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Tulancingo, Hidalgo17 de mayo de 2025
Locallunes, 28 de abril de 2025

Trabajar de textilero, una herencia familiar en el valle de Tulancingo

Cuatro generaciones precedieron la carrera de José Carmen, quien rompió la línea hace dos años al darse cuenta que el plan de carrera en este giro no iba con sus aspiraciones personales 

Textileros
El sueldo tope en una fábrica textil de Tulancingo ronda los 3 mil 500 pesos a la semana para los obreros sin estudios universitarios / Eduardo Islas / El Sol de Tulancingo
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Octavio Jaimes

Poco más de 15 años después de que se insertó a la industria textil, el tulancinguense José Carmen Islas decidió romper con una tradición y herencia laboral familiar que comenzó a principios del siglo XX con su bisabuelo, don José. A él le siguieron su abuelo, luego su padre, y aunque para José Carmen trabajar en una de las fábricas textileras más importantes de Tulancingo también representó en su momento una gran pasión, hace dos años optó por retirarse para tomar otros rumbos más afines a sus aspiraciones personales. 

“Yo vengo de una cuarta generación de textileros. Mi abuelo me cuenta que para su papá, trabajar en la rama textil era como tener una profesión en ese entonces. No había ingeniería industrial o textil, tú te especializabas en cualquiera de las áreas y ya eras jefe aunque no tuvieras título. Eso te daba una jerarquía e incluso una plaza para meter a tu descendencia. Así fue como fuimos entrando. Mi abuelo me cuenta que en esa época, existían los doctores, los arquitectos, los policías y existíamos los obreros. La parte obrera tenía una presencia muy importante en aquellos años, te hablo de los 50”, cuenta. 

Por tal contexto familiar, la decisión de José Carmen sí provocó cierto descontento en su familia, específicamente en su padre, quien llevó su carrera textilera hasta el punto en que hoy vive como pensionado de dicho ramo. Para el progenitor de José Carmen, no solo se rompía una línea que “ya era tradición en mi casa”, sino que culminaba una herencia de trabajo marcada, a palabras del entrevistado, por “una rutina y un trabajo muy empírico”. Laborar en el textil tulancinguense significa, según cuenta, empezar desde abajo, como él, que llegó “barriendo los pisos”, con un salario promedio de 260 pesos diarios por ocho horas de labor continua; hasta alcanzar el tope, un promedio de 350 pesos, sin contar las horas extra. 

“El trabajo es muy bueno, se considera que es de lo mejor porque aplicas habilidades. Estás en diferentes áreas, la primera donde se fabrica el hilo; otra es el urdido, donde empiezan a preparar el hilo para hacer el textil; la culminación es el acabado. Todas las áreas son muy buenas e incluso puedes recorrerlas todas, la mayoría de quienes llegamos ahí somos gente que no tenemos estudios, somos gente que por diversas circunstancias necesitamos las prestaciones, entonces te ves obligado para que tengas tu seguro, tengas tu ahorro, eso es lo que hace que el trabajo en una empresa textil sea muy útil para alguien que tiene una familia”, explica. 

Pese a todo el conocimiento que se adquiere vía el esfuerzo y práctica, José Carmen reconoce que los salarios en estas plantas “son mal pagados”. Lo anterior, al poner de ejemplo la posición de “acabador”, estación de trabajo que se vale de compuestos y sustancias químicas para aplicar a textiles. Tal labor “es digna de una persona que estudió, sin embargo, los acabadores lo hacen con su experiencia”.

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