Con súplicas y llanto los migrantes pidieron a autoridades norteamericanas que los dejaran entregarse a la Patrulla Fronteriza durante la madrugada del miércoles, pero a jalones los regresaron a territorio mexicano, lesionado a una niña menor de edad con un perdigón de gas pimienta.
Esta es la situación que están enfrentando los migrantes que siguen llegando a Ciudad Juárez y que intentan cruzar por los Marcadores de Iniciativa de Seguridad Fronteriza (BSI) 36 o 40.
En calles, locales y puentes frontales a la franja fronteriza se puede apreciar a migrantes refugiándose del sol, esto se debe a dos situaciones que ellos mismos describen.
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“Los soldados de México ya no nos dejan estar en el río, ni a la mitad y los soldados de Estados Unidos nos están disparando aunque estemos de lado mexicano, no les importa si golpean a niños o mujeres”, contó Javier Rivas de Venezuela.
A las 3:40 horas del miércoles, aproximadamente cinco familias con 10 niños y un grupo de más de 30 hombres y mujeres, cortaron el alambre de púas de la operación LoneStar y entraron hasta el muro, sin embargo, la Guardia Nacional de Texas los sacó a tiros.
“Ellos no tiene sentimientos de que había niños traumatizados; cuando nos dijeron que iban a disparar y yo les dije hay niños y que son unos ángeles de Dios, los que hablan español contestaron que todos pagan y que por ahí no vamos a pasar, toda la gente que entró la despegaron del muro y la botaron por una quebrada a dos kilómetros de donde entramos”, contó Rivas.
Este grupo de extranjeros, indicó que llegó el martes ya les habían contado la situación de esta frontera, pero no lo creían, hasta que les tocó vivir la mala experiencia.
Reyna, mujer venezolana, platicó que ella sí desea ir a algún albergue, incluso trae a sus bebé ya deshidratado, no tiene pañales ni leche, anoche también le tocó que los estadounidenses le dispararon, llegó con su bebé su esposo que no puede caminar porque ya tiene sus pies rotos.
“Una mujer nos ayudó me compró un suero para el niño, me dio un teléfono para irnos a un albergue; tenemos que continuar porque nosotros no podemos regresar para Venezuela, estamos amenazados de muerte, me dijeron que me van a matar a mi, a mi bebé y mi otro hijo, tuvimos que huir”, detalló la venezolana.
Cada día es más complicado para el migrante entrar a Estados Unidos, ahora dicen sentir miedo de estar en las calles por la delincuencia y más quienes tienen hijos pequeños.