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Guadalajara15 de mayo de 2025
Análisislunes, 12 de mayo de 2025

El íncipit de León XIV

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León XIV representa un faro en la obscuridad de estos tiempos. Su salutación inicial ante miles de fieles reunidos en la explanada de la Basílica de San Pedro, me ha dejado el corazón alegre y confiado.
Ese Íncipit, quedará grabado por siempre en mi memoria. Este Papa, será conocido como el Papa de la paz, la concordia y la esperanza. Su mensaje es claro, preciso y pronunciado en un tono paternal, como corresponde a un verdadero Pastor de almas, a un misionero de Cristo.
La elección que hizo el Cardenal Robert Francis Prevost Martínez del nombre de León XIV tiene una trascendencia enorme; su antecesor de nombre, León XIII cuyo Pontificado fue uno de los más largos de la historia, fue un hombre que supo enfrentarse a las calamidades de su tiempo con virtuosismo; el movimiento socialista en pleno apogeo y la excesiva presión de Bismark a los católicos alemanes, no fueron obstáculo a la energía y decisión de León XIII para reivindicar los derechos de los obreros y el cobijo amoroso a su Grey Germana, ante los asedios del Káiser.
La Encíclica Rerum Novarum, se convirtió en pieza angular de la Doctrina Social de la Iglesia Católica y que fuera reconfirmada en la Encíclica Quadragesimo Anno del Sumo Pontífice Pío XI, dada a conocer el 15 de mayo de 1931, justo cuarenta años después de la Rerum Novarum (5 de mayo de 1891).
Ese camino de cuidar al rebaño a él confiado, de guiar con su luz evangélica los corazones de los millones de fieles que la Iglesia le ha depositado en custodia, es sin duda alguna el que habrá de seguir León XIV, inspirado por supuesto en la Doctrina de apertura de su antecesor en la Silla de Pedro, el Papa Francisco, de feliz memoria.
Un Agustino sucede a un Jesuita. Un discípulo de la orden eremita inicialmente y mendicante después, fundada por Agustín de Hipona, figura determinante de la Escolástica, punto de unión entre la fé y la razón, y la Doctrina Aristotélica orientada siempre a encontrar la verdad como el summum de todas las cosas es, como decía al principio, un Faro que se encuentra señalando el camino para que las embarcaciones, aun en la inmensa negrura de la noche, y en medio de tempestades, alcancen a ver el camino seguro al puerto que los espera con los brazos abiertos como la Madre amorosa que los extiende para recibir a su hijo.
El mensaje inicial es esperanzador. Sencillo, claro y preciso: que la paz sea con todos y ese camino a la paz solo se logrará poniendo todos nuestro esfuerzo por la unión; y la mirada con misericordia a los más desvalidos, la verdadera labor en pro de los más necesitados, de los pobres de materia y de espíritu, esa es la verdadera pastoral, la verdadera caridad cristiana, la verdadera ayuda a los mas pobres, el verdadero humanismo.
León XIV en su Íncipit, invocó la protección de nuestra Madre María; la súplica a la Virgen de Pompeya para que guiara su Pontificado y nos recuerda otra Encíclica: La Mater et Magistra de 1961 en el Pontificado de Juan XIII.
El nuevo Sumo Pontífice, ha dejado de ser Norteamericano por nacimiento y Peruano por adopción, para convertirse en alguien que tiene todas las nacionalidades en una sola, no importa raza ni color de piel ni continente, León XIV recordó en ese inolvidable saludo inicial a la multitud y a los millones de radio escuchas y televidentes, que dejaría de ser él, para que sea Cristo el que brille; una evocación teológica de gran significado que a la mayoría se les escapó comentar, porque recordó sin decirlo, las palabras de Juan el Bautista: “Él debe crecer y yo debo menguar”. Epítome de la humildad.
Como Jefe de Estado, sin duda marcará distancias para gobernar con mano firme esa pequeña porción que se encuentra dentro de la bella Roma, gracias al Concordato que puso fin al conflicto de los Estados Pontificios y el antiguo Reino de Italia; finalmente, todos los caminos conducen a Roma y la Vía de la Conciliación es muy ancha y ya lo vimos en sus primeras exhortaciones por la Paz en Ucrania y Gaza.
Conforme vaya avanzando el tiempo, irá llevando con mano firme el timón de la Iglesia y buscará la concordia intra muros y extra muros, exhortando misionalmente a la comprensión, la paciencia, la prudencia y la tolerancia.
El Lema Papal lo dice todo: recordando el Salmo 127, “In Illo uno unum” es decir en el único, todos somos uno.
Solo nos resta orar para que el Espíritu Santo lo sepa guiar en la difícil senda del gobierno de la Iglesia Católica y fiel a su tradición Agustina y como Colofón, repetiré las sabias palabras de San Agustín: ”Nos hiciste señor para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti”.

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