/ viernes 13 de octubre de 2023

El Espectador | ¿Será que viene la era de la mano dura?

La crisis de seguridad en el país y la complejidad de las grandes organizaciones delictivas que se han inmiscuido en prácticamente todos los sectores políticos, económicos y hasta sociales han abierto la puerta a que nuevos perfiles, especializados en materia de seguridad, se vean como las opciones más viables en ciertas urbes donde ha repuntado la criminalidad.

En ese sentido, tomando en cuenta que en alrededor del 80 por ciento del territorio nacional hay presencia del crimen organizado, es que caben eventuales candidaturas de mandos policiacos como Omar García Harfuch, que aspira a gobernar la Ciudad de México bajo los colores de Morena y donde se encuentra el segundo municipio más poblado y con mayor presencia del crimen: Iztapalapa; así como la de Alberto Capella Ibarra, que pretende encabezar el violentísimo municipio de Tijuana, en Baja California.

Impulsado por la exjefa de Gobierno y coordinadora de los comités de defensa de la cuarta transformación, Claudia Sheinbaum, García Harfuch tendría que enfrentar un escenario en el que operan al mismo tiempo hasta 30 diferentes grupos delincuenciales; incluido el CJNG que presuntamente había sido responsable del atentado del que fue víctima en junio del 2020.

El exjefe de la policía capitalina tendría que volver para enfrentar lo que ocurre en la ya mencionada alcaldía de Iztapalapa y en Gustavo A. Madero, las alcaldías que más presencia registran de la delincuencia organizada, con 13 diferentes grupos cada una. Los más destacados por su poderío en todo el país serían el Cártel Jalisco arriba mencionado, La Familia Michoacana, el Cártel de Sinaloa y otras organizaciones no menos peligrosas como La Unión Tepito, el Cártel de Tláhuac y la Fuerza Anti-Unión.

En el caso de Tijuana, Alberto Capella —quien también se desempeñó ya como titular de seguridad— tendría que resolver la crisis originada por la presencia de cinco diferentes organizaciones delictivas, incluido el que también fue responsable del atentado en su contra en 2007, el Cartel de los Arellano Félix. Esos grupos, cabe destacar, tienen a la actual alcaldesa tijuanense Montserrat Caballero atrincherada en un cuartel militar.

Ambos mandos policiacos tienen similitudes, tanto en su preparación como en la dirección de las instituciones de seguridad. Ambos estudiaron Derecho y, posteriormente, se especializaron en materia de seguridad. Recibieron y coincidieron en capacitaciones en el extranjero, además de que en sus encargos como titulares de seguridad han apostado por el fortalecimiento de las corporaciones y el uso de tecnología para combatir la delincuencia. Es en ese escenario en el que cabe preguntar si perfiles policiacos deberían tener oportunidad de tomar la administración de sus respectivas ciudades para tratar de acorralar a los generadores de violencia.

La crisis de seguridad en el país y la complejidad de las grandes organizaciones delictivas que se han inmiscuido en prácticamente todos los sectores políticos, económicos y hasta sociales han abierto la puerta a que nuevos perfiles, especializados en materia de seguridad, se vean como las opciones más viables en ciertas urbes donde ha repuntado la criminalidad.

En ese sentido, tomando en cuenta que en alrededor del 80 por ciento del territorio nacional hay presencia del crimen organizado, es que caben eventuales candidaturas de mandos policiacos como Omar García Harfuch, que aspira a gobernar la Ciudad de México bajo los colores de Morena y donde se encuentra el segundo municipio más poblado y con mayor presencia del crimen: Iztapalapa; así como la de Alberto Capella Ibarra, que pretende encabezar el violentísimo municipio de Tijuana, en Baja California.

Impulsado por la exjefa de Gobierno y coordinadora de los comités de defensa de la cuarta transformación, Claudia Sheinbaum, García Harfuch tendría que enfrentar un escenario en el que operan al mismo tiempo hasta 30 diferentes grupos delincuenciales; incluido el CJNG que presuntamente había sido responsable del atentado del que fue víctima en junio del 2020.

El exjefe de la policía capitalina tendría que volver para enfrentar lo que ocurre en la ya mencionada alcaldía de Iztapalapa y en Gustavo A. Madero, las alcaldías que más presencia registran de la delincuencia organizada, con 13 diferentes grupos cada una. Los más destacados por su poderío en todo el país serían el Cártel Jalisco arriba mencionado, La Familia Michoacana, el Cártel de Sinaloa y otras organizaciones no menos peligrosas como La Unión Tepito, el Cártel de Tláhuac y la Fuerza Anti-Unión.

En el caso de Tijuana, Alberto Capella —quien también se desempeñó ya como titular de seguridad— tendría que resolver la crisis originada por la presencia de cinco diferentes organizaciones delictivas, incluido el que también fue responsable del atentado en su contra en 2007, el Cartel de los Arellano Félix. Esos grupos, cabe destacar, tienen a la actual alcaldesa tijuanense Montserrat Caballero atrincherada en un cuartel militar.

Ambos mandos policiacos tienen similitudes, tanto en su preparación como en la dirección de las instituciones de seguridad. Ambos estudiaron Derecho y, posteriormente, se especializaron en materia de seguridad. Recibieron y coincidieron en capacitaciones en el extranjero, además de que en sus encargos como titulares de seguridad han apostado por el fortalecimiento de las corporaciones y el uso de tecnología para combatir la delincuencia. Es en ese escenario en el que cabe preguntar si perfiles policiacos deberían tener oportunidad de tomar la administración de sus respectivas ciudades para tratar de acorralar a los generadores de violencia.