/ miércoles 24 de abril de 2019

“Biblioteca de la periferia”

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“La intervención en la periferia bajo la lupa del centro”

Las acciones caritativas, es decir: aquellos movimientos de intención solidario a favor de grupos sociales de condiciones menos favorables a las propias, ya no son cosa fácil de desempeñar. Quién considere que es fácil hacer acción social hoy en día, se encuentra equivocado.

Y es que, el mismo esquema que nos ha venido dominando socialmente, ha alcanzado también las estructuras de la caridad. ¿Qué pretendo decir con esto? Pues que aquél mismo esquema de las empresas, aquellas mismas formas de accionar en las estructuras de la economía, de la burocracia, de la competencia… también ha alcanzado ya a las organizaciones (pequeñas o grandes) que trabajan a favor de los diversos grupos sociales.

Las llamadas organizaciones de la sociedad civil, o también conocidos como organizaciones sin fines de lucro u organizaciones no gubernamentales, todas ellas entran dentro de un llamado “tercer sector”, que ni es gobierno, ni es la empresa y el ámbito de negocio.

Pero aquellas acciones simples o complejas, que brotaban del accionar voluntario por hacer algo en contribuir para una sociedad mejor, ya no es cosa fácil. Sea en lo solitario pero sobre todo en asociación, pretender participar para hacer un mundo mejor habitable, sostenible, pacífico, justo, equilibrado, incluyente etc., ya no es cosa sólo de buena voluntad.

Hoy en día es un intenso proceso que va desgastando y complicando muchas de las veces, a los miembros de un grupo que desean poner su parte para una sociedad mejor. Los trámites para obtener los permisos, para obtener una figura legítimamente constituida, para las certificaciones y estándares de calidad y su aval para la obtención de recursos y todas las estructuras y procesos de las intervenciones deseadas que han de estar debidamente documentadas, traducidas a indicadores para poder ser medidos y, por ende, verificados, etc., etc., etc.

Imaginemos si no creemos… al buen Noé, este personaje narrado en el Antiguo Testamento Bíblico. Si volviera a la Tierra y se le pidiera, en los tiempos actuales el tener que volver a construir una Arca y por ella, salvar a las especies de la Tierra, ¡Vaya que la tendría complicada!

No podría ni arrancar sin el permiso de construcción, lo cual no es tan fácil que se entregue tras los arduos y largos procesos para que llegue a concederse. Si no presenta una documentación clara de su personalidad jurídica, nada avanzaría en dicho proceso.

Imaginemos que haya logrado tal permiso.., sería apenas el inicio. Pues luego tendría que vérselas con diversos grupos que no compaginarían con sus acciones: los grupos ambientalistas (que defenderían la tala de árboles con que se construiría el Arca), los grupos protectores de animales que no aceptarían el cautiverio y los espacios en el Arca que no permitirían un espacio adecuado y suficiente para la diversidad de especies animales, la secretaría del trabajo no permitiría el trabajo de voluntarios sin las debidas prestaciones y la protección social, el que estén debidamente dados de alta y en seguro, que tengan sus horarios fijos etc., serían tantos y tantos requisitos que aún antes de comenzar, Noé ya estaría cansado y desalentado.

Ciertamente han sido necesarios y hasta favorables muchos elementos que han venido interviniendo en el tercer sector, para que los procesos de acción, interacción e intervención de los grupos sin fines de lucro se puedan desarrollar. No ponemos en duda que también en estos ámbitos -aunque se presenten como grupos benévolos y constituidos para favorecer a otros- podemos encontrar grupos ventajistas, competitivos más que asociativos, que buscan por encima de todo el recurso económico y hasta para enmascarar o encubrir otro tipo de acciones ilícitas. De ahí que también se cuide desde diversos ángulos lo genuino y transparente de sus intenciones y acciones.

Es por lo que no es siempre tan fácil hacer el bien desde la periferia, pues las estructuras emanadas y controladas desde el centro hacen más fatigoso el trabajo. Hoy quizá Noé no hubiera conseguido construir su Arca, o bien hubiese tardado mucho más para poder librar tantos trámites y procedimientos previos. Pero una cosa si es importante destacar; si los propios gobiernos y el mundo empresarial, saben que no pueden por sí solos el construir una sociedad más justa y todo lo que constituye un desarrollo integral de la sociedad donde están instalados, deberían ser más favorables y estimulantes de las propuestas e implicaciones de la sociedad civil organizada que, como también lo hacen desde muchas iglesias de diversos credos, buscan participar en su entorno para lograr juntos la paz y el desarrollo. Es entender que todos somos colaboradores y cada uno desde su posición busque llegar a la meta… no que sólo quien aporta el capital económico es quien tenga ese “poder de facto” y vea por encima a los otros.

Ser, hoy en día, parte de un grupo de participación ciudadana no es sólo un gesto heroico, lo es también temerario, para no sucumbir ante un sistema cada vez más complejo y desafiante.

