/ lunes 15 de febrero de 2021

El Aeropuerto que no lo construyó ni Obama

Con gran pompa y acompañado especialmente de los altos mandos del ejército mexicano, MALO apareció en la vida pública con la urgencia de ser el tema principal en la agenda de los medios de comunicación y en esta ocasión lo hizo dando un paseíto en avión por los cielos de la Ciudad de México.

Todo es un circo en este régimen decadente y absolutista, sin nada que festejar y sin ninguna construcción digna de un evento como el que se realizó el pasado miércoles 10 de febrero, una vez más el gobierno federal se burla de los mexicanos e ‘‘inaugura’’ un aeropuerto sin aeropuerto.

Pero no nos sorprendamos, esa es la constante del gobierno morenista, saben jugar muy bien el arte de las maromas y los malabares; aparte de que gozan de una cobertura de vergonzosa complicidad con varios medios de comunicación en el país y que le sirven para desinformar a la población.

La necedad del presidente no conoce límites y mucho menos razones, su visión de gobernante es idéntica al cuento del emperador que va desnudo por la calle creyendo que viste con las galas más preciosas del reino; lo mismo ocurre con sus proyectos faraónicos que contra toda lógica arquitectónica, económica y de viabilidad deben de ser aplaudidos a ciegas y a rajatabla.

La justificación de MALO para cancelar el aeropuerto de Texcoco se debe al supuesto combate a la corrupción que por tanto tiempo anunció que erradicaría; lo contradictorio del asunto es que su administración no ha realizado ninguna investigación y mucho menos existen detalles sobre la supuesta corrupción que contaminaba el mega proyecto de Peña.

Independientemente del tema de la corrupción, que a estas alturas y con el nulo combate que hay en al ámbito federal, el capricho de Santa Lucía es más una pretensión soberbia de adjudicarse el mérito completo del proyecto de un nuevo aeropuerto; lo trágico es que su discurso ha permeado en la sociedad de tal manera que hay quienes sí creen que MALO hace todo bien.

Pasando el tema del ficticio combate a la corrupción, caemos en uno económico bastante complejo, y es que el anterior mega proyecto, según los cálculos que ya estaban contemplados, le iba a costar al gobierno y a la iniciativa privada cerca de 285 mil millones de pesos y una vez completado tendría 190 posiciones fijas y 85 remotas para atender a más de un millón de aviones al año y 125 millones de pasajeros, además de las operaciones militares.

Por su parte, la construcción del aeropuerto Felipe Ángeles está teniendo un costo aproximado de 231 mil millones de pesos y lejos de significar un ahorro para el gobierno, es una enorme pérdida en razón de que será 4 veces más chico que el de Texcoco, tendrá 70 posiciones y una capacidad para mover, anualmente, de 32 millones de pasajeros, además de que no podrá tener operaciones simultaneas.

También agreguemos el hecho de que, en este nuevo esquema, es el Estado Mexicano quien está asumiendo toda la carga económica de la construcción y que cada centavo viene de los impuestos de los contribuyentes; a diferencia del de Texcoco, ahí se planteo un proyecto autosuficiente en el que participaba el sector empresarial y del cual se preveía que se recuperaría la inversión en un corto tiempo y sin generar deuda pública.

Ese era el plan y en la maqueta el de Texcoco se veía digno de nuestro país, pero la experticia arquitectónica del gobierno morenista nos acaba de otorgar a los mexicanos una bodega que no se usará para vuelos comerciales y una pista en la que sólo aterrizarán aviones de la Fuerza Aérea Mexicana.

El problema no esta en que sea para uso exclusivo del ejército, el enorme conflicto radica en que el presidente nos quiere vender la idea de que se hizo un nuevo aeropuerto y de que la población podrá aprovecharlo dentro de muy poco tiempo; mentiras y más mentiras, eso no sólo ofende, sino que ya tiene bastante disgustada a un sector importante de la población.

La vergüenza y el engaño llegan a su máxime, cuando el señor del palacio nacional y de la realidad alterna, se atrevió a decir en la ‘‘espectacular inauguración’’ del aeropuerto Felipe Ángeles, que dicha edificación era la construcción más importante del mundo; lo único que le falto mencionar es que este aeropuerto no lo construye ni Obama.

