Urique. – Al estar presente en los eventos para conmemorar el primer año luctuoso de los sacerdotes Jesuitas, asesinados el 20 de junio del año 2020 en la comunidad de Cerocahui, municipio de Urique, familiares y personas allegadas a los religiosos, compartieron parte de la biografía de tan queridos personajes de la sierra chihuahuense, coincidiendo en los relatos el amor que ambos tuvieron por la gente de la sierra en donde pasaron gran parte de su vida.
Entre las aportaciones destaca el testimonio de Doña Guadalupe Campos Morales, hermana del párroco Javier Campos Morales, quien compartió parte de la historia del querido padre “Gallo” como le decían sus feligreses ante la imitación que hacía del ave de granja.
Doña Lupita como le dicen de cariño, habla de cómo a corta edad, Javier Campos mostró un gran amor al prójimo, lo que lo llevó a ingresar a la Compañía de Jesús en donde permaneció más de 10 años hasta ordenarse sacerdote.
Dio a conocer que Javier Campos fue el sexto de 8 hijos, de los cuales uno de ellos murió desde muy pequeño, lo que con el tiempo sucedió con 5 más, incluido el padre “Gallo” quedando solamente dos miembros de la familia Campos Morales.
El sacerdote Jesuita nació en la Ciudad de México el 13 de febrero de 1943, sin embargo, pasó su infancia en la ciudad de Monterrey, en el estado de Nuevo León, en donde mostró una actitud de amor a sus semejantes que lo impulsaron a integrarse a la vida religiosa.
Tras 13 años de ingresar a la Compañía de Jesús, Javier Campos, se ordenó sacerdote en el estado de Jalisco, dando sus primeros servicios en la ciudad de Guadalajara.
Al año de terminar el primer proceso como cura, se mudó a la Sierra Tarahumara, recorriendo la mayoría de los municipios de la zona occidente y sur del estado de Chihuahua, en donde permaneció por 50 años, de los cuales los últimos se desempeñó como párroco en Guachochi, Chinatú y Cerocahui, donde fungió como superior de la Misión Jesuita, Vicario de Pastoral Indígena de la Diócesis de Tarahumara y Asesor Regional de Comunidades Eclesiales de Base (CEB).
Al compartir parte de la biografía de su hermano, Doña Lupita enfatizó que el padre “Gallo” se enamoró de la cultura rarámuri, a grado tal de desarrollar a la perfección el dialecto de pueblos originarios, lo que le permitió adentrarse a las necesidades de lo que consideró una cultura rica en todos sus aspectos.
En lo que respecta a al sacerdote Jesuita, Joaquín César Mora Salazar “El Morita”, quienes lo conocieron señalaron que llevaba menos tiempo en la localidad que su compañero Javier Campos, de quien era mayor un año 6 meses, y un año en lo referente a la integración a la Compañía de Jesús.
A diferencia del padre “Gallo”, Joaquín Mora si nació en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, el 28 de agosto de 1941, ingresó a la Compañía de Jesús el 30 de julio de 1958, un año antes que “El Gallo”, y fue ordenado sacerdote el 1 de mayo de 1971 en su ciudad natal.
Desde 2007 se desempeñó como Vicario Cooperador en Cerocahui, sin embargo, previamente llevó a cabo su Tercera Probación también en la sierra y fungió como Vicario Parroquial en Chínipas, destacando que dio 23 años de su vida sacerdotal a los pobladores de la sierra Tarahumara.
Publicado originalmente por El Heraldo de Chihuahua