Ley antichatarra, un drástico cambio para infancias y cooperativas escolares en SLP

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Patricia Calvillo

Desde el pasado 29 de marzo, una nueva normativa implementada por la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de San Luis Potosí, ha transformado la forma en que se manejan los alimentos en las escuelas. Esta medida, que busca erradicar la venta de productos chatarra en las cooperativas escolares, ha generado tanto inquietud como esperanza en las comunidades educativas, por un lado, se ayuda a inhibir los niveles de obesidad en las infancias, pero por el otro las cooperativas ven menos ganancias.

Juana María Herrera García, encargada de la cooperativa de la escuela primaria Julián Carrillo, ubicada en la calle de Valenzuela de la colonia San Francisco del municipio de Soledad de Graciano Sánchez, comparte su experiencia con este cambio que ha afectado tanto a los estudiantes como a los encargados de las cooperativas.

“Ayer, fue mi primer día con esta nueva normatividad, y la verdad fue un cambio muy drástico para los niños”. Desde la implementación de la medida, se han eliminado los productos como papitas, golosinas, refrescos y otros procesados que anteriormente eran muy populares entre la comunidad estudiantil. En su lugar, se ha promovido la venta de alimentos más saludables, como frutas, verduras, esquites, elotes, palomitas sin aceite, entre otros.

Sin embargo, este cambio no ha sido fácil para los niños “cuando les dije que ya no habría más de esos productos, vi sus caras de sorpresa y preocupación. Los niños estaban buscando lo que siempre compraban, como las sabritas o las pizzas”. Para los menores, la transición ha sido un desafío, ya que muchos de ellos estaban acostumbrados a consumir chatarra a diario.

La implementación de esta nueva normatividad fue anunciada de manera reciente y ella recibió la noticia apenas la semana pasada, lo que dejó poco tiempo para hacer ajustes en sus vendimias “todo el producto que tenía en la cooperativa, como los dulces y otras golosinas, tuve que guardarlo en casa”, explica. Esta situación ha generado pérdidas económicas para los encargados de las cooperativas, quienes ahora enfrentan el desafío de adaptar sus menús y encontrar productos que sean tanto saludables como accesibles para los niños.

La nueva normativa también ha provocado una disminución en las ventas. Aunque muchos niños ahora llevan su lonche de casa, aquellos que solían comprar golosinas en la cooperativa ya no están comprando “sí, la venta bajó mucho. Muchos niños llegaban con 5 pesos, y antes podían comprar una paleta, un chicle o una bolsa de papas. Ahora, con el menú saludable, solo pueden comprar media naranja con chilito”.

Una de las principales preocupaciones de los encargados de las cooperativas es el aumento en los costos. Los alimentos saludables, como frutas y verduras, son más caros que los productos procesados, lo que ha generado un impacto en la rentabilidad de este tipo de negocios en las escuelas. “La fruta de temporada, como el mango, está muy cara, está en 60 pesos, y los niños ahora piden mangonada. Además, el costo de hacer las palomitas de maíz, el gas y otros ingredientes también ha aumentado”.

A pesar de los esfuerzos por ofrecer menús más saludables, los costos más altos y la disminución en las ventas han afectado gravemente la rentabilidad de estos pequeños negocios “antes, con los productos chatarra, la ganancia era mucho mayor. Ahora, con el menú saludable, la ganancia no es la misma, y debemos hacer ajustes para cubrir los costos”.

Uno de los principales retos que enfrentan las cooperativas escolares es la competencia de los vendedores ambulantes que operan fuera de las escuelas. Aunque dentro de las instalaciones de las escuelas se ha implementado la normativa para eliminar los productos chatarra, los niños a menudo recurren a los puestecitos que se encuentran fuera de la escuela al salir o al entrar. “Hoy vi a muchos niños con juguitos, cocas, papitas y galletas de los vendedores ambulantes. Y eso es algo que nos preocupa mucho, porque mientras dentro de la escuela estamos tratando de ofrecer productos saludables, afuera hay personas vendiendo lo contrario”.

Ha hablado con la directora de la escuela sobre esta situación, ya que considera que los esfuerzos por promover una alimentación saludable dentro de los planteles se ven opacados por la venta de comida chatarra fuera de ellas “nos dijeron que el municipio va a revisar los puestos ambulantes, pero sabemos que no siempre tienen los recursos para hacerlo. Y, además, fuera de la escuela no podemos hacer nada”.

El cambio hacia una alimentación más saludable ha sido complicado, no solo por la logística y los costos, sino también por la resistencia de los niños. “Los niños ya están acostumbrados a ciertos alimentos, y no es fácil cambiar sus hábitos de un día para otro”.

En este contexto, se plantea que la solución a largo plazo debe involucrar un cambio cultural en la forma en que las familias educan a los niños sobre la alimentación saludable, algo que va más allá de las decisiones tomadas en las escuelas.

A pesar de todo esto, se muestra comprometida con seguir cumpliendo con las nuevas reglas, aunque con ciertas reservas “el gobierno quiere que las cooperativas trabajen con productos más saludables, pero las escuelas no tienen un sistema que nos permita mantener una cuota fija para los productos. La venta ha bajado, y los costos son más altos”.

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Con las normativas y las dificultades económicas que enfrentan estas pequeñas tiendas, se necesita un enfoque integral que incluya tanto el apoyo a las cooperativas como la educación de los padres de familia sobre la importancia de una dieta saludable, advierte la experta.

Para los encargados de estos sitios, este es solo el comienzo de un proceso de adaptación que, aunque necesario, viene acompañado de grandes retos tanto económicos como sociales. Para los directivos de las instituciones educativas es también una fuerte responsabilidad porque aquellas instituciones que incumplan con estos ordenamientos serán multadas con 10 mil pesos.

También se acudió a la escuela Carlos Amador, ubicada en la colonia Satélite de esta capital potosina, donde la señora Catalina, madre de familia, ofreció su testimonio argumentando que ya no hay productos de alto contenido calórico “ya no hay variedad, si cambiaron el menú, son muy poquitas las cosas que están vendiendo, poquita fruta, agüitas de sabor y cosas de esas”.

Por su parte la señora Bricia de la escuela primaria Moctezuma Ihuilcamina, que se localiza en esta capital potosina también apunta que “según que como que no hay dulces ni papas”.