Durante la temporada de otoño e invierno aumentan los casos de atención por trastorno afectivo estacional, que se caracteriza por episodios depresivos por más de dos semanas y requieren atención médica. Sólo entre octubre y noviembre de este año, 1,408 personas han acudido a consulta en instituciones públicas por síntomas depresivos mayores, es decir un promedio de 700 al mes; mientras que en otros meses (de marzo a agosto) se tiene un promedio de 300 casos o menos.
El informe del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica, en el apartado de enfermedades no infecciosas, muestra que a diferencia de otros meses, octubre y noviembre registran un alza en las consultas por trastornos afectivos, y aunque esto se agudiza en diciembre, las consultas disminuyen por la reducción de atenciones por festividades.
La terapeuta Martha Elena Hernández explicó que existen factores que disminuyen la energía en las personas. Entre éstos, "el hecho de que haya menos luz porque como decimos, anochece muy temprano, provoca que las personas se sientan desanimadas, aburridas, y de ahí puede llegar a un estado depresivo que si no se entiende y atiende, puede ser mortal".
En este sentido, indicó que muchas veces las personas no relacionan el factor climático con el estado de ánimo, pero ejemplificó que en temporadas en que el calor es extremo, también se presentan reacciones, como pueden ser irritabilidad, y una tendencia a ser más violentos, aunque esto no ocurre en todas las personas.
Cuando hay una tendencia a un estado de desánimo, más aún cuando se es susceptible a la depresión, afecta el cambio de estación que a su vez marca el clima, generalmente una persona depresiva tiende a deprimirse más en época de frío.
Entre los tipos de trastornos afectivos más comunes se encuentra la depresión, en distintos grados, pero en general se manifiesta con desinterés de la persona hacia casi todas las actividades que en algún momento llevó a cabo de manera natural.
Se observa además aislamiento y preferencia por permanecer dentro de casa, acostada y sin energía para llevar a cabo actividades.
Otro aspecto que se presenta al final de cada año es que con los festejos relacionados con la Navidad, las personas están más susceptibles o con las emociones o sentimientos de nostalgia, tristeza y muchas ocasiones desesperanza.
Entre los sentimientos que pueden agobiar a las personas en diciembre, específicamente está la depresión por seres queridos que ya no se encuentran vivos; divorcio o ruptura en relación sentimental, la pérdida reciente de un ser querido, problemas económicos, entre otros.
Ante ello, la terapeuta recomienda estar siempre atentos a las reacciones de cada persona que comparten un hogar, para lo cual es suficiente con observar si tiene cambios de humor repentinos, pérdida de interés por actividades que anteriormente llevaba a cabo con gusto; aislamiento o alejamiento de amigos, pareja o familia; trastornos de sueño y alimentación, ya sea dormir o comer en exceso o en muy baja cantidad. Ante este tipo de síntomas, es importante solicitar ayuda a un especialista y evitar que el trastorno se agrave.
Publicada originalmente en El Heraldo de Chihuahua