Un episodio que solo se relata en uno de los cuatro Evangelios es el lavatorio de los pies, este es el momento en que Jesús, se reunió por última vez con los Apóstoles para comer la cena pascual, pero antes se arrodilló y lavó los pies a cada uno de ellos.
Por parte del Maestro, este fue un gesto de absoluta humildad hacia sus discípulos, este episodio en particular, no se menciona en los Evangelios de Marcos, Mateo y Lucas, solo está presente en el Evangelio de Juan.
Para los cristianos, el Jueves Santo es el primer día del “triduo pascual”, es decir, período de tiempo en el que la liturgia cristiana católica y no católica conmemoran la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
Se puede leer en Juan capítulo 13: 2-5: “Antes de la fiesta de la Pascua… (Jesús) se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en una fuente y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido”. A este gesto se lo conoce como “el lavatorio de los pies”.
Este episodio, “es durante la última cena de Jesús con sus discípulos, forma parte de los anuncios o del significado de los gestos, en los cuales expresa su entrega y servicio por sus discípulos, por aquellos que lo han reconocido, que lo han recibido, aquellos que han querido compartir la vida con él como Maestro y ellos como discípulos”, explicó el padre Juan Carlos López, vocero de la Diócesis de Ciudad Juárez.
El lavatorio de los pies simboliza la hospitalidad en oriente, donde se proporcionaba agua para la limpieza y bienestar de los viajeros después de un largo caminar.
“Es el mismo Jesús que explica el significado, cuando les dice: ¿han visto lo que hecho?, si yo que soy el Maestro lo he hecho con ustedes, háganlo también entre ustedes, es Jesús que enseña a sus discípulos que el sentido de la vida, no solamente el sentido de la vida de fe o la vida cristiana está en la entrega, el servicio, es un momento en que se explicita ¡no he venido a ser servido, sino a servir!”, detalló López.
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Jesús sentenciará: “Ustedes me llaman maestro y señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, siendo el señor y el maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros”. Una vez que había lavado los pies de los doce, les dijo: “ustedes están limpios”, y claramente indicó una excepción al hacer esta advertencia: “aunque no todos.” Juan, autor de esta narración, procura explicar que Jesús estaba pensando en el traidor.
“Como iglesias en la liturgia, hoy en nuestros días, celebramos en el contexto de la Semana Santa, el jueves por la tarde, cuando celebramos la eucaristía de la cena del Señor, recordamos la institución de la eucaristía y el mandamiento del amor, ámense los unos a los otros como yo los he amado”
El lavatorio de los pies, es recordado por la Iglesia como una escena impresionante que recoge tres gestos que son el amor, el servicio y el perdón, quedando muy clara la misión de la Iglesia en el mundo que es servir.