elsoldepuebla
Puebla20 de mayo de 2025
Localsábado, 10 de mayo de 2025

Crianza y educación, el doble desafío que enfrentan las madres docentes

La sensibilidad que tienen como madres hace que en su rol de maestras sean empáticas

Ser madre y maestra es una labor compleja que implica un doble desafío la crianza y la educación.
Ser madre y maestra es una labor compleja que implica un doble desafío: la crianza y la educación. / Foto: Erik Guzmán / El Sol de Puebla
Síguenos en:whatsappgoogle

Erika Reyes / El Sol de Puebla

Ser madre y maestra es una labor compleja que implica un doble desafío: la crianza y la educación. Para realizar esta tarea las mamás docentes no solo deben de cumplir con sus responsabilidades familiares, sino desempeñar su vocación y profesión enfrentando dilemas como administrar su tiempo.

La figura del docente es esencialmente formativa y de ninguna manera puede suplantar la imagen de una madre, pero el respeto, el reconocimiento y el compromiso que una mamá maestra tenga con la educación de sus alumnos, permitirá que se generen vínculos afectivos y de correspondencia que pueden lograr la apertura de los alumnos hacia ella.

➡️ Únete al canal de El Sol de Puebla en WhatsApp para no perderte la información más importante

La misma sensibilidad que tienen como madres hace que en su rol de maestras sean más empáticas y sensibles ante las problemáticas que viven sus alumnos. Por eso imparten una enseñanza que se fundamenta en el afecto, el respeto y la comprensión, lo que en muchos casos favorece el desarrollo del estudiante.

Sin importar el número de horas y el nivel escolar en el que imparten clases, en el estado de Puebla hay 104,593 docentes de los cuales 67,145 son mujeres, según datos de la Secretaría de Educación del estado. Esto quiere decir que un 64% de esos maestros son mujeres que, en promedio, pueden pasar de 15 a 48 horas trabajando en su labor, lo que implica que la mamá maestra debe dividir su tiempo entre la crianza y la educación de muchos estudiantes.

Ana Rubí González Velasco es madre de dos pequeños, uno de dos años y medio y otro de tres años y medio.
Ana Rubí González Velasco es madre de dos pequeños, uno de dos años y medio y otro de tres años y medio. / Foto: Erik Guzmán / El Sol de Puebla

Del amor de madre a la educación de maestra

Ana Rubí González Velasco es madre de dos pequeños, uno de dos años y medio de maternal, y otro de tres años y medio que va al kínder. Se desempeña como maestra en la Preparatoria 2 de Octubre de 1968 impartiendo clases a alumnos de entre 15 y 16 años de segundo de prepa.

“Ahora que tengo hijos entiendo más a mis alumnos. Me doy cuenta que como papás debemos estar muy pendientes del desarrollo de nuestros hijos y de sus sentimientos, porque eso se les queda en su interior y afecta en positivo o negativo su desarrollo”, señaló.

Durante los diez años en los que ha desempeñado su labor docente, González Velasco ha sido empática con sus alumnos y ha estado atenta a sus preocupaciones, tratando de validar sus emociones, sin juzgarlos. Esto ha permitido tener una comunicación tan abierta con ellos que se acercan para contarle asuntos muy personales.

“Un día un alumno me leyó una carta de amor que escribió y me preguntó mi opinión, yo le respondí y me pareció un gesto de confianza muy bonito. También tengo muchos alumnos de papás separados y básicamente los niños vienen a clase con la presión de tener que sacar un 10 o un 9 para que el papá no castigue a la mamá quitándole la pensión. Si llegan a clase con problemas de su casa o con algo que los afecta es importante identificarlo y acercarse a ellos para que no se bloqueen”, detalló.

Refirió que los alumnos no deberían de asistir a clases con esa preocupación porque deberían de estar abiertos a recibir la instrucción y en muchos casos no es así.

“Enfrentar una situación como mamá y docente es muy dura. Un día se me estaba desmayando un alumno porque no había desayunado y cuándo le pregunté me dijo que en su casa no había comida. Entonces le di diez pesos para una torta. Eso me pegó fuerte, me sentí muy mal, porque yo me levantó a las 5:30 para preparar el lunch de mis hijos y el de mi pareja”, explicó.

González Velazco se ha ganado el respeto y la confianza de sus alumnos con empatía y entendimiento.
González Velazco se ha ganado el respeto y la confianza de sus alumnos con empatía y entendimiento. / Foto: Erik Guzmán / El Sol de Puebla

González Velazco se ha ganado el respeto y la confianza de sus alumnos con empatía y entendimiento. Sus clases son abiertas y participativas lo que ha generado mucha confianza en los alumnos, a quienes también escucha para tener un mayor entendimiento.

