Pandacornio.Art, arte en miniatura

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Mario Luna

Personajes de películas, frutas, comida, animales, alienígenas y otros objetos son las creaciones de Ángela Gabriela, artista que desde hace 10 años se dedica a elaborar figuras en miniatura. En este tiempo ha adiestrado la paciencia y su destreza para colocar detalles minuciosos en dijes y aretes se ha perfeccionado. Todo lo hace dentro de su emprendimiento de nombre Pandacornio.Art.

Cuenta que aprendió a trabajar con arcilla polimérica gracias a sus tíos, quienes sin egoísmo le enseñaron todo lo relacionado con la manipulación de este material. A partir de esas clases, practicó y práctico hasta llegar a dominar el arte de la creación de figuras miniaturas. Dice que actualmente cuenta con un catálogo de 150 modelos, cuyo tamaño va de uno a 3 centímetros.

Afirma que todas sus creaciones son hechas a mano, aspecto que le da un valor agregado a cada uno de los dijes y aretes que dispersa sobre una pequeña mesa cada que sale a vender. Dice que el proceso de moldear la figura no es complejo, lo difícil es agregar detalles, sobre todo cuando se trata de figuras humanas, pues se deben de delinear un rostro capaz de expresar una emoción.

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“De las cosas más complicadas son las caras humanas. Realmente nos dedicamos un poco más hacia los personajes, pero siempre sacar un nuevo modelo es lo más complicado. Hacemos bastantes prototipos como debe de ser. Sacamos medidas y todo lo que conlleva (…). Mientras detalles tenga o más cosas tenga, pues va a ser un proceso más complicado”, comenta en entrevista.

Con una voz llena de seguridad, destaca que su precisión es milimétrica para colocar cada uno de esos detalles que dan color a las figuritas que realiza. Añade que su arte es demandado por personas de todas las edades, desde adultos que se acercan a su mesita y entrecierran los ojos para enfocar el dije, hasta niños que son atraídos por los personajes de las películas de moda.

Sobre el nombre de su emprendimiento, Ángela Gabriela menciona que este es un juego de palabras que le recuerdan los momentos en que su hermana -a la que le apodan “panda”- le ayudaba a la creación de estas miniaturas. Hoy, el Pandacornio ya no solo se quedó en el título de su pequeño negocio, sino que se trasladó a su piel, donde quedó impregnado en tinta negra y de colores.

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“En ese entonces, después de que aprendí, mi hermana me ayudó mucho en esto. A ella le dicen panda y bues de ahí salió el nombre. Digamos que es una fusión de cosas que nos gustan a las dos”, alcanza a decir antes de que una mujer interrumpa la entrevista.