/ sábado 21 de marzo de 2020

El show debe continuar

De acuerdo con algunos médicos y especialistas, la sociedad no se está enfrentando a nada nuevo ni desconocido, tal es así que, dicen, con cuidados preventivos básicos como una buena higiene, un sistema inmunológico estable y sobre todo aislamiento, el virus puede entrar y salir del organismo sin mayores complicaciones.

Por otra parte, también desde el sector salud le han pedido a la gente que no acuda a los hospitales al menor síntoma, pero es que eso que piden es irracional, no tiene ningún sentido en casos como este. Es verdad que exponerse al contacto puede generar un contagio masivo e incluso la carga viral puede ser mayor estando en los centros de salud, pero en momentos así, al menor síntoma, la gente va a ir a revisarse sin pensarlo dos veces.

Y es que haciendo analogías: cuando una línea de producción se detiene, al primero que llaman es al ingeniero y no le piden que no toque la máquina, sino que arregle el problema, o queda como un incompetente y pasa lo mismo cuando un director de mercadotecnia no mejora las ventas de la empresa, no le piden que no modifique la estrategia. Así que es normal que las personas no vayan al taller mecánico, en este caso. Qué esperaban.

En México existen varios problemas, el primero es que el sistema de salud está colapsado desde hace años, o décadas, como para enfrentar otro problema de salubridad. Con el paso del tiempo la estructura organizacional se volvió ingobernable, ineficaz pues la enorme burocracia limitaba la contribución del personal capacitado, además la estructura se volvió también ineficiente pues complicaba el logro de objetivos al mínimo costo posible.

Con el cambio de estructura y la implementación del Instituto de Salud para el Bienestar, los servicios de salud en el país continúan empeorando porque ahora ni siquiera los procedimientos operativos y de funcionamiento están claros no solo para los ciudadanos en general, sino tampoco para los servidores públicos de los hospitales. Situación que además de afectar a los usuarios, afecta al despliegue de los conocimientos del personal médico altamente capacitado que hay en el país, porque el problema no son los médicos, es el sistema de salud evidentemente.

Los errores recientes en temas políticos y económicos, sin querer queriendo, además de dejar bien claro que las instituciones están cada vez más débiles y funcionan peor, han confirmado que la salud era, es y será una cuestión de clases, de acceso para muy pocas personas privilegiadas que pueden pagar por un servicio de salud privado.

La crisis de salud que puede crear el Coronavirus o COVID-19, ha puesto en evidencia la falta de capacidad para improvisar y liderar en situaciones adversas, pues con viento a favor cualquier marinero parece el capitán del barco. Nadie asumió el costo que representaba detener la actividad de un país ante una situación que así lo requería. Se subestimó el problema desde diversas áreas.

En lo médico, ha habido mucha desinformación de lo que han sido participes los medios de comunicación, quienes no han acudido a fuentes veraces en muchos casos, generando pánico, lo que ha puesto a prueba, pero no el sistema inmunológico de las personas, sino el sistema nervioso. Mal por los medios de comunicación que no han medido tampoco el impacto de las noticias, al tratar de ganar la carrera por obtener la mejor información.

Pero sin duda, una vez más y como siempre, la política ha cometido el error de tomarse a la ligera determinadas señales que, desde antes del problema de salud, se debían haber corregido. Y es que desde el 2019 y sin Coronavirus, ya había problemas en el sector salud y la economía ya estaba mal.

Hubo quienes celebraron un dólar a menos de 20 pesos pensando que era debido a las condiciones internas del país y ya se vio que no, que ante una potencial devaluación, los mercados se resguardan en monedas fuertes como el dólar, el euro o la libra esterlina, pero jamás en el peso mexicano.

En economía, ese fenómeno se conoce como ‘flight to quality’, en el que los mercados, inversores o empresarios ponen su dinero en una moneda fuerte, escapando de las monedas débiles que, evidentemente y entre otras cosas, se debilitan por malas decisiones en materia de política económica pero además por la falta de credibilidad de los gobiernos.

Poniendo siempre en primer plano la salud, con disciplina, higiene, buena alimentación y descanso, pero además aislamiento, el país puede salir bien del problema; pero el desastre económico que se puede generar es comparable a la crisis del 2008, con una fuerte caída de la actividad económica, caída del empleo, caída de la recaudación fiscal, pero con un grandísimo gasto en programas sociales que no tienen ningún impacto positivo en el crecimiento del país; los números apuntan para a una crisis peor y que no se diga que es por el virus. Mientras tanto… el show debe continuar.

