El sagrado Cerro del Tepeyac: las tierras de la Basílica de Guadalupe aún esconden secretos
Nydia Rodríguez, directora del Museo de la Basílica de Guadalupe, explicó que este templo religioso está envuelto en misterio con sótanos, criptas y muros conectados entre sí
Kevin Aragón, Manuel Cosme y Gerardo Jiménez / El Sol de México
Al día de hoy, no existen registros públicos de investigaciones arqueológicas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) o de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) que certifiquen la existencia de vestigios prehispánicos bajo la Antigua Basílica de Guadalupe, también conocida como Templo Expiatorio a Cristo Rey.
Sin embargo, existe una red de sótanos, debajo del primer templo mariano, señala Nydia Rodríguez, directora del Museo de la Basílica de Guadalupe.
Este templo fue construido entre 1695 y 1709 sobre el cerro del Tepeyac, un sitio de gran importancia religiosa tanto en la época prehispánica como en la actualidad.
Antigua Basílica de Guadalupe: los secretos aún sin revelar, ocultos en el subsuelo
Nydia Rodríguez, directora del Museo de la Basílica de Guadalupe, explicó que este templo religioso está envuelto en misterio con sótanos, criptas y muros conectados entre síSe han encontrado restos de estructuras asociadas a antiguos sitios ceremoniales mexicas en la zona del Tepeyac, incluyendo vestigios de templos dedicados a Tonantzin, la diosa madre, lo cual conecta con la tradición prehispánica del lugar como centro de culto mucho antes de la aparición de la Virgen de Guadalupe.
La antigua basílica, construida entre 1695 y 1709, está edificada sobre suelos lacustres —muy blandos por su cercanía con lo que fue el Lago de Texcoco—, lo que ha provocado hundimientos severos desde hace siglos. Esto obligó a reforzar los cimientos en múltiples ocasiones.
Existen criptas bajo la antigua basílica donde se encuentran sepultados obispos y personajes históricos. También circulan versiones sobre túneles antiguos que conectan con otras construcciones religiosas cercanas, aunque no todas han sido documentadas oficialmente.
Leyendas y símbolos en “cámaras secretas”
Algunas leyendas hablan de “cámaras secretas” o túneles que serían usados por religiosos durante la época colonial, pero no hay evidencia documental.
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Sin embargo, el simbolismo del llamado “cerro sagrado” y la convergencia entre lo prehispánico y lo cristiano han dado lugar a muchas interpretaciones místicas sobre el subsuelo.
Con respecto a los supuestos de que debajo de la antigua Basílica hay una red de túneles, la directora del Museo de la Basílica de Guadalupe, Nydia Rodríguez aclara que en realidad es una zona de criptas.
“Me parece que ahora no se están vendiendo (criptas), pero la gente sí puede tener acceso. Hay veces que vienen los visitantes y pasan.
“Lo que pasa es que hay que recordar que este edificio (el del museo) es adjunto al antiguo, sólo que hay muros separándolos, pero debajo las criptas sí se comunican, donde enterraban y siguen enterrando gente. Siempre hay una cuestión de misterio, pero en todos estos edificios hay sótanos”, afirma.
Al cuestionarla, si bajo resguardo del museo hay arte o vestigios prehispánicos, la especialista asegura que no se conserva más que una pieza, pero que ésta no se encontró originalmente en la zona, sino que formaba parte de las posesiones de un sacerdote que al fallecer la dejó ahí.
“No está en exhibición porque no tiene que ver ni con la historia del Tepeyac ni con la de la Basílica”, explica.
Al respecto, Ana Rita Valero de García Lascuráin, etnohistoriadora de la ENAH, especialista en este templo mariano afirma que no existen vestigios prehispánicos, debido a que en la época era una zona de escasos asentamientos poblacionales.
“No tenemos una certeza de que haya vestigios prehispánicos en los niveles inferiores de la Basílica antigua.
