/ lunes 6 de abril de 2020

“Mientras unos lloran, otros salen a vender pañuelos”

La pandemia de coronavirus sin duda está generando grandes efectos sobre el mundo entero y ha marcado ya un nuevo rumbo global en todos los aspectos sociales y humanos. Ninguna nación ha podido evitar el contagio de sus poblaciones; en gran número de países los sistemas de salud se encuentran colapsados y las muertes de habitantes ascienden a decenas de miles. La cantidad de contagios a nivel mundial llega a más del millón, llevando consigo 68 412 muertes confirmadas hasta el momento en que esta columna de opinión está siendo escrita.

Estados Unidos ocupa actualmente la posición principal de países con el mayor número de personas contagiadas, incluyendo el lugar con la tasa de infección más alta del mundo, localizándose en la prisión de Rikers Island. Más de 330 000 casos confirmados en el país del norte, con proyecciones de mortalidad de hasta 200 000 personas según estimaciones oficiales, están significando un serio problema para la administración de Donald Trump y todos los actores políticos de esa nación. Tras la crisis sanitaria se encuentra otra crisis que ya está viviéndose, la económica, ante un panorama incierto debido al desempleo histórico que se cuenta en millones, cifras no vistas desde la gran depresión.

Dicho panorama para Estados Unidos significa por consiguiente, una crisis que también México sentirá, al tratarse del principal socio comercial de nuestro país. Varios sectores comerciales y productivos ya se encuentran sintiendo esos efectos, brindando zozobra entre la población trabajadora mexicana, agobiada por el sub empleo, la falta de derechos laborales en sus centros de trabajo, falta de seguridad social, entre otros problemas. Aun si la crisis sanitaria en nuestro país no llegara a ser grave, la crisis económica sin duda representa otro reto para el gobierno federal, enfrentándose ya con finanzas frágiles.

El presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, admite que habrá crisis en nuestro país, asegurando no obstante, el Estado cuenta con los medios suficientes para hacerle frente. Lo cierto es que a partir de la relación entre Estados Unidos y México, nuestra frontera vivirá esas secuelas de forma inmediata.

La sabiduría popular vuelve a comprobarse en esta coyuntura a través del dicho “mientras unos lloran, otros salen a vender pañuelos”, aplicable a comercios y establecimientos que arbitrariamente subieron el precio de productos de primera necesidad y alimentos de la canasta básica, ayudando solo en alimentar la incertidumbre y la desesperación en la gente. Algunos alimentos se encuentran en un supuesto desabasto sin explicación lógica, lo cual invita a suponer que son las mismas empresas distribuidoras quienes pretenden a través del caos aumentar la demanda de los productos. Todo esto sin una eficiente regulación de las dependencias destinadas a proteger el consumo de las personas.

Ante un horizonte aciago, las autoridades municipales y estatales se han posicionado a favor de la solidaridad y apoyo a las comunidades ante la contingencia sanitaria. Algunas han suspendido cobro de servicios y otras han anunciado planes destinados a mitigar los efectos económicos por la pandemia. Tanto estado como municipio aseguran harán un uso adecuado de las finanzas públicas a favor de la sociedad chihuahuense y juarense.

El presidente Armando Cabada ha anunciado que planea entregar 100 000 despensas en las colonias más vulnerables de la ciudad. La primera licitación para este proyecto constó de 40 000 despensas en las cuales aseguró, fueron ahorrados 1.9 millones de pesos con respecto al techo presupuestal contemplado. La modificación al presupuesto de egresos aprobada por el ayuntamiento alcanzan los 23.4 millones de pesos, cantidad que será utilizada para esta emergencia sanitaria. Hay que destacar que la entrega de despensas es un paliativo mínimo frente a una crisis económica que se vislumbra, por lo que esperamos ese dinero sea invertido totalmente para lidiar con los efectos de la pandemia, sin desvíos ni contratos que resulten contra producentes a la población.

