Mamás xalapeñas comparten historia de resiliencia, trabajo y amor por sus hijas e hijos
Coinciden en que el mayor logro es formar seres humanos con valores e íntegros
Maribel Sánchez
En Xalapa, como en muchos otros rincones del país, el Día de la Madre no solo es una fecha para felicitarlas. También es una oportunidad para reflexionar sobre el compromiso que muchas mujeres asumen al criar a sus hijos con el anhelo de que se conviertan en personas íntegras, conscientes y empáticas. Es el caso de Margarita Vázquez Juárez, jardinera de 49 años que aun con salario mínimo hoy afirma con orgullo tener una hija profesionista.
Más tiempo con su hijo, el deseo de Irene
A Margarita se le puede ver en el parque Juárez realizando un trabajo que le requiere fuerza física, y solo unos metros adelante, encuentra uno a Irene Juárez García, quien dirige el tránsito vehicular.
Con 38 años de edad y madre de un niño, entre silbatos y señales, confiesa con algo de tristeza que le gustaría estar más tiempo con su hijo, pero agradece el apoyo de su mamá. Contar con una red de apoyo, afirma, es fundamental para la crianza. Ante la complejidad de la maternidad, afirma convencida que no tendrá más hijos.
Expuesta a los rayos de sol del mediodía, reconoce a su mamá por haberla criado y ahora no dejarla sola. Sus palabras son de gratitud, y lo mismo pasa con Margarita Vázquez.
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Ubicado en la Avenida Manuel Ávila Camacho, esta obra no ha escapado de la controversia desde su inauguraciónMargarita, orgullosa de los logros de sus hijos
“Le doy gracias a Dios y a mi madre, porque con ellos pude sacar adelante a mis hijos, y aunque en mi trabajo soy suplente, no me falta el pan todos los días”, expresa quien durante 17 años ha contribuido a mantener limpios y bonitos los jardines del parque principal de la ciudad.
Su gran satisfacción es que su hija ya se desempeñe en el área de la docencia y que su hijo, quien solo quiso estudiar hasta la preparatoria, sea un hombre de bien. Eso, recalca, es lo más importante.
La maternidad es algo de dos, asegura Rafaela
En el caso de Rafaela Donjuan Macías, madre de dos niños, la maternidad no es una tarea individual. Agradece contar con el acompañamiento de su pareja, con quien se coordina para criar desde la presencia, el respeto y el ejemplo.
Reconoce hay momentos difíciles, pero “las satisfacciones superan por mucho los desafíos”. Originaria de Martínez de la Torre, pero radicada en Xalapa, se formó profesionalmente como pedagoga, pero más allá de títulos, se enfrentó al desafío de superar la culpa inicial de no dedicar a su primer hijo el tiempo que ella creía era el suficiente.
“Ahora estamos muy coordinados mi esposo y yo. Y me gusta asistir a las actividades y festivales. Pido permiso en mi trabajo o aunque me descuenten, yo voy”.
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Ser ama de casa, una labor que se minimiza
No todas las historias siguen el mismo camino. Alma Rosa Ruiz Aguilar no trabaja fuera de casa. Se dedica al cuidado de sus dos hijas y plantea una reflexión que muchas veces queda al margen.
“Estar en casa también tiene sus retos, no hay horarios. El cuidado, el acompañamiento en las tareas y las labores nunca terminan”.
Alma Rosa siente que la sociedad muchas veces minimiza el esfuerzo de quienes deciden o deben quedarse en casa, cuando en realidad —afirma— “es una labor que exige energía, entrega y una gran carga emocional”.
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En fin de semana musical habrá conciertos con mariachi, rondalla y tributos a Luis Miguel, José José y Juan GabrielElla sueña con que sus hijas tengan una vida plena, “que en el futuro les vaya muy bien y logren comprender que tener hijos implica una gran responsabilidad”.
En estas voces hay un objetivo común: el deseo de acompañar, de formar, de sembrar valores en las nuevas generaciones. Y también, una constante: la necesidad de redes de apoyo, ya sean familiares, institucionales o comunitarias, para que la maternidad no sea una carga solitaria.
Rosa, una vida entera dedicada a su 13 hijos
Rosa Salazar, hoy adulta mayor, resume en su historia una vida entera dedicada al cuidado. Tuvo 13 hijos, de los cuales le sobreviven nueve. Ella se casó a los 15 años y nunca ha dejado de estar al pendiente de los suyos.
“He pasado de todo, pero también he tenido muchas satisfacciones”, dice. Para ella, la maternidad ha sido una escuela de fortaleza y afirma ser una mujer de fe.
Ser profesional y mamá no es reconocido como debería
Carolina Bautista Ruiz, antropóloga social, investigadora y mamá, comenta que el trabajo de cuidar, sostener emocionalmente, educar y guiar a otro ser humano pocas veces es reconocido como debería.
“La carga que enfrentan muchas madres es física, económica, emocional. Y, a pesar de ello, siguen con la esperanza firme de que su esfuerzo construya un mundo mejor”.
“Ser madre, añade, no es sinónimo de sacrificio sin sentido. Es un ejercicio de amor, de entrega, de formación constante. Es también una labor que debe ser valorada, respaldada y acompañada”.
Carolina Bautista observa que las políticas públicas siguen sin reconocer del todo el valor del trabajo de cuidados, pero en los hogares se sigue tejiendo con paciencia una red silenciosa de formación humana con desafíos incontables.
En esta fecha, las mujeres entrevistadas coinciden en que son bonitos los detalles. Sin embargo, el mejor regalo es ver hijos solidarios, justos, generosos. Que comprendan el valor del respeto, del trabajo digno y de la empatía. Que entiendan que ser buenas personas es el mayor logro.