/ sábado 8 de agosto de 2020

La pandemia de covid-19, una prueba de valores para todos

La crisis provocada por el coronavirus, nos hace recordar que vivimos en un mundo interconectado; es evidente que ningún país puede enfrentarla de manera individual; sino que se requiere de la cooperación de otros pueblos.

Se necesita una respuesta internacional sólida para detener la pandemia y superar las consecuencias de lo que estamos viviendo, además de garantizar la salud de millones de personas.

Bajo esta premisa, la pandemia es considerada como la primera gran crisis de un mundo globalizado, que pone a prueba nuestros principios y valores como sociedad.

Así que no es muy halagador saber que alcanzamos más de 20 millones de contagios, y casi un millón de fallecimientos en el planeta.

Desafortunadamente la pandemia en nuestro país, dio a conocer las grandes diferencias sociales, ya que los sectores con más contagios y fallecimientos, son los más vulnerables, sin dejar de mencionar que tenemos un grave retraso educativo generacional irreversible, debido a la exclusión de millones de niños y jóvenes de la tecnología básica, sin poder revisar contenidos virtuales.

El problema no termina ahí, es necesario considerar a los niños que dejarán de asistir a la escuela para sumarse a la pobreza y la explotación.

Por otro lado la realidad es que las autoridades, no nos van a sacar de esta crisis; ya que la historia del país está llena de […hubieras…] y trampas verbales.

Sabemos que el “hubiera” no puede cambiar, pero si puede moldear un cambio antes de tomar una decisión.

Bajo esta condición es necesario que todos actuemos de manera responsable, y aunque parece letanía, hemos de insistir por el uso de cubrebocas, y mantener el distanciamiento social, hasta que esta pesadilla haya terminado.

Desafortunadamente la paciencia y la tolerancia se agotan en la población, además continúa el malestar general, la confusión, la incertidumbre, el temor y la ansiedad.

Frente a este escenario no podemos continuar con el individualismo y la desconfianza, por un miedo a lo desconocido que se combina con un instinto de preservación primitivo, dando por resultado posibles conductas discriminatorias de toda índole.

Es urgente fomentar un sentido de pertenencia, para conformar una ciudadanía responsable, con el único propósito de prevenir y erradicar la propagación de este virus.

A través de las actitudes y comportamientos que son orientados para un beneficio común, frente a cualquier circunstancia o adversidad y desde luego preservar la vida de un semejante.

Hemos de mencionar, que jamás se llegaría a soluciones concretas, sobre todo frente a un problema de salud como la pandemia del coronavirus, que padece toda la población del planeta (o casi toda) […si las personas no se preocupan por ayudar a solucionar o erradicar el problema, sin importar los intereses de los demás…]

De esta forma se estará en condiciones de poder interpretar el verdadero sentir del otro, solo por identificar las emociones y sensaciones en sí mismo, para crear un vínculo con las personas y/o la comunidad que proporciona “el satisfactor del deber cumplido”, por una condición voluntaria de comportamientos y que las cosas sucedan, para que no se queden tan solo en simples ideas, que no llegan a realizarse.

El sentido de pertenencia adquiere un juicio y un valor incalculable e intangible ¡-SÍ-! Pero con grandes resultados positivos por quien lo ejerce; curiosamente nos permite también una identidad insospechada con emociones calificadas como culturales, cuando literalmente “nos ponemos en los zapatos del otro”, realidad multifactorial, si nos encontramos en otra región o incluso fuera del país de origen.

Y me refiero al verdadero “sentido de pertenencia” que se tiene por la familia y al lugar que nos vio nacer, algo que debemos cuidar, porque simplemente forma parte de nuestro patrimonio, y nos va permitir aprender la lección, para afrontar nuevos retos y los grandes desafíos.

Recordemos que […El hombre inventa al hombre…] ya que somos mortales.

Estamos hechos de tiempo e historia, testimonios medibles cuando disfrutamos de nuestra pequeña ración de eternidad universal, que nos da felicidad.

