/ lunes 15 de julio de 2019

Urzúa fue la excepción a la regla

En México, como en casi todo el mundo, solo hay dos cargos que se pueden equiparar al de presidente de un país, que está en primer lugar: en segundo lugar está el de secretario de economía y en tercer lugar está el de entrenador de la selección nacional de futbol, y según la época del año algunas veces es más importante uno que otro.

Por salario, por prestigio y por ego, de esos tres cargos nunca se renuncia… la única salida es el despido. Después de haber ocupado uno de esos tres trabajos, cualquiera que lo haya hecho tiene su “vida asegurada” entendiendo esto como tener el suficiente dinero para vivir el resto de la vida con tranquilidad o los contactos como para ocupar otro puesto de trabajo importante.

Como siempre y como en todo, hay una excepción a la regla. Siempre hay alguien que por conocimiento o por rebeldía hace lo que nadie piensa y en el actual gobierno ese fue Carlos Manuel Urzúa Macías, quien ya es ex secretario de economía y que había sido elegido por Andrés Manuel López Obrador.

Carlos Manuel Urzúa Macías nació en Aguascalientes en 1955, es licenciado y maestro en matemáticas por el Tecnológico de Monterrey y el Instituto Politécnico Nacional, y es doctor en economía por la Universidad de Wisconsin. Tiene publicaciones científicas como “El déficit del sector público y la política fiscal en México, 1980-1989”, en las Naciones Unidas.

Con un perfil académico, científico y técnico, lo raro no era que renunciara, lo raro era que llegara a ocupar un cargo para el que evidentemente está capacitado pero dentro de un entorno que no está capacitado, pues de acuerdo con su carta de despedida, dijo que se le impusieron funcionarios sin conocimiento. Tal cual. Lo que dijo fue muy grave.

Todavía no se cumple un año del nuevo sexenio y a la renuncia de Carlos Manuel Urzúa Macías de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público hay que sumarle la de Germán Martínez Cázares del Instituto Mexicano del Seguro Social, dos de las instituciones más importantes del país, si no es que son las dos que más.

No hacen falta marchas ni mítines, ni tampoco teorías conspirativas acerca de lo que está pasando, ni es una cuestión de ángeles ni demonios. Cualquier otro en ese cargo espera a que pase lo que tenga que pasar por muy en desacuerdo que esté. Lo que pasa es que en este caso Urzúa no quiso quedar marcado... Urzúa fue la excepción a la regla.