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Durango23 de mayo de 2025
Análisisdomingo, 27 de abril de 2025

Exsurge

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Dios, Misericordia

El nombre de Dios es misericordia. Es un mensaje central en la predicación de Jesús, en su misión pública, pero también siempre un signo en su actuar y vivir. Y hoy nos toca vivir precisamente el domingo de la Misericordia y entregar en manos de Dios a quien predico y vivió también la misericordia, el Papa Francisco, el Papa de la Misericordia.

El día de hoy, quisiera resaltar algunas frases de la homilía que el Cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, pronunció este 26 de abril en la Plaza de San Pedro en la Misa por el funeral del Papa Francisco.

«El Papa Francisco siempre puso en el centro el Evangelio de la misericordia, resaltando constantemente que Dios no se cansa de perdonarnos: Él perdona siempre, cualquiera sea la situación de quien pide perdón y vuelve al buen camino.

Quiso el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, destacando que la misericordia es “es el corazón del Evangelio”.

Misericordia y alegría del Evangelio son dos conceptos clave del Papa Francisco.

En contraste con lo que definió como “la cultura del descarte”, habló de la cultura del encuentro y de la solidaridad. El tema de la fraternidad atravesó todo su Pontificado con tonos vibrantes. En la Carta encíclica Fratelli tutti quiso hacer renacer una aspiración mundial a la fraternidad, porque todos somos hijos del mismo Padre que está en los cielos. Con fuerza recordó a menudo que todos pertenecemos a la misma familia humana.

Frente al estallido de tantas guerras en estos años, con horrores inhumanos e innumerables muertos y destrucciones, el Papa Francisco elevó incesantemente su voz implorando la paz e invitando a la sensatez, a la negociación honesta para encontrar soluciones posibles, porque la guerra —decía— no es más que muerte de personas, destrucción de casas, hospitales y escuelas. La guerra siempre deja al mundo peor de como era en precedencia: es para todos una derrota dolorosa y trágica.

“Construir puentes y no muros” es una exhortación que repitió muchas veces y su servicio a la fe como sucesor del Apóstol Pedro estuvo siempre unido al servicio al hombre en todas sus dimensiones.

En unión espiritual con toda la cristiandad, hemos rezado por el Papa Francisco, para que Dios lo acoja en la inmensidad de su amor.

El Papa Francisco solía concluir sus discursos y encuentros diciendo: “No se olviden de rezar por mí”.

Querido Papa Francisco, ahora te pedimos a ti que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia, bendigas a Roma, bendigas al mundo entero, como hiciste el pasado domingo desde el balcón de esta Basílica en un último abrazo con todo el Pueblo de Dios, pero idealmente también con la humanidad que busca la verdad con corazón sincero y mantiene en alto la antorcha de la esperanza.»

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