¿Qué sucede cuando tu hijo se traga un chicle?
Tragar un chicle no necesariamente significa que quedará varado en el estómago durante años o causará complicaciones intestinales
Jose Sánchez / El Heraldo de Chiapas
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Con la temporada de fiestas se acerca también el uso común de pirotecnia en México, una tradición que puede tener consecuencias negativas en la salud y bienestar de nuestras mascotasEn una conversación exclusiva con la enfermera del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), abordamos un tema que preocupa a muchas madres: ¿qué sucede cuando un niño se traga un chicle? La creencia popular ha generado mitos sobre los peligros de ingerir esta golosina, y buscamos desentrañar la verdad detrás de estos temores.
Contrario a la idea extendida de que un chicle ingerido permanece en el estómago durante años, desafiando la digestión, los expertos explican que el sistema digestivo humano está diseñado para procesar y eliminar materiales no digeribles, y el chicle no es una excepción. En su mayoría, el cuerpo procesa el chicle a través del sistema digestivo y lo expulsa naturalmente en las heces.
Es importante subrayar que, bajo condiciones normales, tragar chicle no debería representar un problema. Sin embargo, en situaciones excepcionales, especialmente cuando se ingieren grandes cantidades en un corto período o se mezcla con objetos no digeribles, existe el riesgo de obstrucción del tracto digestivo.
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La falta de comunicación sobre la automedicación durante las consultas médicas puede conducir a diagnósticos erróneos y tratamientos inadecuadosLos niños pequeños son más propensos a enfrentar este tipo de situaciones, ya que pueden no comprender completamente la diferencia entre masticar y tragar chicle. Las obstrucciones son más probables cuando se combinan chicle con cáscaras de semillas de girasol u otros elementos no fácilmente digeribles.
En cuanto al proceso de digestión, los componentes del chicle, ya sean naturales o sintéticos, como resina de goma, conservantes, saborizantes y endulzantes, son procesados por el cuerpo. Por ejemplo, los endulzantes, como el azúcar, son absorbidos, mientras que el resto del chicle se desplaza a través del sistema digestivo y se elimina naturalmente.
En resumen, aunque tragar un chicle no debe generar pánico, es esencial recordar que todo debe hacerse con moderación. Mantenerse informado sobre los posibles riesgos puede ayudar a prevenir situaciones poco comunes pero posibles de obstrucción digestiva, especialmente en el caso de los más pequeños. La clave y consejo está en educar a padres e hijos sobre el consumo responsable de esta popular golosina.
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