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Puebla29 de mayo de 2025
Localjueves, 23 de enero de 2025

‘Lo hice por mis hijos’: El sacrificio de una madre zacateca en busca del sueño americano

La motivación principal detrás de su sacrificio fue clara, confesó durante una entrevista realizada vía telefónica desde Filadelfia

MIGRANTE POBLANA
Martha Lizeth, nacida y criada en el Pueblo Mágico de Zacatlán / Cortesía: Martha Lizeth
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Edgar Barrios / El Sol de Puebla

Zacatlán, Pue.- Martha Lizeth, nacida y criada en este Pueblo Mágico, tomó una de las decisiones más difíciles de su vida: dejar a sus hijos, su hogar y su tierra para emprender el peligroso camino hacia Estados Unidos. Todo con la esperanza de brindarles un futuro mejor, según narró en entrevista – vía telefónica – en el contexto de las políticas migratorias impulsadas por el Presidente norteamericano Donald John Trump.

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La motivación principal detrás de su sacrificio fue clara:

Quería algo propio, algo donde mis hijos pudieran sentirse seguros, un lugar al que llamáramos hogar. Aquí en México veía ese sueño como algo lejano, tal vez a 20 años de distancia, confesó durante una entrevista realizada vía telefónica desde Filadelfia, donde ahora reside.

Antes de emigrar, hace ya casi dos años, la vida para Martha Lizeth era una lucha constante. Con un sueldo de apenas 600 pesos semanales por largas jornadas de trabajo, se sentía atrapada en un ciclo interminable de pobreza. “Había días en que lo poco que tenía debía dividirlo en tres. Me dolía decirles a mis hijos que no podía comprarles lo que pedían. No se quejaban, pero yo veía su tristeza, y eso me partía el alma”.

El detonante para tomar la decisión de emigrar ocurrió un día que quedó grabado en su memoria. Mientras cuidaba a sus sobrinos, su cuñado llegó con regalos para ellos, pero apenas compró un simple paquete de churritos para sus hijos. “Sentí mucho coraje. Pensé: ‘Mis hijos no merecen esto, no voy a permitir que pasen por esto otra vez’. Fue entonces cuando decidí que me iría a Estados Unidos, pasara lo que pasara”.

La travesía: miedo y resistencia en el desierto

Reunir los 13 mil dólares que le cobraron los coyotes fue otro desafío monumental. Martha Lizeth trabajó jornadas dobles, pidió préstamos y vendió lo poco que tenía. Finalmente, llegó el día de partir.

El trayecto hacia Estados Unidos estuvo lleno de incertidumbre y peligro, especialmente al cruzar el desierto. Fueron cuatro días de caminar bajo el sol abrasador, sin más agua ni comida que la que pudieron cargar al inicio y superar tres noches.

Cada paso era un reto. El calor te agota, el cuerpo te duele, y el miedo te acompaña todo el tiempo. A cada momento piensas: ‘¿Y si no lo logro? ¿Y si me atrapan? ¿Y si muero aquí?’.

Además de las condiciones extremas, Martha Lizeth tuvo que cargar una cantidad significativa de dinero para pagar el “derecho de paso” a los grupos del crimen organizado que controlan la frontera. “Es un riesgo tremendo, pero si no lo haces, no pasas. Todos llevamos ese miedo de que alguien nos robe o que nos traicionen. Pero no hay otra opción”.

El grupo de migrantes con el que viajaba enfrentó temperaturas extremas, noches heladas y constantes amenazas de ser descubiertos por la Patrulla Fronteriza. “Recuerdo una noche en la que el coyote nos obligó a escondernos entre matorrales porque escuchamos un helicóptero. Estuve casi dos horas sin moverme, con el corazón latiendo a mil por hora”.

Martha Lizeth vio a otros migrantes derrumbarse en el camino. Algunos no podían seguir por el agotamiento, otros sufrían deshidratación. “Fue desgarrador dejar atrás a personas que ya no podían continuar. Pero sabías que si te detenías, arriesgabas todo el grupo. Tenías que seguir adelante”.

La soledad, el miedo y un plan alternativo

Finalmente, después de días que parecían eternos, Martha Lizeth logró cruzar a Estados Unidos. Sin embargo, la sensación de triunfo se vio rápidamente opacada por la tristeza de estar lejos de sus hijos. “Hablo con ellos todos los días por videollamada, pero no es lo mismo. No puedo abrazarlos, no puedo cocinarles, no puedo ayudarles con la tarea. Me duele no estar ahí para ellos”.

A esto se suma el constante temor a ser deportada. “Siempre vivo con miedo de que un día no regrese a casa. Sé que si eso pasa, todo lo que he sacrificado habrá sido en vano”. Sin embargo, Martha Lizeth no deja nada al azar. Si llegara a ser deportada, tiene un plan: regresar a Zacatlán y buscar empleo en el sector turístico, aprovechando los idiomas que ha aprendido en Estados Unidos. Además, ha comenzado a ahorrar para emprender un negocio propio, con la esperanza de no volver a enfrentar las carencias del pasado. “No quiero depender de nadie nunca más. Si tengo que regresar, lo haré con dignidad y con las herramientas para salir adelante”.

Hoy, Martha Lizeth trabaja en Filadelfia, enviando la mayor parte de sus ingresos a México para que sus hijos tengan una mejor calidad de vida y para ahorrar lo suficiente para construir su casa.

Sé que mi sacrificio tiene un propósito, y eso me da fuerzas para seguir adelante. Pero también sueño con el día en que podamos estar juntos otra vez.

La historia de Martha Lizeth es un reflejo de las dificultades que enfrentan miles de migrantes mexicanos, especialmente bajo un contexto de políticas migratorias restrictivas como las implementadas durante el gobierno de Donald Trump. En cada decisión, cada paso y cada lágrima derramada en el desierto, se encuentra el sacrificio de quienes, como Martha Lizeth, buscan un futuro mejor para sus familias. “Lo hice por mis hijos”, concluyó.

Hoy trabaja en un restaurante, ya terminó de pagar a los polleros, así como a las personas que la trasladaron, ya en Estados Unidos.

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