Otra de las medidas tomadas por Armando Cabada fue instalar un hospital móvil en la explanada de la presidencia municipal, con motivo de expandir las capacidades sanitarias y espacios en nosocomios ante un probable aumento de casos. Cabada especificó sin embargo, que dicha unidad médica será destinada a la atención de personas derechohabientes del municipio que resulten contagiadas y enfermas por COVID-19. El ayuntamiento cuenta con 25 mil derechohabientes, por lo que representan una responsabilidad para el municipio. Es interesante la manera en la cual el municipio asume la protección de sus trabajadores y trabajadoras, quienes cuentan con servicios médicos propios de sus derechos contemplados, incluyendo consultas, medicinas, hospitalización, terapias y rehabilitación en caso de ser necesarios. Con un hospital móvil de un costo aproximado de tres millones 600 mil pesos, cabe preguntar, ¿cuál cantidad contemplada serán utilizada para el funcionamiento óptimo de dicha unidad si por ende se destina presupuesto para cubrir la seguridad social de las personas derechohabientes? ¿Doble gasto? Y es que ante la millonaria cantidad que se pretende utilizar para la emergencia, hay que saber exactamente en qué se están gastando el dinero público. Las personas derechohabientes del municipio tienen derecho a ser atendidas con profesionalidad, sin embargo, debe ser un servicio justo que no perjudique a largo plazo a la demás población juarense debido a inconsistencias en el manejo de recursos.

Es prudente tener dudas hacia los procesos y medidas que están llevando a cabo los aparatos gubernamentales ante la pandemia de coronavirus que asola al mundo. Podemos confiar en que, de alguna forma u otra, se intenta proteger a la población en cuanto a su valor como fuerza de trabajo y consumo. No obstante, vemos como en las crisis que las sociedades enfrentan, nunca faltan entes económicos y políticos quienes intentan sacar provecho a la situación, aprovechando el caos para realizar maniobras poco éticas y llenas de corrupcion en un contexto histórico que llama a la unión y solidaridad. Porque al igual que cómo lo mencioné y se ve reflejado en la cotidianeidad en tiempos del coronavirus, “mientras unos lloran, otros salen a vender pañuelos”.

rodolfo_ramossilva@yahoo.com.mx

La pandemia de coronavirus sin duda está generando grandes efectos sobre el mundo entero y ha marcado ya un nuevo rumbo global en todos los aspectos sociales y humanos. Ninguna nación ha podido evitar el contagio de sus poblaciones; en gran número de países los sistemas de salud se encuentran colapsados y las muertes de habitantes ascienden a decenas de miles. La cantidad de contagios a nivel mundial llega a más del millón, llevando consigo 68 412 muertes confirmadas hasta el momento en que esta columna de opinión está siendo escrita.

Estados Unidos ocupa actualmente la posición principal de países con el mayor número de personas contagiadas, incluyendo el lugar con la tasa de infección más alta del mundo, localizándose en la prisión de Rikers Island. Más de 330 000 casos confirmados en el país del norte, con proyecciones de mortalidad de hasta 200 000 personas según estimaciones oficiales, están significando un serio problema para la administración de Donald Trump y todos los actores políticos de esa nación. Tras la crisis sanitaria se encuentra otra crisis que ya está viviéndose, la económica, ante un panorama incierto debido al desempleo histórico que se cuenta en millones, cifras no vistas desde la gran depresión.

Dicho panorama para Estados Unidos significa por consiguiente, una crisis que también México sentirá, al tratarse del principal socio comercial de nuestro país. Varios sectores comerciales y productivos ya se encuentran sintiendo esos efectos, brindando zozobra entre la población trabajadora mexicana, agobiada por el sub empleo, la falta de derechos laborales en sus centros de trabajo, falta de seguridad social, entre otros problemas. Aun si la crisis sanitaria en nuestro país no llegara a ser grave, la crisis económica sin duda representa otro reto para el gobierno federal, enfrentándose ya con finanzas frágiles.

El presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, admite que habrá crisis en nuestro país, asegurando no obstante, el Estado cuenta con los medios suficientes para hacerle frente. Lo cierto es que a partir de la relación entre Estados Unidos y México, nuestra frontera vivirá esas secuelas de forma inmediata.