“Más bien, hacia Santa Isabel Tola había una salinera, cultivaban la sal, pero más allá de lo que es la actual Basílica podemos tener la seguridad que no hubo asentamientos humanos de importancia que pudieran ser reflejados hoy, en el siglo XXI arqueológicamente. Más bien son dichos legendarios”, dijo en entrevista con El Sol de México.
Daños en la antigua Basílica de Guadalupe
En archivos y documentos históricos, no hay registro de derrumbes en la antigua Basílica de Guadalupe, aunque lo inestable del terreno en la construcción le provocó diversos problemas; por ejemplo, el libro La Ciudad de México crónica de sus delegaciones hace referencia al texto de Delfina E. López Serrelangue en el que informó que el templo mayor de Guadalupe se construyó en 1600 y que 29 años después de que la Ciudad de México sufrió “terribles inundaciones” que arruinaron en parte la construcción, además ya resultaba insuficiente para dar cabida a la feligresía.
Ante esto, el licenciado Ventura Medina y el capitan Pedro Ruiz de Castañeda solicitaron y obtuvieron el permiso para demoler el santuario y edificar otro más suntuoso en el mismo lugar.
La primera piedra de la que sería la nueva “casita” de la Virgen de Guadalupe se puso en el año de 1695, su dedicación ocurrió el primero de mayo de 1709 durante unas solemnes fiestas que duraron nueve días y San Felipe de Jesús fue su patrocinador.
La edificación aledaña del convento de Las Capuchinas también afectó la estabilidad del templo, por lo que fue necesario esperar a que ese inmueble se asentara y luego comenzar las reparaciones estructurales de la antigua Basílica.
Durante la Guerra Cristera, no hubo servicios de culto en la iglesia, porque la cerraron y al reabrir la misma fue el escenario de un atentado que no terminó en una tragedia.
En su libro 450 años a la sombra del Tepeyac, Francisco J. Perea repasó los hechos registrados en el altar mayor del templo mariano, el 14 de noviembre de 1921, cuyo autor fue un trabajador de la Secretaría de la Presidencia identificado como Luciano Pérez Carpio, quien colocó un arreglo floral en ese sitio y el cual escondía un artefacto explosivo con una considerable carga de dinamita.
El autor cuenta que, el explosivo estalló posteriormente, hizo pedazos el altar de mármol, lanzó por los aires los candelabros de metal, rompió ventanas y provocó otros destrozos, pero la imagen de la Virgen de Guadalupe no sufrió ningún daño; mientras que un crucifijo de gran tamaño, que aún está expuesto en alguna parte de la Basílica de Guadalupe, quedó retorcido.
La etnohistoriadora, Ana Rita Valero de García Lascuráin destaca sobre este hecho, una historia poco conocida y fue que ante el temor y la tensión política, el lienzo de la Guadalupana fue sacado misteriosamente y custodiado por tres años en un roperito chino en la casa de una familia de apellido Lascuráin.
“A raíz de eso, el señor Abad se preocupó mucho, porque estaba la situación política muy tensa, entonces el señor Arzobispo pensó que sería muy bueno proteger el original de la Virgen. Se sabe que sacaron el original de la Santísima Señora de la Ayate, la envuelven con mucho y la ponen un roperito que tienen ellos allí un roperito chino que tenía doble fondo.
“La meten en este roperito y la sacan de la basílica con gran miedo y se queda escondida tres años”, relató Valero de García Lascuráin.
Sucesos recientes dentro de la Basílica de Guadalupe
Ya en este siglo, las noticias periodísticas destacan dos sucesos recientes, el primero de ellos fue el 7 de diciembre de 2020, durante la pandemia de Covid-19, cuando hubo un conato de enfrentamiento entre un feligrés con policías en el atrio del templo mariano.
El motivo del momento de tensión fue motivado porque los uniformados le dijeron a un hombre, quien iba acompañado de su familia, que se retiraran del sitio, su suegra respondió que esperaran un momento porque su nuera le daba de comer a su nieto, luego vinieron los empujones y los golpes entre agentes y fieles, que no pasaron a mayores.