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“La intervención en la periferia bajo la lupa del centro”

Las acciones caritativas, es decir: aquellos movimientos de intención solidario a favor de grupos sociales de condiciones menos favorables a las propias, ya no son cosa fácil de desempeñar. Quién considere que es fácil hacer acción social hoy en día, se encuentra equivocado.

Y es que, el mismo esquema que nos ha venido dominando socialmente, ha alcanzado también las estructuras de la caridad. ¿Qué pretendo decir con esto? Pues que aquél mismo esquema de las empresas, aquellas mismas formas de accionar en las estructuras de la economía, de la burocracia, de la competencia… también ha alcanzado ya a las organizaciones (pequeñas o grandes) que trabajan a favor de los diversos grupos sociales.

Las llamadas organizaciones de la sociedad civil, o también conocidos como organizaciones sin fines de lucro u organizaciones no gubernamentales, todas ellas entran dentro de un llamado “tercer sector”, que ni es gobierno, ni es la empresa y el ámbito de negocio.

Pero aquellas acciones simples o complejas, que brotaban del accionar voluntario por hacer algo en contribuir para una sociedad mejor, ya no es cosa fácil. Sea en lo solitario pero sobre todo en asociación, pretender participar para hacer un mundo mejor habitable, sostenible, pacífico, justo, equilibrado, incluyente etc., ya no es cosa sólo de buena voluntad.

Hoy en día es un intenso proceso que va desgastando y complicando muchas de las veces, a los miembros de un grupo que desean poner su parte para una sociedad mejor. Los trámites para obtener los permisos, para obtener una figura legítimamente constituida, para las certificaciones y estándares de calidad y su aval para la obtención de recursos y todas las estructuras y procesos de las intervenciones deseadas que han de estar debidamente documentadas, traducidas a indicadores para poder ser medidos y, por ende, verificados, etc., etc., etc.

Imaginemos si no creemos… al buen Noé, este personaje narrado en el Antiguo Testamento Bíblico. Si volviera a la Tierra y se le pidiera, en los tiempos actuales el tener que volver a construir una Arca y por ella, salvar a las especies de la Tierra, ¡Vaya que la tendría complicada!

No podría ni arrancar sin el permiso de construcción, lo cual no es tan fácil que se entregue tras los arduos y largos procesos para que llegue a concederse. Si no presenta una documentación clara de su personalidad jurídica, nada avanzaría en dicho proceso.

Imaginemos que haya logrado tal permiso.., sería apenas el inicio. Pues luego tendría que vérselas con diversos grupos que no compaginarían con sus acciones: los grupos ambientalistas (que defenderían la tala de árboles con que se construiría el Arca), los grupos protectores de animales que no aceptarían el cautiverio y los espacios en el Arca que no permitirían un espacio adecuado y suficiente para la diversidad de especies animales, la secretaría del trabajo no permitiría el trabajo de voluntarios sin las debidas prestaciones y la protección social, el que estén debidamente dados de alta y en seguro, que tengan sus horarios fijos etc., serían tantos y tantos requisitos que aún antes de comenzar, Noé ya estaría cansado y desalentado.

Ciertamente han sido necesarios y hasta favorables muchos elementos que han venido interviniendo en el tercer sector, para que los procesos de acción, interacción e intervención de los grupos sin fines de lucro se puedan desarrollar. No ponemos en duda que también en estos ámbitos -aunque se presenten como grupos benévolos y constituidos para favorecer a otros- podemos encontrar grupos ventajistas, competitivos más que asociativos, que buscan por encima de todo el recurso económico y hasta para enmascarar o encubrir otro tipo de acciones ilícitas. De ahí que también se cuide desde diversos ángulos lo genuino y transparente de sus intenciones y acciones.

Es por lo que no es siempre tan fácil hacer el bien desde la periferia, pues las estructuras emanadas y controladas desde el centro hacen más fatigoso el trabajo. Hoy quizá Noé no hubiera conseguido construir su Arca, o bien hubiese tardado mucho más para poder librar tantos trámites y procedimientos previos. Pero una cosa si es importante destacar; si los propios gobiernos y el mundo empresarial, saben que no pueden por sí solos el construir una sociedad más justa y todo lo que constituye un desarrollo integral de la sociedad donde están instalados, deberían ser más favorables y estimulantes de las propuestas e implicaciones de la sociedad civil organizada que, como también lo hacen desde muchas iglesias de diversos credos, buscan participar en su entorno para lograr juntos la paz y el desarrollo. Es entender que todos somos colaboradores y cada uno desde su posición busque llegar a la meta… no que sólo quien aporta el capital económico es quien tenga ese “poder de facto” y vea por encima a los otros.

Ser, hoy en día, parte de un grupo de participación ciudadana no es sólo un gesto heroico, lo es también temerario, para no sucumbir ante un sistema cada vez más complejo y desafiante.