Veracruz en “tela de juicio” por poca capacidad para garantizar la seguridad de sus habitantes: Sociólogo
Experto señala que la violencia constante y sistémica debilita el capital social
Ariadna García
El sociólogo integrante de la Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad Veracruzana (UV), Carlos Gabriel Chávez Reyes, consideró que aun cuando Veracruz mejoró una posición en el Índice de Paz México 2025, colocándose en el lugar 11 de las 32 entidades del país, se debe poner en “tela de juicio” la poca capacidad del estado para realizar una de sus principales tareas fundamentales: la de asegurar la protección de sus ciudadanos.
Consideró que el informe presenta una situación paradójica: ciertos delitos disminuyen, como los homicidios o los robos, mientras que otros de gran envergadura aumentan, como delincuencia organizada, extorsión, secuestro y violencia sexual.
“Esto podría ser visto como un estado de anomia en términos del sociólogo Émile Durkheim, en el que las normas sociales se deterioran o entran en conflicto, creando dudas y propiciando la desviación”, explicó.
Amento del secuestros y tráfico de personas es preocupante
En primer momento porque, explicó, este incremento del 3.2% en crímenes vinculados al crimen organizado y el preocupante 25% en secuestros y tráfico de personas no solo son asuntos delictivos, sino también de índole político.
“Estos colectivos ejercen autoridad, dominan territorios, tienen influencia en las economías locales e incluso tienen la capacidad de infiltrarse en instituciones del Estado, desempeñando un papel de actores políticos de facto que retan al Estado mismo”.
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En suma, remarcó, el incremento del crimen organizado, la extorsión y los secuestros señalan una posible contienda por el monopolio de la violencia legítima.
Además, dijo que luego por el elevado grado de percepción de inseguridad (79,3%), pese a mejoras puntuales, evidencia desorganización y el desafío de las instituciones para asegurar un orden social estable y previsible, lo que eventualmente complejiza la vida cotidiana.
Y es que consideró que este miedo, tiene efectos sociales directos como restringir la movilidad, perjudicar la cohesión social, disminuyendo y deteriorando sobre todo la confianza interpersonal entre vecinos que puede conducir al aislamiento.
Es decir, remarcó, la violencia constante y sistémica, así como el temor colectivo, debilitan el capital social, estructuras de confianza, reciprocidad y cooperación, y por tanto es una inquietud significativa.
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