/ lunes 30 de noviembre de 2020

La industria de la difamación

La aspiración a ocupar un cargo de representación pública debe estar siempre guiada por el deseo sincero de servir a la ciudadanía. El deseo del poder por el poder mismo es una lucha perversa, y es muy claro cuando una persona se encuentra en esa búsqueda, a costa de lo que sea.

En mi caso, siempre he puesto mi trabajo y mis resultados como el más importante estandarte de mi proyecto político. Y por ello, cada vez hay más voluntades que se suman a este.

Pero tal como sucedió en 2016 y 2018, ahora que se acercan los tiempos electorales, la desesperación y la ambición por el poder de algunos, se manifiesta como una industria de la difamación en contra de mi persona, toda vez que se me considera un obstáculo para sus ambiciones.

Sin duda, no hay recurso más desesperado para frenar un proyecto político, que usar las instituciones para perseguir, intimidar y crear casos penales en contra de una persona que sólo se ha dedicado a trabajar por el bien de aquellos a quienes representa. Contra ello he luchado los últimos meses, y presenté pruebas de estos hechos el martes pasado en rueda de prensa.

Esta industria opera en un doble sentido: primero, se dedica a hablar sin pruebas de aquello de lo que se me inculpa, en los medios de comunicación y en círculos privados, para generar desconfianza en mi persona y debilitarme políticamente. Y por el otro, hace uso de la justicia para crear un caso en mi contra y juzgarme por acciones que nunca cometí.

Los dichos contra mi persona además de ser una acción ilegal que atenta contra la más fundamental presunción de inocencia, consisten en una estrategia deshonesta que no tiene ningún sustento jurídico, y que está centrada únicamente en sembrar la duda, de modo que en la opinión pública se me retire el apoyo.

Los últimos meses han sido una lucha en contra de esta duda. Afortunadamente, cuento con los resultados de la administración que encabezo para respaldar la negación de estos dichos. La gente me conoce, y sabe que siempre me he conducido con honestidad y que no he hecho más que trabajar por hacer un buen papel desde la trinchera que me corresponde.

Por ello, el ataque se refuerza desde el otro frente de esta industria de la difamación, que es el más serio: la construcción de un caso en mi contra. Tengo conocimiento de que han hurgado en mi vida hasta un nivel verdaderamente vergonzoso, han buscado a mi alrededor, han interrogado, intimidado e incluso amenazado a personas que son o que han sido cercanas a mi; todo para encontrar algo de qué inculparme.

Esta estrategia no solamente es un riesgo para mí, sino sobre todo para las instituciones públicas desde las que se orquesta esta persecución. ¿Qué podemos esperar de una fiscalía anti-corrupción que se utiliza para elaborar una persecución política?

Esta violación de las instituciones y de la justicia plantea un precedente que nos vulnera a todos. Si se le puede acusar a la alcaldesa de la capital de esta manera, sin pudor, sin pruebas ni sustento, ¿Qué pueden esperar los ciudadanos que no se encuentran tan expuestos al ojo público? Estamos presenciando una vuelta al autoritarismo exacerbado del ejecutivo, sin instituciones, sin legalidad, y que responde de manera exclusiva a los intereses de una sola persona.

Sin embargo, sigo y seguiré trabajando; como cité en rueda de prensa, la escritura dice: “el árbol se conoce por sus frutos”, y son muchos los frutos brindados por el gobierno y la ciudadanía en los últimos cuatro años y medio de administración.

El apoyo de la gente, el respaldo de mi trabajo y todo lo que juntos hemos logrado en el municipio, son muestra de que sí podemos lograr un mejor futuro para nuestra ciudad y nuestro Estado. Somos muchos quienes compartimos este sueño de llevar nuestro trabajo más allá de Chihuahua capital, y tengo la certeza de que juntos, como hemos caminado hasta ahora, lograremos superar este y otros obstáculos, y alcanzaremos ese sueño de un mejor Chihuahua para todos.

