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Ciudad de Mexico30 de mayo de 2025
Gossipmartes, 29 de abril de 2025

La amistad de Serrat y Jordi Soler dan vida a una canción y un libro

El escritor presenta “Y uno se cree”, la historia que cuenta el proceso creativo que siguieron para escribir un tema que aún no está listo

Jordi Soler
El escritor Jordi Soler  dice que Joan Manuel Serrat lo conectó con Cataluña, la tierra de sus padres / Foto Nadya Murillo/ El Sol de México
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Rosario Reyes / El Sol de México

La especie Xirimiticuaticolorodícuaro no existe. O sí, en la narrativa de Jordi Soler. Su novela Ese príncipe que fui, sobre el último heredero del emperador Moctezuma, narra un pasaje que motivó a Joan Manuel Serrat a invitar al escritor a componer juntos una canción.

Esa clase de ave, “impronunciable para mí, no para Joan que la dice y la canta perfectamente”, cuenta Soler en entrevista con El Sol de México, habita además en el tema que ambos están afinando.

“Habrá canción”, promete el escritor, quien en su nuevo libro, que lleva por título una frase de un tema de Serrat, narra cómo en febrero de 2021, comenzaron a escribir una canción que incluyera en su letra esa exótica especie de ave.

“Todo era tan perfecto, que había que escribirlo”, agrega el autor de “Y uno se cree” (como canta Serrat en “Aquellas pequeñas cosas”), el libro sobre este proceso en el que continúan y que probablemente formará parte del disco que planea grabar Serrat.

Un pequeño catalán en Veracruz

Este libro “tiene la mirada del niño que mira a su cantante predilecto”, admite Soler. En su infancia, la familia de exiliados catalanes escuchaba las canciones de Joan Manuel Serrat, que los arraigaban al país que se vieron obligados a abandonar, en discos que llegaban a La Portuguesa, en Veracruz, luego de una larga travesía desde Barcelona.

“Yo tenía la sospecha que era una lengua que se habían inventado ellos para que los niños no entendiéramos lo que decían y cuando oí el primer disco de Serrat en catalán me di cuenta de que era una lengua como otras”, menciona sobre sus recuerdos de aquellas canciones, de las que escribía versos en papeles que luego guardaba en sus bolsillos.

Una canción convertida en libro

“Durante todo el proceso de la escritura de la canción, iba ensayando la letra en una página y en la siguiente contextualizaba lo que había pasado ese día”, relata acerca de cómo decidió escribir esta bitácora que es un ejercicio de memoria, de reflexión y testimonio de una amistad que nació de la admiración mutua.

“Cuando tuve las dos partes, la canción y su contexto, se lo conté a mi amigo Sergi Pàmies, un escritor catalán, que es el primer lector de todos mis libros y me dijo que tenía que escribirlo. Pensé que a lo mejor era demasiado experimental, pero podría ser una buena idea.

“En la familia estaban un poquito dudosos, mi hija me decía ‘¿crees que a alguien le puede interesar tu aventura con tu amigo?’, ‘puede que no, no lo sé’, le respondía. Luego resultó que sí”.

Amigos de larga data

En 2004, el periodista Iñaki Gabilondo invitó a Joan Manuel Serrat a comentar una novela en televisión. Era “Los rojos de ultramar”, de Jordi Soler. El artista quiso conocer al escritor, se encontraron en un restaurante (como ahora hace con frecuencia) y desde entonces son amigos.

“La amistad, como bien sabrás, es precisamente la igualdad entre dos personas”, afirma el exdirector y locutor de la extinta emisora Rock 101 que en los 80 y 90 abrió un panorama musical a los jóvenes de la época. Y si bien reconoce una admiración mutua, “cuando estamos sentados en una mesa somos dos amigos que hablamos de otras cosas, nunca de sus canciones ni de mis libros, hablamos de nuestros hijos, de proyectos, de qué vamos a hacer con esta canción, después de hacer el libro. Ahora nos tenemos que sentar a hacerla, en eso estamos”.

Para Serrat, sí, escribiría otra canción, algo que no había hecho desde que compuso la letra de dos temas del disco “Babel”, de 1996, de Santa Sabina, asegura quien ya era escritor cuando trabajó en la radio.

Con novelas publicadas y un libro de poesía, para él en esos años, “la radio era una manera muy divertida de ganarme la vida”, dice restando importancia a la aportación musical y literaria de su voz al micrófono.

“Lo que más me conmueve de ese trabajo mío, fue esa huella que dejé involuntariamente en la gente. Yo sólo me estaba divirtiendo, lo confieso”.

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Jordi Soler, quien vive, igual que Serrat en Barcelona, tiene pendiente la publicación de una novela en España, de la que no revela el título “por superstición”, así como un ensayo sobre “todo lo que hemos perdido con los adelantos tecnológicos”.

Y trabaja en otro libro de ensayos sólo para México, “sobre mi relación siempre virtual con el subcomandante Marcos en la época del levantamiento zapatista, cuando yo trabajaba en la radio y dábamos conciertos en la UNAM para ayudarlos, llenábamos tráilers de alimentos para llevarlos a Chiapas, ese libro quiero que salga aquí”.

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