/ martes 8 de junio de 2021

“Biblioteca de la periferia”

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“La corresponsabilidad social”

En las naciones donde la elección de sus autoridades es otorgada a través de los votos, se insiste continuamente en la participación ciudadana y su responsabilidad civil para que se pueda ejercer su democracia. Esto es importante y muy útil para que se pueda tener participación en la delegación de quién ejercerá su servicio a la sociedad bajo su cargo postulado. Es un buen ejercicio, pero no podemos ni debemos conformarnos con nuestra participación en las urnas.

Se nos ha hecho casi costumbre mirar y escuchar infinidades de propuestas y hasta promesas por parte de los candidatos y candidatas durante las campañas, y también se suele caldear las conversaciones entre afinidades partidistas o la repulsa hacia otras, igualmente aparecen las posiciones apáticas y hasta de hastío, que no quieren saber nada sobre estas cuestiones y se alejan de todo foro que incluya los temas electorales.

Pero en todo este panorama, que hace ver la riqueza de la diversidad en la sociedad, se nos puede pasar un tópico que es igualmente sino es que más importante aún: el seguimiento de los mismos funcionarios una vez que han sido ya electos. De ahí vendría una serie de cuestiones; ¿cómo seguir participando, no sólo con mi voto sino con el seguimiento de quienes han obtenido el voto favorable para su participación política? ¿cuáles vías conozco que puedan hacer escuchar mi voz y participación en la vida política activa, más allá de afinidades partidistas?

Nuestra tarea ante la sociedad no acaba con el voto, inclusive me atrevo a decir que quienes se abstienen de votar o lo nulifican tienen también ahí su participación. El posicionamiento de cada ciudadano está diciendo ya algo respecto a esa sociedad y sus dinámicas políticas; no precisamente quien es casi hasta fanático de un determinado partido y por lo tanto actúa como activista en favor de su movimiento es más cívico y responsable como ciudadano que quien no ejerció su voto por libre decisión. Aquí también la “apatía” por los partidos y la incredulidad en las narrativas de los postulantes de los diversos partidos, está diciendo algo sobre la sociedad, de grupos y personas que se sienten no representados por nadie de los que lo ostentan, ni que tampoco creen en el sistema, aunque saben que es el que está rigiendo y la forma en que la sociedad se ha organizado.

Aquí, como en muchas cosas de la vida, cuentan más las actitudes que los actos en sí mismos. Sea para hacer o no hacer, para movilizarse o parar. Por ello, si bien es un acto valioso el que se participe con el voto, no deja de ser sólo una de múltiples expresiones de participar en la sociedad.

Ojalá que exista cada vez mayor participación para votar en la elección de futuros gobernantes y funcionarios públicos, pero ojalá que también se incremente el número de involucrados en los seguimientos políticos en general, desde la vigilancia sobre quienes han adquirido ese servicio público temporal, como también en la suma -desde su propia ciudadanía- en la construcción de un tejido social más sólido y sostenible.


Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“La corresponsabilidad social”

En las naciones donde la elección de sus autoridades es otorgada a través de los votos, se insiste continuamente en la participación ciudadana y su responsabilidad civil para que se pueda ejercer su democracia. Esto es importante y muy útil para que se pueda tener participación en la delegación de quién ejercerá su servicio a la sociedad bajo su cargo postulado. Es un buen ejercicio, pero no podemos ni debemos conformarnos con nuestra participación en las urnas.

Se nos ha hecho casi costumbre mirar y escuchar infinidades de propuestas y hasta promesas por parte de los candidatos y candidatas durante las campañas, y también se suele caldear las conversaciones entre afinidades partidistas o la repulsa hacia otras, igualmente aparecen las posiciones apáticas y hasta de hastío, que no quieren saber nada sobre estas cuestiones y se alejan de todo foro que incluya los temas electorales.

Pero en todo este panorama, que hace ver la riqueza de la diversidad en la sociedad, se nos puede pasar un tópico que es igualmente sino es que más importante aún: el seguimiento de los mismos funcionarios una vez que han sido ya electos. De ahí vendría una serie de cuestiones; ¿cómo seguir participando, no sólo con mi voto sino con el seguimiento de quienes han obtenido el voto favorable para su participación política? ¿cuáles vías conozco que puedan hacer escuchar mi voz y participación en la vida política activa, más allá de afinidades partidistas?

Nuestra tarea ante la sociedad no acaba con el voto, inclusive me atrevo a decir que quienes se abstienen de votar o lo nulifican tienen también ahí su participación. El posicionamiento de cada ciudadano está diciendo ya algo respecto a esa sociedad y sus dinámicas políticas; no precisamente quien es casi hasta fanático de un determinado partido y por lo tanto actúa como activista en favor de su movimiento es más cívico y responsable como ciudadano que quien no ejerció su voto por libre decisión. Aquí también la “apatía” por los partidos y la incredulidad en las narrativas de los postulantes de los diversos partidos, está diciendo algo sobre la sociedad, de grupos y personas que se sienten no representados por nadie de los que lo ostentan, ni que tampoco creen en el sistema, aunque saben que es el que está rigiendo y la forma en que la sociedad se ha organizado.

Aquí, como en muchas cosas de la vida, cuentan más las actitudes que los actos en sí mismos. Sea para hacer o no hacer, para movilizarse o parar. Por ello, si bien es un acto valioso el que se participe con el voto, no deja de ser sólo una de múltiples expresiones de participar en la sociedad.

Ojalá que exista cada vez mayor participación para votar en la elección de futuros gobernantes y funcionarios públicos, pero ojalá que también se incremente el número de involucrados en los seguimientos políticos en general, desde la vigilancia sobre quienes han adquirido ese servicio público temporal, como también en la suma -desde su propia ciudadanía- en la construcción de un tejido social más sólido y sostenible.