La aspiración a ocupar un cargo de representación pública debe estar siempre guiada por el deseo sincero de servir a la ciudadanía. El deseo del poder por el poder mismo es una lucha perversa, y es muy claro cuando una persona se encuentra en esa búsqueda, a costa de lo que sea.

En mi caso, siempre he puesto mi trabajo y mis resultados como el más importante estandarte de mi proyecto político. Y por ello, cada vez hay más voluntades que se suman a este.

Pero tal como sucedió en 2016 y 2018, ahora que se acercan los tiempos electorales, la desesperación y la ambición por el poder de algunos, se manifiesta como una industria de la difamación en contra de mi persona, toda vez que se me considera un obstáculo para sus ambiciones.

Sin duda, no hay recurso más desesperado para frenar un proyecto político, que usar las instituciones para perseguir, intimidar y crear casos penales en contra de una persona que sólo se ha dedicado a trabajar por el bien de aquellos a quienes representa. Contra ello he luchado los últimos meses, y presenté pruebas de estos hechos el martes pasado en rueda de prensa.

Esta industria opera en un doble sentido: primero, se dedica a hablar sin pruebas de aquello de lo que se me inculpa, en los medios de comunicación y en círculos privados, para generar desconfianza en mi persona y debilitarme políticamente. Y por el otro, hace uso de la justicia para crear un caso en mi contra y juzgarme por acciones que nunca cometí.

Los dichos contra mi persona además de ser una acción ilegal que atenta contra la más fundamental presunción de inocencia, consisten en una estrategia deshonesta que no tiene ningún sustento jurídico, y que está centrada únicamente en sembrar la duda, de modo que en la opinión pública se me retire el apoyo.

Los últimos meses han sido una lucha en contra de esta duda. Afortunadamente, cuento con los resultados de la administración que encabezo para respaldar la negación de estos dichos. La gente me conoce, y sabe que siempre me he conducido con honestidad y que no he hecho más que trabajar por hacer un buen papel desde la trinchera que me corresponde.

Por ello, el ataque se refuerza desde el otro frente de esta industria de la difamación, que es el más serio: la construcción de un caso en mi contra. Tengo conocimiento de que han hurgado en mi vida hasta un nivel verdaderamente vergonzoso, han buscado a mi alrededor, han interrogado, intimidado e incluso amenazado a personas que son o que han sido cercanas a mi; todo para encontrar algo de qué inculparme.

Esta estrategia no solamente es un riesgo para mí, sino sobre todo para las instituciones públicas desde las que se orquesta esta persecución. ¿Qué podemos esperar de una fiscalía anti-corrupción que se utiliza para elaborar una persecución política?

Esta violación de las instituciones y de la justicia plantea un precedente que nos vulnera a todos. Si se le puede acusar a la alcaldesa de la capital de esta manera, sin pudor, sin pruebas ni sustento, ¿Qué pueden esperar los ciudadanos que no se encuentran tan expuestos al ojo público? Estamos presenciando una vuelta al autoritarismo exacerbado del ejecutivo, sin instituciones, sin legalidad, y que responde de manera exclusiva a los intereses de una sola persona.

Sin embargo, sigo y seguiré trabajando; como cité en rueda de prensa, la escritura dice: “el árbol se conoce por sus frutos”, y son muchos los frutos brindados por el gobierno y la ciudadanía en los últimos cuatro años y medio de administración.

El apoyo de la gente, el respaldo de mi trabajo y todo lo que juntos hemos logrado en el municipio, son muestra de que sí podemos lograr un mejor futuro para nuestra ciudad y nuestro Estado. Somos muchos quienes compartimos este sueño de llevar nuestro trabajo más allá de Chihuahua capital, y tengo la certeza de que juntos, como hemos caminado hasta ahora, lograremos superar este y otros obstáculos, y alcanzaremos ese sueño de un mejor Chihuahua para todos.