“Yo les hablo bien, no bonito, me intereso por ellos, e intento darles confianza y seguridad en ellos mismos para que aprendan mejor. El simple hecho de escucharlos y hablarles en un tono de voz tranquila, les gusta; también les da confianza hablarles como igual pero como respeto”, aseguró.

Cuando la maestra llega a su casa tiene que dedicarse a la crianza de sus hijos pequeños. Su amor de madre ha hecho que tenga la paciencia y la dedicación para hacerlo. “Hay que atender a los hijos durante todas las etapas, aumentar su seguridad, protegerlos y cuidarlos para que cuando sean adolescentes no sean blanco de ningún tipo de violencia escolar. Es importante que desde chiquitos vayan desarrollando sus habilidades. Me gusta enseñar y se me ha dado bien tanto para mis hijos como para los jóvenes”, finalizó.

Eugenia Herrera tiene doce años como docente y actualmente imparte clases de español en primero de secundaria.
Eugenia Herrera quien tiene doce años como docente y actualmente imparte clases de español en primero de secundaria. / Foto: Erik Guzmán / El Sol de Puebla

Compromiso y responsabilidad en la calidad educativa

Establecer una comunicación abierta y honesta con los alumnos por parte de la maestra, es fundamental, al igual que establecer límites y normas claras.

“Para ser mamá y maestra tuve que partirme en 20 mil pedazos porque en este caso yo soy divorciado e hice el papel de papá y mamá cuando mis hijos eran adolescentes, iban en secundaria”, dijo Eugenia Herrera quien tiene doce años como docente y actualmente imparte clases de español en primero de secundaria en el Colegio Lyno Puebla.

Refirió que fue muy difícil ser mamá y maestra, y que hasta la fecha sigue siéndolo porque sus hijos son profesionistas jóvenes y aún viven con ella. “Ya son adultos pero les tengo que dar acompañamiento”.

Mencionó que el hecho de ser madre la sensibilizó como maestra, y dependiendo de la confianza que les das a los alumnos, se abren más contigo que con sus padres. Confían más en su maestra que en sus papás, así le pasó con sus hijos cuando ellos estaban en el colegio.

“Esa confianza hace que vayas conociendo a tus alumnos y te des cuenta cuando tienen sueño, frío, hambre, cuando durmieron o no durmieron. Uno como maestro se tiene que acercar para preguntarle que tienen y ellos se abren con uno para sentirse cobijados”, señaló.

Para Eugenia la organización es la base de todo y ha sido lo que le ha permitido desarrollarse como maestra y mamá.
Para Eugenia la organización es la base de todo y ha sido lo que le ha permitido desarrollarse como maestra y mamá. / Foto: Erik Guzmán / El Sol de Puebla

“También me pasaba con mis hijos, los notaba raros y les preguntaba que tenían y me decían que nada. Muchas veces me enfocaba en lo mío y dejaba de lado lo que sentían. Pero a la hora de la cena platicamos y ya después cada quien se iba a su cuarto”, aseguró.

Con los años, Eugenia aprendió a dejar su trabajo de lado a partir de cierto horario para tener cercanía con sus hijos y atender sus necesidades. Así darles tiempo de calidad, el mismo que les ofrecía a sus alumnos.

Para ella es importante identificar cuando sus alumnos cambian de estado de ánimo o bajan su rendimiento escolar porque normalmente eso indica que tienen problemas. Entonces se acerca a ellos para preguntar y que se abran con ella.

“Muchas veces tienen algún tipo de carencia afectiva y es cuando nos acercamos. Les digo que pueden confiar en mí y para los chavos son palabras mágicas”, aseguró, y dijo que, en la adolescencia, la mayoría de sus problemas son de atención o simplemente tienen necesidad de ser escuchados porque necesitan expresar lo que sienten.

Para Eugenia la organización es la base de todo y ha sido lo que le ha permitido desarrollarse como maestra y mamá. Tiene horarios y actividades estrictas que no debe dejar pasar para poder cumplir. También les ha enseñado a sus hijos y a sus alumnos a hacerse responsables valorando su trabajo y su tiempo.

“Yo no les regalo una calificación o un punto extra para mejorar su trabajo, me tienen que dar algo a cambio. Los mismo mis hijos, yo les doy, pero ellos me dan, así se comprometen y se hacen responsables. Esto me ha ayudado también a mejorar mi calidad educativa”, concluyó.

NOTAS RELACIONADAS

Más Noticias