Y tú, ¿Qué Aprendiste?
La mayoría de nosotros crecimos y fuimos a una escuela, fuese rural, oficial o privada y agradezco los maestros que tuve durante mi vida y que sigo teniendo, porque gracias a muchos de ellos aprendí lo correcto y lo incorrecto, tanto en cómo dar clases, como en responsabilidades y determinaciones, sin embargo en esta etapa de vida donde el final está más cerca que antes, me pregunto: De todo lo que me enseñaron y aprendí, en realidad ¡qué aprendí, y qué me sirvió verdaderamente!
La vida me ha enseñado que lo que deberíamos haber aprendido no se encuentra en las escuelas ni en los colegios, se aprende en el andar por la vida; porque, que yo recuerde, nadie me enseñó jamás que debía caminar por la vida sin depender de nadie y ser autosuficiente, ni que en este camino, al final, me daría cuenta de ¡cómo somos entes que dependemos de otros!, sobre todo dependeremos de ellos al aceptar sus críticas y comentarios como dogma de fe, convirtiéndonos en marionetas, no sólo de los que nos rodean sino del sistema que nos gobierna e indica cómo es la autoridad, así, hemos sido parte de cambios sociales que nos afectan, afectaron y siguen afectándonos, cambios que se han dado parcialmente sin percibirlos, tanto en el sistema social como de autoridad y gobernabilidad convirtiéndonos en verdaderas marionetas que se dejan llevar sin percibirlo, por estos cambios.
Ahora, resulta que la tecnología que hemos adquirido como forma de vida, no es tan buena como nos la vendieron y nos hemos hecho robots dependientes de las redes sociales, de los aparatos celulares y de la inteligencia artificial que al final no funciona sin energía y, en un momento de apuro, la vecina vale más que todos los seguidores del mundo digital, sí, esa mujer que pocas veces saludamos y sin embargo existe sin siquiera darnos cuenta de quién es, pues más importante es saludar en facebook a quienes jamás conoceremos que a quien en vida real tenemos.
Por eso, hoy que en el espejo veo los cambios en mi rostro y cuerpo por el tiempo que he vivido puedo darme cuenta que el camino que seguimos, en ocasiones, es un callejón sin salida, que el tiempo pasa y no hace milagros y mis arrugas, ahí están y seguirán incrementándose, que el dolor no se borra pero se atenúa, que lo único que cambia eres tú como una constante y curarse no es estar sentado esperando que lo vivido deje de doler, pues se cura cuando miras las heridas de frente, sabiendo que no son parte de ti, aunque las hayas experimentado y que la brisa y lozanía de la juventud no se pierde si aplicas el sentido común para apreciar lo verdaderamente apreciable y necesario, como es, levantarse cada día y agradecer a quienes tienes a tu lado y a quienes no, también.
Si cierro mis ojos y me remonto a mi juventud puedo ver con tristeza que muchos que caminaron conmigo ya no están y también veo que muchos otros que aquí se encuentran, en realidad no dan importancia a mi existencia y que las cremas y las joyas y las fiestas van perdiendo importancia y lo que importa y tiene valor es tener un buen amigo o compañero con el que se pueda compartir en el día con día, porque aquella piel sin pliegues, joven, tierna y muy inexperta se transformó, convirtiéndome en una mujer que aún no pierde el brillo en sus ojos y vive esperanzada para encontrar un verdadero amor, sabiendo que éste, llega, cuando aprendes a amarte abriendo los ojos y concentrándote en tu mirada que aún no pierde brillo, ¡porque el brillo viene del alma. Por eso pese a mis arrugas, no me siento marchita, me siento plena y feliz, aunque algunas huellas quedan no lograron crear arrugas en el alma, ya que esas no se disimulan y se originan y permanecen o no, acorde a la actitud con que viviste tus experiencias, el amor y los años; porque los logros, las virtudes, el encanto, el hechizo, la magia, la maternidad y todo lo que implica ser mujer, es parte de lo vivido.
Así que, a disfrutar las arrugas que no se quitan con cirugía plástica ni con bótox, se quitan al ver los ojos de mis hijos, hermanos, nietos y amigos, del ser que amo y me ama, de reconocer que aquellos dulces 15 o 16 fueron grandiosos, de reconocer que estos maravillosos años que ostento son mejores, pues he dado vida, valores, consejos, me he convertido en aprendiz y maestra, en un ejemplo a seguir para muchos y mal ejemplo para otros, soy la destreza y la práctica. Me he permitido y permito abrazar y besar mucho, también me he permitido y permito aún hoy, llorar y reír mucho, he triunfado y perdido en el intento de trascender y ganar; lo que se nota en mi piel, son los seres queridos que partieron antes que yo, porque mi cara revela el paso del tiempo y de toda una vida fascinante que muestra que he vivido con errores y aciertos que no deseo cubrir o borrar, porque ahí están y seguirán hasta que que una nueva vida me llame y condecore con el final de una orgullosa vida y como espero que tú, también veas con orgullo la vida que tienes y vives, me agradarían tus comentarios en ángeldesofia@yahoo.com.mx. Agradeciendo tu lectura.