/ miércoles 1 de abril de 2020

El Juglar de la Red

Hasta la espontaneidad se planea

El saludo que el presidente Andrés Manuel López Obrador dio a la señora Consuelo Loera, mamá de Joaquín “El Chapo” Guzmán, durante una visita a Badiraguato, Sinaloa generó muchos comentarios en contra, para contrarrestar las opiniones negativas la versión oficial cita que se trató solamente de un saludo amable a una dama de 92 años de edad que no ha cometido delito alguno y que fue a conocer la respuesta a una carta enviada al Jefe del Ejecutivo.

El tema centran no es el saludo en sí mismo, sino todo el contexto en el cual se da: justo en el cumpleaños de Ovidio Guzmán, detenido y luego liberado por instrucción presidencial tras tomar a sangre y fuego la ciudad de Culiacán; las deferencias para que la dama pudiera traspasar los tres filtros de seguridad sin mayor problema, la presencia de otros personajes que son reclamados por la justicia de Estados Unidos y la convivencia en la cual el Presidente López Obrador participó rodeado de narcotraficantes y abogados de capos.

Imagínese el escándalo si George W. Bush hubiera saludado a la mamá del presidente de Irak, Sadam Hussein o si Barack Obama participa en una comida posterior a saludar a la madre de Osama Bin Laden; en esa justa dimensión se inscribe la reunión de López Obrador con la señora Consuelo Loera.

No se trata de lo que ella es: una madre de familia, mayor de edad que ciertamente no ha cometido delito alguno y que como cualquiera otra persona puede saludar al Presidente –aunque no todas son saludadas en su vehículo y con un fuerte aparato de seguridad rodeándolo--; se trata de lo que ella representa y el oprobio que eso causa en quienes han dado su vida en la lucha contra el narcotráfico, para las familias de los militares y policías abatidos en el cumplimiento de su deber, para miles de mexicanos que consideran hay un narco estado y que la figura presidencial se malbarató.

Dicen que el presidente López Obrador es un genio para generar distractores en momentos difíciles para su gobierno, el actual es uno de ellos; pero esto no fue un mero distractor, todo indica se trató de una deferencia presidencial especial para la dama que acudió a saludarlo y hay conciencia en las esferas gubernamentales de las implicaciones negativas que tiene esta manifestación de relación cercana.

Si solamente hubiera sido un saludo a la señora Consuelo Loera, la defensa oficial sería válida; el problema es que también dialogó con el abogado personal de “El Chapo” y luego, en la reunión-comida que se realizó posteriormente, también convivió con diversos personajes que no .

El gobierno de López Obrador ha marcado claramente su estrategia contra el narcotráfico: “abrazos, no balazos”, lo cual ha derivado que el 2019 fuera el año más violento en México y ahora, en pleno 2020, los números de asesinatos dolosos siguen incrementándose sin que aparezca una estrategia seria de combate a los carteles de la droga.

Sería ingenuo pensar que la reunión fue espontánea –dicen que en política lo espontáneo también se planifica—y aunque así quieren hacerlo parecer, la realidad es que todo fue perfectamente bien orquestado al grado que la señora Loera logró superar tres filtros de seguridad que ni siquiera senadores, diputados y el alcalde de Culiacán pudieron evadir y que sí fue fácil hacerlo para la señora Consuelo y el abogado de “El Chapo”.

No se puede desligar de todo esto, la forma en la cual Ovidio Guzmán fue liberado por las fuerzas federales, luego de que el Cartel de Sinaloa hiciera una manifestación de fuerza y doblara a los elementos de seguridad pública municipales, estatales, federales y al propio Ejército lo cual derivó en un gran escándalo dada la poca fuerza mostrada por el Ejecutivo y los cuerpos de seguridad nacional.

Hay que decirlo con todas sus letras, la señora Consuelo Loera demostró ser una dama muy inteligente, al grado que obligó al presidente López Obrador a saludarla y darle una respuesta a una carta donde ella solicita ayuda para obtener una visa humanitaria y así poder visitar a su hijo en Estados Unidos, pero además todo quedó grabado en video.

El Presidente, engañado o confabulado, no tuvo empacho en otorgar facilidades y todo tipo de deferencias a la dama, eso indica que nada fue espontáneo y todo estaba dentro de un guión perfectamente elaborado.

Lo que pocos creen es que todo lo relacionado con el encuentro fue un simple saludo de un Presidente a una madre de familia afligida por el destino de su hijo.

