/ miércoles 6 de noviembre de 2019

La frivolidad de las conferencias de prensa

Dejando a un lado los temas de economía, de seguridad, de salud, de gobernabilidad y, en general, otros problemas realmente importantes, es necesario hacer un cometario acerca de la frivolidad de las conferencias de prensa, también llamadas “conferencias mañaneras”. Hablar sobre los temas de comunicación, propaganda, imagen y mercadotecnia política, es un tema menor, tomando como referencia los problemas del país.

Sin embargo, es importante porque últimamente han ocurrido cosas que son absurdas porque, en realidad, tanta exposición mediática es absurda. Es decir, una conferencia de prensa de dos horas al día es muchísimo tiempo que los medios de comunicación utilizan para exponer públicamente a los integrantes del gabinete presidencial, no solo al presidente y, entre otras cosas, evidencian las carencias de conocimiento y errores en diversos temas por parte de cada uno de los integrantes.

Han pasado cosas tan graves como que se conociera públicamente a la persona encargada de realizar el operativo en Culiacán, de quien debieran cuidar su anonimato por temas de seguridad; otra situación grave fue la aparición del periodista Jorge Ramos, quien evidenció al presidente por el mal manejo de las estadísticas en temas de seguridad; y otra situación fue la pésima presentación de los avances de la construcción del nuevo aeropuerto de Santa Lucía, hecho como en Power Point, cuando los gobiernos manejan miles de millones de pesos en propagando y pudieron hacer algo decente. Todas han sido situaciones frívolas, quizá sin importancia, pero totalmente evitables.

Quien está asesorando al gabinete presidencial en temas de comunicación, propaganda, imagen y mercadotecnia política, seguramente está cobrando mucho dinero por muy poco trabajo, porque se nota la falta de políticas de comunicación que, al final de cuentas, solo desgastan la imagen del presidente que podrá gustarle a uno sí y a otro no, pero que en todo caso debiera tener un respeto y que, por falta de cuidados, en una conferencia y otra y otra ha quedado expuesto a los errores y las críticas.

Pero además tanta aparición en público sin demostrar resultados positivos es completamente inútil. Hay algo que se conoce como “La ley de la utilidad marginal decreciente”, que indica a grandes rasgos que la posesión de una mayor cantidad de un determinado bien reduce la utilidad de ese bien; esto quiere decir y relacionándolo a la exagerada exposición mediática que cada vez es menos útil saber lo que piensa el gabinete presidencial de temas en los cuales están redundando todos los días.

Luis Piedrahita, comediante español, dijo alguna vez: “Si hay talento se puede hacer humor hasta del holocausto”. El problema es que esta gobernación carece de talento hasta para contar chistes y un error de la prensa es atribuirle al presidente virtudes que no tiene, como, por ejemplo, decir que es un gran comunicador, cuando a las claras se nota que no y en esto, un sector de la prensa ha sido cómplice por no decir: “No entendemos lo que está haciendo ni lo que está diciendo, presidente”.

Dejando a un lado los temas de economía, de seguridad, de salud, de gobernabilidad y, en general, otros problemas realmente importantes, es necesario hacer un cometario acerca de la frivolidad de las conferencias de prensa, también llamadas “conferencias mañaneras”. Hablar sobre los temas de comunicación, propaganda, imagen y mercadotecnia política, es un tema menor, tomando como referencia los problemas del país.

Sin embargo, es importante porque últimamente han ocurrido cosas que son absurdas porque, en realidad, tanta exposición mediática es absurda. Es decir, una conferencia de prensa de dos horas al día es muchísimo tiempo que los medios de comunicación utilizan para exponer públicamente a los integrantes del gabinete presidencial, no solo al presidente y, entre otras cosas, evidencian las carencias de conocimiento y errores en diversos temas por parte de cada uno de los integrantes.

Han pasado cosas tan graves como que se conociera públicamente a la persona encargada de realizar el operativo en Culiacán, de quien debieran cuidar su anonimato por temas de seguridad; otra situación grave fue la aparición del periodista Jorge Ramos, quien evidenció al presidente por el mal manejo de las estadísticas en temas de seguridad; y otra situación fue la pésima presentación de los avances de la construcción del nuevo aeropuerto de Santa Lucía, hecho como en Power Point, cuando los gobiernos manejan miles de millones de pesos en propagando y pudieron hacer algo decente. Todas han sido situaciones frívolas, quizá sin importancia, pero totalmente evitables.

Quien está asesorando al gabinete presidencial en temas de comunicación, propaganda, imagen y mercadotecnia política, seguramente está cobrando mucho dinero por muy poco trabajo, porque se nota la falta de políticas de comunicación que, al final de cuentas, solo desgastan la imagen del presidente que podrá gustarle a uno sí y a otro no, pero que en todo caso debiera tener un respeto y que, por falta de cuidados, en una conferencia y otra y otra ha quedado expuesto a los errores y las críticas.

Pero además tanta aparición en público sin demostrar resultados positivos es completamente inútil. Hay algo que se conoce como “La ley de la utilidad marginal decreciente”, que indica a grandes rasgos que la posesión de una mayor cantidad de un determinado bien reduce la utilidad de ese bien; esto quiere decir y relacionándolo a la exagerada exposición mediática que cada vez es menos útil saber lo que piensa el gabinete presidencial de temas en los cuales están redundando todos los días.

Luis Piedrahita, comediante español, dijo alguna vez: “Si hay talento se puede hacer humor hasta del holocausto”. El problema es que esta gobernación carece de talento hasta para contar chistes y un error de la prensa es atribuirle al presidente virtudes que no tiene, como, por ejemplo, decir que es un gran comunicador, cuando a las claras se nota que no y en esto, un sector de la prensa ha sido cómplice por no decir: “No entendemos lo que está haciendo ni lo que está diciendo, presidente”.