Un hombre tenía como pareja a un demonio en Comalcalco

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Un demonio en forma de animal era la pareja de un hombre en el municipio de Comalcalco, la historia se desarrolla en el año de 1920, y ha llegado hasta nuestros días por la tradición oral de quienes fueron testigos de aquel diabólico hecho, pasando el relato de generación en generación, si bien, no hay datos concretos, la fuerza de la tradición narrativa lo ha mantenido vigente.

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El protagonista es un sujeto solitario de nombre Ramiro, a sus 35 años no tenía esposa ni novia, lo que a sus vecinos se le hacía raro, pues para la época un varón que no tuviera familia era motivo de muchos comentarios maliciosos, además, había quienes aseguraban que él era un alma en pena, por eso no le interesaba tener mujer.

A las habladurías sobre el porqué de su supuesta soltería se unían los que señalaban su aspecto, que al estar cerca de alguien transmitía cierta tristeza y un escalofrío como si fuera una criatura del infierno. Pese a su ropa limpia y pulcra se veía miserable, como si escondiera un secreto. Casi no cruzaba palabra ni con sus conocidos, parecía que no quería entablar amistad con los demás.

¿Qué secreto escondía Ramiro?

Llamaba la atención que siempre su vestimenta estaba bien planchada y su calzado relucía de limpio, era extraño pues tampoco tenía alguna muchacha que le hiciera la limpieza. Cuando llegaba a misa a nadie miraba, sólo se quedaba viendo a donde el padre daba el sermón, rezaba como si estuviera tratando de quitarse una maldición o que el Creador le perdonara sus pecados.

La casa de aquel estaba en los portales del parque central, al igual que su propietario la vivienda daba la impresión que tras sus puertas se escondía un secreto desagradable, la gente cuando pasaba cerca de la propiedad apresuraba el paso, algo temían, pero no se explicaban qué, un miedo se apoderaba de ellas, sentían que algo o alguien las observaba, y no con buenas intenciones.

Sucedió que un día un grupo de lugareños fueron a ver al cura para que fuera a visitar al extraño individuo, ya no soportaban su presencia, estaban conscientes que ningún daño les había hecho, sin embargo, su sola presencia les incomodaba, no sabían explicar el sentimiento que les provocaba. Era como si supieran que necesitara ayuda, no la de los hombres, sino la de Dios.

¿Quién visitó a Ramiro?

El religioso a pesar de su formación y que en el seminario le enseñaran la interpretación de las escrituras, y siempre conducirse bajo la fe del Todopoderoso, le disgustaba la idea de visitar a esa oveja descarriada. Tras una larga conversación con los que le solicitaban su ayuda, accedió a lo que le pedían. Durante su trayecto al hogar del susodicho ocurría una lucha interna, por un lado, una voz que le decía no fuera y por el otro, el de socorrer a alguien que lo necesitara, aunque no lo pidiera de palabra, fue así que llegó a la puerta, titubeo un poco, por un momento estuvo tentando a dar la vuelta y regresar, pero su mano tocó la puerta de madera.

La puerta se abrió apenas unos centímetros, suficientes para que el religioso y el propietario del lugar se vieran, este lanzó una mirada de incomodidad, el representante de la Iglesia católica se mostraba temeroso, entre dientes le pidió que lo dejara pasar, su frase apenas si se escuchó, antes que el visitado pudiera decir algo, el cura entró, la forma en que lo hizo le disgustó a Ramiro.

Aún así, por educación le dijo en una forma fría, que daba a entender que no era bien recibido, que pasara, le invitó a sentarse en uno de los muebles de su sala. El incomodo silencio, ese que surge entre dos personas que no tienen nada que hablar, no obstante, estén frente a frente, se interrumpió por unos pequeños pasos apresurados y ligeros, ambos voltearon a ver de donde provenían hasta que una pequeña figura apareció, era un mono que llevaba entre sus manos una taza, se le acercó al hombre por el estaba ahí el religioso. El asombre de este creció más al escuchar hablar al animal, su voz era tenebrosa y ronca, le decía a su amo: aquí está tu café.

El primate al darse cuenta de la visita se mostró furioso, sus ojos comenzaron a ponerse rojos y se clavaron en el de sotana, quien repuesto de la impresión agarró el crucifijo que llevaba colgado en el cuello y comenzó al reza, la bestia al escuchar la oración lanzó un gruñido; el representante de Dios en la Tierra le ordenó que dejara en paz al desdichado.

Conforme se resistía el espíritu maligno el sacerdote se fue dando cuenta de la situación, el alma descarriada y aquel demonio eran pareja, para poder convivir en forma carnal el ente tomó la forma de un animal; corrompida situación antinatura, el desafío a los cielos era la relación corrupta de un habitante de los infiernos con un ser humano.

Ya no le cabía duda al pastor de almas, debía actuar, hacer todo lo posible para echar de aquella casa al mal. Siguió pidiendo a Dios, conforme los rezos aumentaban el cuerpo del ser se retorcía, cada Ave María era como un golpe que le aventaba de un lugar a otro, así estuvo por un buen rato, después comenzó a gritar, se resistía, de pronto, su figura comenzó a incendiarse, se podía ver el trabajo de las llamas destruyendo a la abominación. Mientras todo esto acontecía Ramiro era un simple espectador, al final sólo quedaron cenizas. No se sabe que pasó con el extraño hombre, el relato concluye con la destrucción de demonio.