Este 18 de febrero, primer Domingo de Cuaresma, el Evangelio nos muestra a Jesús quien permaneció en el desierto por 40 días, el Espíritu lo condujo, y por lo tanto Jesús es tentado en el desierto, por eso, este domingo también es conocido como el “domingo de la tentación”.
Vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: -Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia, da a conocer el Evangelio.
No podemos dejar de reflexionar sobre la experiencia de la tentación, “el primer aspecto son las tentaciones, las dificultades en el desierto, Jesús fue tentado y salió victorioso, venció a las tentaciones", relató el obispo de Ciudad Juárez, José Guadalupe Torres Campos.
“Esta primera parte nos enseña que debemos entrar en el desierto también nosotros, entrar en nuestro interior y enfrentarnos con nosotros mismos, nos enfrentamos con muchos animales salvajes, que el odio, el rencor, la mentira, la enemistad que hay que vencer con el ayuno, la caridad y la oración”, detalló.
“La segunda parte del Evangelio es muy importante porque Jesús dice que el tiempo ha llegado, el tiempo se ha cumplido, lo que se anunció en el antiguo testamento y las profecías se cumplen, el tiempo está cerca”, agregó el obispo.
Nos invita a abrir nuestros ojos en la fe y descubrir la presencia de Jesús, que está aquí, el reino de Dios está cerca, nos invita durante la Cuaresma en oración impulsados por el Espíritu acoger a Cristo que es amor, paz, verdad y justicia, resaltó el sacerdote.
Las tentaciones siempre estarán presentes en nuestra vida, no tenemos que asustarnos, sentirnos pecadores cuando la tentación invade nuestro pensamiento, incluso nuestros sueños o cuando nos traiciona el subconsciente, lo que sé quiero decir, es que incluso el Hijo de Dios fue tentado en el desierto, el diablo intentó seducirlo prometiéndole poder y riqueza en el mundo y de esto logró salir.
La gran enseñanza del Evangelio de hoy es que no debemos caer en la tentación, así como lo pedimos en la oración del Padre Nuestro, cuando decimos: “no nos dejes caer en la tentación”.
La tentación siempre estará alrededor de nuestra vida, como una sombra, solo cuando materializamos la tentación cometemos pecado, y por tanto ofendemos a Dios, ofendemos a nuestros seres queridos y nos hacemos daño a nosotros mismos.
El enfoque de nuestra fe ya no puede ser el mismo que hace siglos, ya no debemos tener una visión negativa de la Cuaresma.
Reflexionando con la Palabra de Dios, podemos considerar el tiempo de Cuaresma como una oportunidad que la Iglesia y la liturgia nos ofrecen para ser mejores personas y, por supuesto, mejores cristianos. Hoy, el tiempo de Cuaresma puede ser una nueva oportunidad para sanar tus heridas.
