Cuando Sócrates se llevó a Jantipa como su pareja, él frisaba los 60 y ella apenas cumplía los 18.
El hombre más sabio de Atenas en el 400 a.c. no sólo era un pensador inigualable, sino un reconocido sibarita que gustaba de todos los placeres mundanos de su tiempo, como la bebida, el buen comer, y el sexo en todas sus expresiones, incluyendo el gusto por los jóvenes efebos.
Allá él y sus "desviaciones", diría mordaz Marcos Barraza.
Murió a los 70, y no porque le faltara cuerda, chispa, o energía viril.
Le hicieron tragar la cicuta, que no es otra cosa más que un veneno muy poderoso, contenido en esta planta de tallo rollizo, estriado, hueco y muy ramoso en lo alto; hojas blandas, pequeñas, de forma triangular y flores blancas, agrupadas en umbela.
En botánica, una planta en umbela se define así: "Inflorescencia en que los pedúnculos arrancan de un mismo punto y se elevan a igual altura, formando una especie de paraguas." Umbrella, diría un gringo creyéndose filólogo.
El caso es que todas sus partes son tóxicas, y a Sócrates le hicieron comer una ensalada de cicuta, sólo por no aceptar la creencia en los dioses griegos. ¡Vaya que eran delicados esos atenienses!
Pero el tema de hoy no es la muerte de Sócrates, Ni el método socrático para el pensamiento crítico, o el uso de la mayéutica para el descubrimiento de la verdad.
El tema es, Jantipa como estímulo para la felicidad.
Mujer joven en la cama para estimular conocimiento y creatividad.
En el caso de Sócrates, como herramienta de afinación para uno de sus más preciados instrumentos: El sarcasmo. Utilizado por el pensador, como fuente crítica para ridiculizar, humillar y hasta insultar con elegancia y sutileza.
¿Quién soy yo para confutar, o rebatir al sabio?
Venga Jantipa, que no Lolita, a contagiar felicidad y estimular neurona y hormona a la vez.
Cuando Sócrates se llevó a Jantipa como su pareja, él frisaba los 60 y ella apenas cumplía los 18.
El hombre más sabio de Atenas en el 400 a.c. no sólo era un pensador inigualable, sino un reconocido sibarita que gustaba de todos los placeres mundanos de su tiempo, como la bebida, el buen comer, y el sexo en todas sus expresiones, incluyendo el gusto por los jóvenes efebos.
Allá él y sus "desviaciones", diría mordaz Marcos Barraza.
Murió a los 70, y no porque le faltara cuerda, chispa, o energía viril.
Le hicieron tragar la cicuta, que no es otra cosa más que un veneno muy poderoso, contenido en esta planta de tallo rollizo, estriado, hueco y muy ramoso en lo alto; hojas blandas, pequeñas, de forma triangular y flores blancas, agrupadas en umbela.
En botánica, una planta en umbela se define así: "Inflorescencia en que los pedúnculos arrancan de un mismo punto y se elevan a igual altura, formando una especie de paraguas." Umbrella, diría un gringo creyéndose filólogo.
El caso es que todas sus partes son tóxicas, y a Sócrates le hicieron comer una ensalada de cicuta, sólo por no aceptar la creencia en los dioses griegos. ¡Vaya que eran delicados esos atenienses!
Pero el tema de hoy no es la muerte de Sócrates, Ni el método socrático para el pensamiento crítico, o el uso de la mayéutica para el descubrimiento de la verdad.
El tema es, Jantipa como estímulo para la felicidad.
Mujer joven en la cama para estimular conocimiento y creatividad.
En el caso de Sócrates, como herramienta de afinación para uno de sus más preciados instrumentos: El sarcasmo. Utilizado por el pensador, como fuente crítica para ridiculizar, humillar y hasta insultar con elegancia y sutileza.
¿Quién soy yo para confutar, o rebatir al sabio?
Venga Jantipa, que no Lolita, a contagiar felicidad y estimular neurona y hormona a la vez.