Como segundo acontecimiento, fue la retención de un menor de 13 años, que el 22 de junio de 2017 acudió al atrio de la Basílica de Guadalupe a recoger de un bote de basura el rescate del secuestro de un niño.
Las investigaciones policiales pusieron a flote que la mamá del detenido fue quien lo mandó a retirar el dinero y pidió a los policías que lo dejaran libre.
Sucesos en la Basílica de Guadalupe
El primer suceso fatal registrado en la Basílica de Guadalupe sucedió en 1531, año en que la tilma de San Juan Diego con la imagen plasmada de la Madre de Dios fue conducida a una ermita en la zona del Tepeyac.
Un cuadro colocado en la primera sala del Museo de la Basílica de Guadalupe muestra artísticamente el hecho, con fecha del 26 de diciembre de ese año, y en el que aparece la imagen de la Guadalupana rodeada de religiosos y también indígenas con armas prehispánicas, uno de ellos herido.
Los cronistas narraron que los indios participantes en la procesión escenificaron una lucha con sus armamentos ante la imagen divina, uno de ellos lanzó una flecha que lamentablemente fue a clavarse en la garganta de un compañero suyo ya quien se dio por muerto.
Los indígenas llevaron a la víctima hasta la tilma de San Juan Diego, a continuación, le sacaron la flecha, el afectado se recuperó ya esa cura portentosa se le demostró como el primer milagro de la Virgen de Guadalupe.
La Basílica de Guadalupe tiene el reconocimiento de ser uno de los santuarios religiosos con mayor afluencia de personas, a pesar de lo anterior los sucesos trágicos son contados.
El presbítero Gustavo Watson Marrón publicó en su libro El templo que unió a Nueva España. Historia del santuario y la Colegiata de Guadalupe, extramuros de México en el siglo XVII, donde cuenta los episodios registrados en torno al templo mariano; el texto lo elaboró a partir de la revisión de las actas del cabildo de la iglesia y de otros textos referentes al tema.
Por ejemplo, el autor citó el libro del padre Francisco Miranda Godínez Dos cultos fundadores en el que da cuenta del asesinato de Francisco Hernández a manos de Hernando de Terrazas, el cual tuvo lugar el 13 de junio de 1557 durante una peregrinación nocturna hacía la ermita dedicada a la Virgen de Guadalupe.
El registro del crimen está en el Archivo General de Indias, ramo Justicia, volumen 157, lo que se narra es que la mujer del victimario era dueña de una posada y organizaba procesiones a lugar sagrado, a medio camino el homicida se rezagó con el pretexto del cansancio, pero en lugar de reposar esperó a la víctima y en complicidad con otros sujetos lo acuchilló.
El móvil del asesinato es que su autor intelectual y material le debía dinero a Francisco Hernández, que era un rico de esa época.
El expediente del agua fuerte
Gustavo Watson Marrón también escribió en su texto que el cabildo de la Colegiata de Guadalupe tomó conocimiento de otro suceso milagroso y que llevó a formar un expediente del mismo, el cual está en el Archivo Histórico de la Basílica de Guadalupe.
El hecho ocurrió entre los años 1780 a 1790, cuando las autoridades del templo contrataron a dos plateros para que limpiaran el marco de oro de la imagen guadalupana, pero uno de ellos volteó accidentalmente el recipiente con el entonces llamado “agua fuerte”, ácido que se derramó sobre la tilma de San Juan Diego.
A pesar de lo destructivo de esa sustancia, los testimonios recogidos en el expediente aseguraron que el ayate no sufrió daños y solamente quedó con una ligera mancha del lado izquierdo.
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El autor del libro también recordó que la celebración de ayunos de los religiosos durante la Semana Santa llevó a otro hecho grave; corría el año de 1758, era el Domingo de Ramos, cuando un canónigo, identificado solamente con el apellido Verdugo, “le ocurrió un accidente repentino, que por dos ocasiones le privó del uso de los sentidos”, por lo que se le retiró del altar a una de las habitaciones de la iglesia para aplicarle los remedios que lo aliviarían “y habiéndose acabado de cantar la Pasión, todavía no se hallaba restituido”.