La sabiduría popular vuelve a comprobarse en esta coyuntura a través del dicho “mientras unos lloran, otros salen a vender pañuelos”, aplicable a comercios y establecimientos que arbitrariamente subieron el precio de productos de primera necesidad y alimentos de la canasta básica, ayudando solo en alimentar la incertidumbre y la desesperación en la gente. Algunos alimentos se encuentran en un supuesto desabasto sin explicación lógica, lo cual invita a suponer que son las mismas empresas distribuidoras quienes pretenden a través del caos aumentar la demanda de los productos. Todo esto sin una eficiente regulación de las dependencias destinadas a proteger el consumo de las personas.

Ante un horizonte aciago, las autoridades municipales y estatales se han posicionado a favor de la solidaridad y apoyo a las comunidades ante la contingencia sanitaria. Algunas han suspendido cobro de servicios y otras han anunciado planes destinados a mitigar los efectos económicos por la pandemia. Tanto estado como municipio aseguran harán un uso adecuado de las finanzas públicas a favor de la sociedad chihuahuense y juarense.

El presidente Armando Cabada ha anunciado que planea entregar 100 000 despensas en las colonias más vulnerables de la ciudad. La primera licitación para este proyecto constó de 40 000 despensas en las cuales aseguró, fueron ahorrados 1.9 millones de pesos con respecto al techo presupuestal contemplado. La modificación al presupuesto de egresos aprobada por el ayuntamiento alcanzan los 23.4 millones de pesos, cantidad que será utilizada para esta emergencia sanitaria. Hay que destacar que la entrega de despensas es un paliativo mínimo frente a una crisis económica que se vislumbra, por lo que esperamos ese dinero sea invertido totalmente para lidiar con los efectos de la pandemia, sin desvíos ni contratos que resulten contra producentes a la población.

Otra de las medidas tomadas por Armando Cabada fue instalar un hospital móvil en la explanada de la presidencia municipal, con motivo de expandir las capacidades sanitarias y espacios en nosocomios ante un probable aumento de casos. Cabada especificó sin embargo, que dicha unidad médica será destinada a la atención de personas derechohabientes del municipio que resulten contagiadas y enfermas por COVID-19. El ayuntamiento cuenta con 25 mil derechohabientes, por lo que representan una responsabilidad para el municipio. Es interesante la manera en la cual el municipio asume la protección de sus trabajadores y trabajadoras, quienes cuentan con servicios médicos propios de sus derechos contemplados, incluyendo consultas, medicinas, hospitalización, terapias y rehabilitación en caso de ser necesarios. Con un hospital móvil de un costo aproximado de tres millones 600 mil pesos, cabe preguntar, ¿cuál cantidad contemplada serán utilizada para el funcionamiento óptimo de dicha unidad si por ende se destina presupuesto para cubrir la seguridad social de las personas derechohabientes? ¿Doble gasto? Y es que ante la millonaria cantidad que se pretende utilizar para la emergencia, hay que saber exactamente en qué se están gastando el dinero público. Las personas derechohabientes del municipio tienen derecho a ser atendidas con profesionalidad, sin embargo, debe ser un servicio justo que no perjudique a largo plazo a la demás población juarense debido a inconsistencias en el manejo de recursos.

Es prudente tener dudas hacia los procesos y medidas que están llevando a cabo los aparatos gubernamentales ante la pandemia de coronavirus que asola al mundo. Podemos confiar en que, de alguna forma u otra, se intenta proteger a la población en cuanto a su valor como fuerza de trabajo y consumo. No obstante, vemos como en las crisis que las sociedades enfrentan, nunca faltan entes económicos y políticos quienes intentan sacar provecho a la situación, aprovechando el caos para realizar maniobras poco éticas y llenas de corrupcion en un contexto histórico que llama a la unión y solidaridad. Porque al igual que cómo lo mencioné y se ve reflejado en la cotidianeidad en tiempos del coronavirus, “mientras unos lloran, otros salen a vender pañuelos”.

rodolfo_ramossilva@yahoo.com.mx