De acuerdo con algunos médicos y especialistas, la sociedad no se está enfrentando a nada nuevo ni desconocido, tal es así que, dicen, con cuidados preventivos básicos como una buena higiene, un sistema inmunológico estable y sobre todo aislamiento, el virus puede entrar y salir del organismo sin mayores complicaciones.

Por otra parte, también desde el sector salud le han pedido a la gente que no acuda a los hospitales al menor síntoma, pero es que eso que piden es irracional, no tiene ningún sentido en casos como este. Es verdad que exponerse al contacto puede generar un contagio masivo e incluso la carga viral puede ser mayor estando en los centros de salud, pero en momentos así, al menor síntoma, la gente va a ir a revisarse sin pensarlo dos veces.

Y es que haciendo analogías: cuando una línea de producción se detiene, al primero que llaman es al ingeniero y no le piden que no toque la máquina, sino que arregle el problema, o queda como un incompetente y pasa lo mismo cuando un director de mercadotecnia no mejora las ventas de la empresa, no le piden que no modifique la estrategia. Así que es normal que las personas no vayan al taller mecánico, en este caso. Qué esperaban.

En México existen varios problemas, el primero es que el sistema de salud está colapsado desde hace años, o décadas, como para enfrentar otro problema de salubridad. Con el paso del tiempo la estructura organizacional se volvió ingobernable, ineficaz pues la enorme burocracia limitaba la contribución del personal capacitado, además la estructura se volvió también ineficiente pues complicaba el logro de objetivos al mínimo costo posible.

Con el cambio de estructura y la implementación del Instituto de Salud para el Bienestar, los servicios de salud en el país continúan empeorando porque ahora ni siquiera los procedimientos operativos y de funcionamiento están claros no solo para los ciudadanos en general, sino tampoco para los servidores públicos de los hospitales. Situación que además de afectar a los usuarios, afecta al despliegue de los conocimientos del personal médico altamente capacitado que hay en el país, porque el problema no son los médicos, es el sistema de salud evidentemente.

Los errores recientes en temas políticos y económicos, sin querer queriendo, además de dejar bien claro que las instituciones están cada vez más débiles y funcionan peor, han confirmado que la salud era, es y será una cuestión de clases, de acceso para muy pocas personas privilegiadas que pueden pagar por un servicio de salud privado.

La crisis de salud que puede crear el Coronavirus o COVID-19, ha puesto en evidencia la falta de capacidad para improvisar y liderar en situaciones adversas, pues con viento a favor cualquier marinero parece el capitán del barco. Nadie asumió el costo que representaba detener la actividad de un país ante una situación que así lo requería. Se subestimó el problema desde diversas áreas.

En lo médico, ha habido mucha desinformación de lo que han sido participes los medios de comunicación, quienes no han acudido a fuentes veraces en muchos casos, generando pánico, lo que ha puesto a prueba, pero no el sistema inmunológico de las personas, sino el sistema nervioso. Mal por los medios de comunicación que no han medido tampoco el impacto de las noticias, al tratar de ganar la carrera por obtener la mejor información.

Pero sin duda, una vez más y como siempre, la política ha cometido el error de tomarse a la ligera determinadas señales que, desde antes del problema de salud, se debían haber corregido. Y es que desde el 2019 y sin Coronavirus, ya había problemas en el sector salud y la economía ya estaba mal.

Hubo quienes celebraron un dólar a menos de 20 pesos pensando que era debido a las condiciones internas del país y ya se vio que no, que ante una potencial devaluación, los mercados se resguardan en monedas fuertes como el dólar, el euro o la libra esterlina, pero jamás en el peso mexicano.

En economía, ese fenómeno se conoce como ‘flight to quality’, en el que los mercados, inversores o empresarios ponen su dinero en una moneda fuerte, escapando de las monedas débiles que, evidentemente y entre otras cosas, se debilitan por malas decisiones en materia de política económica pero además por la falta de credibilidad de los gobiernos.

Poniendo siempre en primer plano la salud, con disciplina, higiene, buena alimentación y descanso, pero además aislamiento, el país puede salir bien del problema; pero el desastre económico que se puede generar es comparable a la crisis del 2008, con una fuerte caída de la actividad económica, caída del empleo, caída de la recaudación fiscal, pero con un grandísimo gasto en programas sociales que no tienen ningún impacto positivo en el crecimiento del país; los números apuntan para a una crisis peor y que no se diga que es por el virus. Mientras tanto… el show debe continuar.