Con gran pompa y acompañado especialmente de los altos mandos del ejército mexicano, MALO apareció en la vida pública con la urgencia de ser el tema principal en la agenda de los medios de comunicación y en esta ocasión lo hizo dando un paseíto en avión por los cielos de la Ciudad de México.

Todo es un circo en este régimen decadente y absolutista, sin nada que festejar y sin ninguna construcción digna de un evento como el que se realizó el pasado miércoles 10 de febrero, una vez más el gobierno federal se burla de los mexicanos e ‘‘inaugura’’ un aeropuerto sin aeropuerto.

Pero no nos sorprendamos, esa es la constante del gobierno morenista, saben jugar muy bien el arte de las maromas y los malabares; aparte de que gozan de una cobertura de vergonzosa complicidad con varios medios de comunicación en el país y que le sirven para desinformar a la población.

La necedad del presidente no conoce límites y mucho menos razones, su visión de gobernante es idéntica al cuento del emperador que va desnudo por la calle creyendo que viste con las galas más preciosas del reino; lo mismo ocurre con sus proyectos faraónicos que contra toda lógica arquitectónica, económica y de viabilidad deben de ser aplaudidos a ciegas y a rajatabla.

La justificación de MALO para cancelar el aeropuerto de Texcoco se debe al supuesto combate a la corrupción que por tanto tiempo anunció que erradicaría; lo contradictorio del asunto es que su administración no ha realizado ninguna investigación y mucho menos existen detalles sobre la supuesta corrupción que contaminaba el mega proyecto de Peña.

Independientemente del tema de la corrupción, que a estas alturas y con el nulo combate que hay en al ámbito federal, el capricho de Santa Lucía es más una pretensión soberbia de adjudicarse el mérito completo del proyecto de un nuevo aeropuerto; lo trágico es que su discurso ha permeado en la sociedad de tal manera que hay quienes sí creen que MALO hace todo bien.

Pasando el tema del ficticio combate a la corrupción, caemos en uno económico bastante complejo, y es que el anterior mega proyecto, según los cálculos que ya estaban contemplados, le iba a costar al gobierno y a la iniciativa privada cerca de 285 mil millones de pesos y una vez completado tendría 190 posiciones fijas y 85 remotas para atender a más de un millón de aviones al año y 125 millones de pasajeros, además de las operaciones militares.

Por su parte, la construcción del aeropuerto Felipe Ángeles está teniendo un costo aproximado de 231 mil millones de pesos y lejos de significar un ahorro para el gobierno, es una enorme pérdida en razón de que será 4 veces más chico que el de Texcoco, tendrá 70 posiciones y una capacidad para mover, anualmente, de 32 millones de pasajeros, además de que no podrá tener operaciones simultaneas.

También agreguemos el hecho de que, en este nuevo esquema, es el Estado Mexicano quien está asumiendo toda la carga económica de la construcción y que cada centavo viene de los impuestos de los contribuyentes; a diferencia del de Texcoco, ahí se planteo un proyecto autosuficiente en el que participaba el sector empresarial y del cual se preveía que se recuperaría la inversión en un corto tiempo y sin generar deuda pública.

Ese era el plan y en la maqueta el de Texcoco se veía digno de nuestro país, pero la experticia arquitectónica del gobierno morenista nos acaba de otorgar a los mexicanos una bodega que no se usará para vuelos comerciales y una pista en la que sólo aterrizarán aviones de la Fuerza Aérea Mexicana.

El problema no esta en que sea para uso exclusivo del ejército, el enorme conflicto radica en que el presidente nos quiere vender la idea de que se hizo un nuevo aeropuerto y de que la población podrá aprovecharlo dentro de muy poco tiempo; mentiras y más mentiras, eso no sólo ofende, sino que ya tiene bastante disgustada a un sector importante de la población.

La vergüenza y el engaño llegan a su máxime, cuando el señor del palacio nacional y de la realidad alterna, se atrevió a decir en la ‘‘espectacular inauguración’’ del aeropuerto Felipe Ángeles, que dicha edificación era la construcción más importante del mundo; lo único que le falto mencionar es que este aeropuerto no lo construye ni Obama.