[…Una felicidad que esta fincada en el privilegio de la cultura como génesis del pensamiento y la creatividad, que es el nivel superior alcanzado por la humanidad…]

La crisis provocada por el coronavirus, nos hace recordar que vivimos en un mundo interconectado; es evidente que ningún país puede enfrentarla de manera individual; sino que se requiere de la cooperación de otros pueblos.

Se necesita una respuesta internacional sólida para detener la pandemia y superar las consecuencias de lo que estamos viviendo, además de garantizar la salud de millones de personas.

Bajo esta premisa, la pandemia es considerada como la primera gran crisis de un mundo globalizado, que pone a prueba nuestros principios y valores como sociedad.

Así que no es muy halagador saber que alcanzamos más de 20 millones de contagios, y casi un millón de fallecimientos en el planeta.

Desafortunadamente la pandemia en nuestro país, dio a conocer las grandes diferencias sociales, ya que los sectores con más contagios y fallecimientos, son los más vulnerables, sin dejar de mencionar que tenemos un grave retraso educativo generacional irreversible, debido a la exclusión de millones de niños y jóvenes de la tecnología básica, sin poder revisar contenidos virtuales.

El problema no termina ahí, es necesario considerar a los niños que dejarán de asistir a la escuela para sumarse a la pobreza y la explotación.

Por otro lado la realidad es que las autoridades, no nos van a sacar de esta crisis; ya que la historia del país está llena de […hubieras…] y trampas verbales.

Sabemos que el “hubiera” no puede cambiar, pero si puede moldear un cambio antes de tomar una decisión.

Bajo esta condición es necesario que todos actuemos de manera responsable, y aunque parece letanía, hemos de insistir por el uso de cubrebocas, y mantener el distanciamiento social, hasta que esta pesadilla haya terminado.

Desafortunadamente la paciencia y la tolerancia se agotan en la población, además continúa el malestar general, la confusión, la incertidumbre, el temor y la ansiedad.

Frente a este escenario no podemos continuar con el individualismo y la desconfianza, por un miedo a lo desconocido que se combina con un instinto de preservación primitivo, dando por resultado posibles conductas discriminatorias de toda índole.

Es urgente fomentar un sentido de pertenencia, para conformar una ciudadanía responsable, con el único propósito de prevenir y erradicar la propagación de este virus.

A través de las actitudes y comportamientos que son orientados para un beneficio común, frente a cualquier circunstancia o adversidad y desde luego preservar la vida de un semejante.

Hemos de mencionar, que jamás se llegaría a soluciones concretas, sobre todo frente a un problema de salud como la pandemia del coronavirus, que padece toda la población del planeta (o casi toda) […si las personas no se preocupan por ayudar a solucionar o erradicar el problema, sin importar los intereses de los demás…]

De esta forma se estará en condiciones de poder interpretar el verdadero sentir del otro, solo por identificar las emociones y sensaciones en sí mismo, para crear un vínculo con las personas y/o la comunidad que proporciona “el satisfactor del deber cumplido”, por una condición voluntaria de comportamientos y que las cosas sucedan, para que no se queden tan solo en simples ideas, que no llegan a realizarse.

El sentido de pertenencia adquiere un juicio y un valor incalculable e intangible ¡-SÍ-! Pero con grandes resultados positivos por quien lo ejerce; curiosamente nos permite también una identidad insospechada con emociones calificadas como culturales, cuando literalmente “nos ponemos en los zapatos del otro”, realidad multifactorial, si nos encontramos en otra región o incluso fuera del país de origen.

Y me refiero al verdadero “sentido de pertenencia” que se tiene por la familia y al lugar que nos vio nacer, algo que debemos cuidar, porque simplemente forma parte de nuestro patrimonio, y nos va permitir aprender la lección, para afrontar nuevos retos y los grandes desafíos.

Recordemos que […El hombre inventa al hombre…] ya que somos mortales.

Estamos hechos de tiempo e historia, testimonios medibles cuando disfrutamos de nuestra pequeña ración de eternidad universal, que nos da felicidad.

[…Una felicidad que esta fincada en el privilegio de la cultura como génesis del pensamiento y la creatividad, que es el nivel superior alcanzado por la humanidad…]