Este año, los parques públicos se llenaron de policías resguardando la zona y no de no niños encontrando los huevos de Pascua.
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Cientos de familias resguardadas en casa, agentes policiacos rodeando los sectores públicos a donde los ciudadanos pudieran dirigirse, iglesias cerradas, balnearios sin agua, así se vivió este año el Domingo de Pascua: sin color y con miedo.
El Domingo de Pascua, también conocido como Pascua de Resurrección, solía ser un día de celebración y reunión entre las familias, donde aprovechaban para compartir un momento juntos, jugando, comiendo y sonriendo, sin embargo, este año se vivió algo atípico , algo que no se esperaba.
Y es que el coronavirus no solo ha traído el aislamiento social entre las personas, sino también un gran problema económico, el cual evitó que cientos de familias pudieran celebrar esta Pascua desde sus casas.
Eugenio Méndez, habitante de la colonia Rancho Anapra, comentó que por primera vez, este año le tocó decirle a sus nietos que no habría nada, ni siquiera huevos de Pascua que esconder.
“No tenemos ni para comer, menos para celebrar y comprar dulces o huevos de Pascua”, dijo mientras se recargaba sobre la barda que resguardaba su hogar.
“¡Abuelito, abuelito, es Pascua! ¿Qué vamos a hacer?”, fue como sus tres nietos de cuatros, cinco y siete años, lo despertaron ansiosos porque fuera tarde y comenzaran con los preparativos de cada año, o al menos como ellos se lo tenían imaginado.
Eugenio contó que cada año acostumbraban hacer algo diferente, como ir al Chamizal, a un parque o en la mayoría de las veces a las compuertas del río Bravo, hacían una carne asada, lonches o cualquier alimento distinto al que realizaban el resto de la semana, para distinguir la ocasión.
Además, compraban mínimo una cartera de huevos de Pascua y algunos dulces para esconder, así los niños podrían divertirse y convivir entre ellos, aunque eso le hubiera gustado que ocurriera este año, hoy no se pudo, pues ahora hay prioridades como pagar recibos, pero sobre todo tener alimento para sobrevivir el resto de la contingencia.
Hace una semana mandaron a descansar al señor Eugenio, puesto que la fábrica donde trabajaba cerró sus puertas temporalmente y ahora solo recibe la mitad de su sueldo, equivalente a 600 pesos por semana.
Frijoles y sopa es para lo que alcanzó este año, y aunque sea lo que llevan comiendo toda la semana, agradecen porque hay alimento, no el que a lo mejor esperaban tener este día, pero sí el que les quitará el hambre.
En un recorrido de El Heraldo de Juárez por distintos puntos de la ciudad se pudo ver cómo distintos parques públicos estaban rodeados y resguardados por autoridades de los tres niveles de gobierno.
Asimismo, los balnearios que en estas fechas solían estar llenos, ahora lucen vacíos, sin agua y cerrados, mientras las calles lucían sin movimiento.
Los vendedores que solían hacer venta con las carteras de huevos de Pascua y canastas, ahora ante la contingencia no lograron vender como años pasados, todo fue diferente este año, para algunos más que otros.
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