Monseñor Navarro advierte sobre disminución de católicos y la pérdida de libertad en Michoacán
El obispo de Zamora señala que las adicciones, el crimen organizado y la apatía social están alejando a las personas de la fe y del compromiso con su comunidad.
Roberto León
El obispo de Zamora, Monseñor Javier Navarro Rodríguez, expresó su preocupación ante el descenso en el número de católicos activos en la región. Durante una entrevista, afirmó que este fenómeno no solo tiene raíces religiosas, sino también sociales, con implicaciones profundas para la vida comunitaria y política de Michoacán.
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“Sí hay una disminución de católicos”, reconoció. “Pero también hay una disminución de personas que se interesan por la vida política, de personas libres, porque muchas han quedado presas del alcohol, de la droga, de la pornografía o han sido captadas por el crimen organizado”.
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Navarro explicó que muchas personas, incluso aquellas que aún se identifican como católicas, han abandonado la práctica de su fe y el cumplimiento de sus responsabilidades sociales.
No solo han dejado de ir a misa. Han dejado de ser actores en la transformación de sus comunidades, en la vida pública, en la defensa de su propia libertad
El obispo consideró que estas nuevas formas de esclavitud, como las adicciones o el consumo de contenidos degradantes, reducen la capacidad de las personas para ejercer su libertad plena.
Una persona que se sumerge en la pornografía o las drogas pierde su autonomía, se vuelve dependiente y, con el tiempo, indiferente ante el sufrimiento del otro
En Michoacán hay más de 10 expresiones religiosas
Hay quienes se consideran católicos, sin embargo, también se registra un incremento de los habitantes que consideran no seguir una expresión religiosaPara contrarrestar esta situación, el líder religioso apeló al testimonio de los creyentes que aún permanecen activos. “Quienes todavía estamos convencidos y tratando de practicar, debemos procurar que nuestro testimonio aliente a otros. Mostrar con hechos que Jesucristo es camino de retorno, de libertad, de responsabilidad familiar y social”.
Al finalizar, Monseñor Navarro insistió en que el futuro de la fe no está asegurado, pero sí puede reconstruirse desde la base: “No esperemos soluciones mágicas. Si queremos comunidades vivas, tenemos que vivir la fe con coherencia y hacer que otros también descubran su fuerza transformadora”.