veterinaria, en donde sus padres fincaron un imperio con mucho prestigio
Carlos Morán / Diario del Sur
Es el primogénito del reconocido veterinario Ricardo Ocampo José, de quien heredó la vocación por la medicina veterinaria y de su madre, Silvia Moncada Méndez, el carácter, la sensibilidad y amor por los animales.
La historia de Ricardo Jalil Ocampo Moncada está llena de sorpresas, y su vida llena de promesas y esperanzas. Sin duda es de los jóvenes que no tuvo remordimiento alguno al descubrir su auténtica vocación después de haberse convertido en mercadólogo, era otra, y no la que había estudiado.
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Nació entre mascotas, en el mundo de los animales que periódicamente llegan a una veterinaria, en donde sus padres fincaron un imperio con mucho prestigio. Es producto del esfuerzo del trabajo y aprendió desde niño a cooperar, hacer unión a favor de la economía familiar sumándose al equipo de trabajo, aunque nunca soñó con ser veterinario, al terminar el bachillerato, se matriculó en la UVM en Tuxtla Gutiérrez en donde se graduó como Licenciado en Mercadotecnia, tenía tan solo 22 años…
Regresa a Tapachula y esperando esa oportunidad, esa luz para ver que le deparaba el destino, descubrió que su vida había sido en una veterinaria, que su formación y toda su existencia era asistir a mascotas, curarlas y compartir con ellas, así que decide integrarse de lleno a la veterinaria familiar y para no cometer ningún error se inscribe en la UVG Campus Tepic, para convertirse en veterinario.
Mercadólogo de profesión y con instrucción como veterinario amateur, aparece en el mundo Animal’s sorprendiendo a la sociedad con su imagen viril, tono optimista y fresco, así como es él, seguro y de personalidad desenfadada, conquistando el terreno y sobre todo, ganándose la confianza de sus pacientes y clientes, en esta nueva faceta responsable, en donde su padre lo iba guiando.
Ricardo Jalil Ocampo Moncada, desde su trinchera supo que ser veterinario no es solo cuestión de optimizar y mantener sanos a sus pacientes caninos, sino que su vocación va más allá de un duro aprendizaje, y que debe existir por, sobre todo, un amor incondicional a los animales y a la salud, y no solo de sus propios pacientes.
En el trabajo cotidiano de esta noble profesión en donde no todo es felicidad porque se trabaja con vidas, tuvo que profundizarse más en el conocimiento, la conducta y los sentimientos de las mascotas, que como seres vivos, tienen un carácter propio e individual; conviven con humanos así que, ese aprendizaje y enseñanza de cada uno de sus pacientes, lo llevó a prepararse como entrenador, y en este estudio profundo de conducta y vida, supo que entrenarlos, educarlos, domesticarlos, ser parte de ellos y ser casi como ellos para conocerlos mejor, era su pasión.
Se convirtió en educador de perros, arte que por cierto nunca termina porque cada perro tiene una personalidad distinta, pero estaba decidido en ser el mejor, teniendo la asesoría de grandes maestros, y por supuesto, la experiencia con sus clientes (amos de las mascotas), que le exige prepararse desde lo que transmite un perro con los movimientos de la cola, los ojos, conocer a fondo su estado sentimental creando un sistema de indicadores de la conducta para saber leer el estado emocional del perro.
La corona de su profesión se la debe a Leibnithz Antonio Serrano, reconocido entrenador internacional de perros, con quien se preparó en la ciudad de Toluca y con quien ha hecho una gran amistad, invitándolo a Tapachula, para que comparta sus conocimientos con gente que ama a los perros y quienes también se dedican al ramo de la educación canina. Leibnithz es un extraordinario criador de Pastor Alemán y quien le ha surtido genética de estos nobles guardianes.
Ha visitado también en múltiples ocasiones a su maestro Daniel Leyva Carrera, maestro de entrenamiento canino en la ciudad de Guadalajara, quien posee la mejor genética de Pastor Belga Malinois, y así, Leibnithz y Leyva, quienes practican y compiten con el deporte IGP, siglas que define las tres fases; rastro, obediencia y protección, lo que se simplifica a un método de selección de crianza, son sus guías en este deporte de la educación canina.
Siempre ha mantenido una relación amistosa y de trabajo con ambos entrenadores y criadores de perros, quienes han visitado Tapachula, para estar en el terreno en donde Ricardo Jalil educa, y viceversa, nuestro entrevistado de hoy para Diario del Sur, quien viaja frecuentemente para estar a la vanguardia en todo lo que se refiere al mundo Animal’s, especialmente de los caninos.
Daniel Rubín Reyes, honra su profesión con el don de servicio
Nació el 8 de junio de 1981, tiene 42 años, es un hombre comprometido con su profesión pero que siempre, antes de todo, primero está su familiaAsí que, haber vivido desde niño en una veterinaria y al lado de su padre, el mejor veterinario de la región, le dio seguridad para continuar en el camino de la medicina veterinaria. Ha tenido contacto desde niño con animales, dicho en palabras simples, vivió en el mundo Animal’s, ahí se educó, y todas las sobremesas siempre terminaban con el caso de alguna mascota enferma o un cliente que pedía auxilio para salvar “al rey de la casa”, como muchos les llaman a sus amigos caninos.
Y es que poner a “Firulays” en manos de Ricardo Jalil, significa confianza, y en eso trabaja todos los días con sus pacientes, trabajando al lado de un equipo profesional desde hace 13 años que su padre lo dejó al frente de este centro canino.
Pero no todo es perfecto en esta vida, Ricardo Jalil Ocampo Moncada que nació el 16 de septiembre y actualmente tiene 36 años, se casó siendo joven y como en el amor nada está escrito y nada es para siempre, se divorció.
Pero el amor no muere, solo cambia de nombre, así que digamos que Ricardo es el padre de 3 hijos: Camila, Tobías y Ricardo: como buen descendiente de origen libanés, los tres llevan “Jalil”, como segundo nombre.
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Nuestro entrevistado es un hombre esplendido, un bon vivant, le gusta comer bien, es amante de la buena mesa, le gusta la cocina, la buena charla con un buen vino, un filántropo excepcional y quien hace buena química con sus pacientes porque en su interior, existe un alma gemela que conquista y da seguridad, en pocas palabras, disfruta con la misma pasión su vida personal que su oficio como doctor del mejor amigo del hombre.
Ricardo Jalil todos los días prospera, todos los días trabaja innovando, creando y perfeccionando para dar servicio de calidad a sus pacientes, y por supuesto a sus clientes.