Hasta la espontaneidad se planea

El saludo que el presidente Andrés Manuel López Obrador dio a la señora Consuelo Loera, mamá de Joaquín “El Chapo” Guzmán, durante una visita a Badiraguato, Sinaloa generó muchos comentarios en contra, para contrarrestar las opiniones negativas la versión oficial cita que se trató solamente de un saludo amable a una dama de 92 años de edad que no ha cometido delito alguno y que fue a conocer la respuesta a una carta enviada al Jefe del Ejecutivo.

El tema centran no es el saludo en sí mismo, sino todo el contexto en el cual se da: justo en el cumpleaños de Ovidio Guzmán, detenido y luego liberado por instrucción presidencial tras tomar a sangre y fuego la ciudad de Culiacán; las deferencias para que la dama pudiera traspasar los tres filtros de seguridad sin mayor problema, la presencia de otros personajes que son reclamados por la justicia de Estados Unidos y la convivencia en la cual el Presidente López Obrador participó rodeado de narcotraficantes y abogados de capos.

Imagínese el escándalo si George W. Bush hubiera saludado a la mamá del presidente de Irak, Sadam Hussein o si Barack Obama participa en una comida posterior a saludar a la madre de Osama Bin Laden; en esa justa dimensión se inscribe la reunión de López Obrador con la señora Consuelo Loera.

No se trata de lo que ella es: una madre de familia, mayor de edad que ciertamente no ha cometido delito alguno y que como cualquiera otra persona puede saludar al Presidente –aunque no todas son saludadas en su vehículo y con un fuerte aparato de seguridad rodeándolo--; se trata de lo que ella representa y el oprobio que eso causa en quienes han dado su vida en la lucha contra el narcotráfico, para las familias de los militares y policías abatidos en el cumplimiento de su deber, para miles de mexicanos que consideran hay un narco estado y que la figura presidencial se malbarató.

Dicen que el presidente López Obrador es un genio para generar distractores en momentos difíciles para su gobierno, el actual es uno de ellos; pero esto no fue un mero distractor, todo indica se trató de una deferencia presidencial especial para la dama que acudió a saludarlo y hay conciencia en las esferas gubernamentales de las implicaciones negativas que tiene esta manifestación de relación cercana.

Si solamente hubiera sido un saludo a la señora Consuelo Loera, la defensa oficial sería válida; el problema es que también dialogó con el abogado personal de “El Chapo” y luego, en la reunión-comida que se realizó posteriormente, también convivió con diversos personajes que no .

El gobierno de López Obrador ha marcado claramente su estrategia contra el narcotráfico: “abrazos, no balazos”, lo cual ha derivado que el 2019 fuera el año más violento en México y ahora, en pleno 2020, los números de asesinatos dolosos siguen incrementándose sin que aparezca una estrategia seria de combate a los carteles de la droga.

Sería ingenuo pensar que la reunión fue espontánea –dicen que en política lo espontáneo también se planifica—y aunque así quieren hacerlo parecer, la realidad es que todo fue perfectamente bien orquestado al grado que la señora Loera logró superar tres filtros de seguridad que ni siquiera senadores, diputados y el alcalde de Culiacán pudieron evadir y que sí fue fácil hacerlo para la señora Consuelo y el abogado de “El Chapo”.

No se puede desligar de todo esto, la forma en la cual Ovidio Guzmán fue liberado por las fuerzas federales, luego de que el Cartel de Sinaloa hiciera una manifestación de fuerza y doblara a los elementos de seguridad pública municipales, estatales, federales y al propio Ejército lo cual derivó en un gran escándalo dada la poca fuerza mostrada por el Ejecutivo y los cuerpos de seguridad nacional.

Hay que decirlo con todas sus letras, la señora Consuelo Loera demostró ser una dama muy inteligente, al grado que obligó al presidente López Obrador a saludarla y darle una respuesta a una carta donde ella solicita ayuda para obtener una visa humanitaria y así poder visitar a su hijo en Estados Unidos, pero además todo quedó grabado en video.

El Presidente, engañado o confabulado, no tuvo empacho en otorgar facilidades y todo tipo de deferencias a la dama, eso indica que nada fue espontáneo y todo estaba dentro de un guión perfectamente elaborado.

Lo que pocos creen es que todo lo relacionado con el encuentro fue un simple saludo de un Presidente a una madre de familia afligida por el destino de su hijo.

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