Misa Crismal reúne a 225 sacerdotes en el Templo de San Francisco en Celaya
Durante una hora, los sacerdotes participaron en una Hora Santa, teniendo como sede la Catedral
Ana Medina
CELAYA, Gto.- Durante una hora, los sacerdotes, encabezados por Monseñor Víctor Alejandro Aguilar Ledesma, Obispo de la Diócesis de Celaya, oraron y meditaron la Palabra de Dios en la Catedral. Al finalizar, se dirigieron en procesión hacia el Templo de San Francisco para concelebrar la Sagrada Eucaristía.
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En su mensaje, el Obispo mencionó que ser sacerdote es una gracia muy grande, no para ellos, sino para los demás y la Iglesia. Refirió que en este año santo los clérigos recibieron la tarea de llevar esperanza a los lugares donde se ha perdido y los exhortó a ser siempre alegres y entusiastas.
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El padre Crisanto Rico pidió evitar las situaciones de riesgos, los vicios y todo aquello que pone en riesgo la unidad de la familia y la sociedadAhí donde “la vida está herida por tantas promesas incumplidas, tantos sueños frustrados y tantos corazones abrumados por la adversidad, por la violencia, por la inseguridad. Hermanos, llevemos la esperanza a nuestro pueblo, encendamos esa llama de esperanza. Hay tanta gente que ha tenido todas estas situaciones tan dolorosas en su vida”.
“Sacerdotes de nuestra amada Diócesis de Celaya, estamos llamados a mantener encendida esta llama de la esperanza, a ser misioneros de la misericordia, a invitar a nuestros hermanos a la conversión y al encuentro con Jesús. Hermanos sacerdotes, caminemos juntos iniciando un nuevo camino de esperanza que se abre para todos en este año santo”.
Al finalizar su mensaje, los 225 sacerdotes, de pie ante el obispo, renovaron las promesas que hicieron el día de su ordenación. Después Monseñor Aguilar Ledesma pidió a los fieles orar por los clérigos y por él mismo como pastor de la diócesis.
Más tarde, bendijo y consagró el Óleo de los Enfermos, que es utilizado en el sacramento de la Unción; el Óleo de los Catecúmenos, que es aplicado a quienes se preparan para recibir el Bautismo; así como el Santo Crisma, que es el más solemne, ya que es mezclado con un perfume aromático, consagrado con una oración especial, mientras que obispo sopla sobre el recipiente como signo del Espíritu Santo.
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Esta práctica se originó en Roma en el Siglo XVI. Con el tiempo, esta costumbre se extendió a todo el mundoAl concluir la misa, los representantes de los diferentes templos y parroquias recogieron los óleos y aceites, los cuales serán usados a lo largo del año en los diferentes sacramentos, como lo son: el Bautismo, la Confirmación, la Unción de los Enfermos, la Ordenación Sacerdotal y la consagración de las Iglesias y sus altares.