Balas, fiesta y caos en cruderías de Mompaní
Las clausuras solo son un descanso para los que venden cerveza y miedo aseguran vecinos
Ángel Gutiérrez y Waldo Maya
En la comunidad Mompaní, ubicada en la capital queretana, la noche no tiene final y la violencia no tiene pausa. Aquí, el peligro se mezcla con la música y el alcohol, y cada brindis podría ser el último.
El pasado 4 de mayo, la Crudería de Moy fue escenario de una nueva tragedia. Un tiroteo estalló en medio de la fiesta, dejando un muerto y dos heridos. Las luces de neón seguían parpadeando cuando llegaron los paramédicos. Para muchos, esa noche fue solo otro capítulo de un guion repetido, donde las balas son protagonistas y la muerte, una visitante frecuente.
“Es normal aquí. Ya no nos sorprende”, dice un vecino que prefirió no revelar su nombre. “Cierran uno, abren dos más. Las clausuras solo son un descanso para los que venden cerveza y miedo”.
Las autoridades clausuraron el bar, retiraron su licencia y aplicaron multas, pero en Mompaní, las reglas se doblan como el cartón de una caja de cerveza. Apenas se colocaron los sellos, otros negocios continuaron operando como si nada. Las bocinas volvieron a rugir, las luces a parpadear, y las copas a chocar.
Esta no es la primera vez que la muerte mancha estas calles. El 15 de enero de 2023, el bar “La Chilanga” se tiñó de rojo cuando un cliente apodado “el Ranas” fue acribillado frente a otros asistentes.
Las autoridades reaccionaron como siempre: clausuras, operativos, revisiones. Pero el eco de los disparos se fue perdiendo entre el murmullo de las botellas que se destapan y las canciones que nunca se apagan.
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Pese a los constantes operativos, las quejas de los vecinos y las promesas de control, la realidad es otra. Los bares siguen abriendo, las fiestas continúan y las balas, como siempre, vuelven a encontrar su camino.
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