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Culturasábado, 5 de agosto de 2017

Dibujos geniales: de Leonardo Da Vinci a Rembrandt

La exposición se presenta en la Casa Cromhout en Ámsterdam

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Foto: Cortesía Casa Cromhout, Ámsterdam
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Ma. Esther Estrada M.A., corresponsal

ÁMSTERDAM, Holanda.- Con un lápiz y un papel, los grandes maestros de todos los tiempos hacen verdaderas obras de arte. Unos pocos trazos realizados en unos cuantos minutos son capaces de crear rostros, escenas y paisajes, de transmitir sentimientos, de evocar escenas vividas.

Tuve oportunidad de visitar la exposición de la que el artículo toma su nombre, que estará abierta en la Casa Cromhout en Ámsterdam hasta el 15 de octubre. Solo son 25 obras seleccionadas de entre la colección de dibujos, pinturas y grabados que el magnate del carbón Carel Joseph Fodor (1801-1860) donó a la ciudad tras su muerte.

Rostros de niños, jóvenes, adultos y ancianos. Algunos solo esbozados, como para no olvidar unos rasgos, otros tienen tanto detalle que son obras completas en sí mismas. Mirándolos me di cuenta que son tan importantes los trazos como los espacios que se dejan en blanco.

Al dibujo se le considera “la madre de todas las artes” debido a que es el vínculo más cercano entre la mano del artista y la imagen que tiene en la cabeza. Por eso dicen que un artista nunca debe salir de casa sin su cuaderno de dibujo y un lápiz. No importa el tamaño, lo importante es poder captar ahí ideas para una obra a realizar en el futuro.

El dibujo sirve también para ensayar composiciones, para practicar un boceto difícil o simplemente para soltar la mano antes de empezar a trabajar. A nosotros, como observadores, nos sirve para entender el proceso creativo de los grandes genios.

De Leonardo Da Vinci (1452-1519)

Se muestra “Cabeza de un anciano”, un rostro potente y expresivo que se cree le sirvió como estudio para uno de los apóstoles en la “Última cena” que pintó en el claustro de la iglesia de Santa María de la Gracia en Milán.

Cuando tuve frente a mí “Cabeza de mujer”, de Francesco Salviati (1509-1563) no me quedó duda de que era un estudio para el rostro de una virgen italiana. Leyendo el catálogo descubrí que la pintura para la que sirvió de base se encuentra en la iglesia de Santa Cristina en Bolonia. Unas facciones delicadas que transmiten paz y dulzura, los ojos entornados mirando hacia abajo y el cabello recogido forman un todo muy armónico.

Pedro Pablo Rubens (1577-1640) también está presente en la colección de Fodor con “Hombre joven que abraza a una mujer”, un estudio para un par de figuras de “El jardín del amor” (1630-35) que cuelga en el Museo del Prado. Vemos a un joven con sombrero tomando de la cintura a una muchacha, casi podemos sentir la presión que su mano hace en su talle… pero de ella solo está esbozado su rostro y su cuerpo es un espacio en blanco. ¿Cómo logró que viéramos algo que no existe? ¡La magia de un maestro!

“Joven con un gorro de piel de oveja” es uno de los seis dibujos de Cornelis Visscher (1628-1658) que forman parte de esta colección. El artista, uno de los principales retratistas neerlandeses de su tiempo, nos muestra, con pocos trazos y sombras, facciones y texturas tan claras que no nos queda duda de por qué fue tan valorado.

A Rembrandt Van Rijn (1606-1669)

Fodor le tenía un cariño especial. Lo intuimos porqué adquirió muchos dibujos y grabados suyos. El que más me llamó la atención de los que pude ver fue “Venus y Marte en la red de Vulcano” porque nos permite, además de apreciar sus trazos, advertir su talento como narrador de historias con sentido del humor y capacidad para mostrar reacciones emocionales.

Tanto Homero (en su Odisea) como Ovidio (en su Metamorfosis) cuentan la historia: A pesar de que Venus, la diosa del amor, estaba casada con Vulcano, el dios del fuego, ella tuvo un romance con Marte, el dios de la guerra. Vulcano se enteró y forjó una red de bronce que colgó encima de la cama de su esposa.Cuando Venus y Marte estaban desnudos, uno en los brazos del otro, Vulcano los atrapó en esa red. En los libros, el marido abre la puerta de su casa para que los amantes queden a la vista de todos. En el dibujo, los lleva ante los dioses para que los juzguen. Se ve a Vulcano enojado. Júpiter, el dios supremo, lo escucha. A los demás les resulta divertida la escena y la miran con placer no disimulado.

Sobre el coleccionista Carel Joseph Fodor

Poco se sabe. Hijo único de un comerciante de carbón que provenía a su vez de una familia de músicos y amantes del arte, hizo crecer el negocio paterno y formó su propia colección que llegó a contar con mil 300 grabados y 900 dibujos de artistas de diversos orígenes y épocas, así como de 160 óleos de pintores europeos contemporáneos. Las puertas de su casa estuvieron siempre abiertas para quienes tuvieran interés en su acervo. Su intención fue que el público en general pudiera apreciarla también después de su muerte. Falleció soltero. Le heredó su colección a la Ciudad de Ámsterdam y en su testamento dejó indicaciones (y los recursos necesarios) para que todas las obras se exhibieran en su casona en el Canal del Emperador (Keizersgracht), que se convertiría en el Museo Fodor, uno de los primeros museos municipales.

En esta exposición, la Casa Cromhout nos permite admirar una pequeña muestra de esta valiosa colección que este hombre, casi olvidado por la historia, dejó para usted y para mí. Para mayor información: www.cromhouthuis.nl. (OEM-Informex).

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