/ martes 11 de febrero de 2020

“Biblioteca de la periferia”

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“La prevención terciaria”

La realidad que nos toca vivir ha llevado a expandir el concepto de “prevención”, ya que de manera usual podemos comprenderlo como todo aquello que impida que algo acontezca, así, prevención generalmente se entiende como las acción que va anticipar una situación. Es estar por delante de los acontecimientos.

Pero si bien esa es la manera más extendida de conocer la prevención, también hemos de aceptar que su sentido se ha extendido, dejando ver que para ciertas realidades existe una prevención primaria, una prevención secundaria y una prevención terciaria. La complejidad de la interacción e intervención en diversos contextos ha llevado a mirar otras formas más amplias de anticipación. Ya no podemos decir que deja de ser prevención cuando algunas personas han cometido algo de lo que deseábamos impedir que sucediera.

Entre tantas cosas de las que se pudieran decir, yo quiero aquí compartir lo que es la experiencia de la acción social hacia personas que infringen la ley. Muchas organizaciones que trabajan con y para los jóvenes, entienden su labor como preventiva, pero qué sucede cuando muchos de éstos jóvenes ya han cometido algún delito o han cruzado el umbral del margen de la legalidad… ¿se acaba ahí toda acción preventiva?

La reflexión de lo social ha conducido entonces a mirar que existen intervenciones que son de otras “categorías”, entendidas como prevención secundaria y prevención terciaria. Que van desde los pasajes de quienes comienzan a experimentar ciertas acciones o consumos que luego les podrían provocar adicciones perjudiciales para ellos y/o su entorno, a participar en ciertos grupos que hacen vandalismos o faltas administrativas (muchas de estas originadas simplemente por mero juego), pero también existen otros tipos de eventos como son las diversas violencias de las que son víctimas pero que luego se convierten en reproductoras de las mismas hacia otros, haciéndose ya entonces victimarios (que hacen de otros “nuevas víctimas”). Y quizá las más duras son esas en las que los mismos jóvenes, además de pasar por las fases de quedar fuera del sistema escolar, de entrar en adicciones y grupos que ejecutan violencias (nivel secundario), se pasan a ser reproductores de violencias hostiles y de cometer delitos, de ser miembros de algún grupo en conflicto con la ley, o de estar incluso bajo cierta medida cautelar (incluyendo la de ser procesado a través de privarles de su libertad en algún centro de tutela). Pero también hacia esa última población es posible accionar de manera preventiva, lo que significa que son poblaciones aún recuperables, que se pueden reinsertar en la sociedad de una manera digna y con diversidad de oportunidades.

La prevención terciaria, tiene así cabida dentro de la preventividad en general. No es por lo tanto una causa perdida, sino que se les atiende y comprende como víctimas también. Esto no es entendido cuando no se es sensible a las dinámicas sociales en que estamos envueltos. Cuando se quiere ver al chico como sujeto único responsable de su situación, entonces se le está apreciando de manera miope y reducida, pues cada persona está afectada por su entorno en un alto nivel de porcentaje, y muchas de las veces la estructura vigente de la sociedad ha dejado a un amplio sector sin oportunidades y casi hasta inducidos a buscar alternativas para una sobrevivencia (y eso se nos olvida que también es violencia).

Que un chico ya está preso… también sobre él se puede ejercer acciones preventivas; que esté otro está ya dentro del crimen organizado porque participa en ciertas acciones de ellos.. también en él es posible aplicar acciones preventivas; que aquel otro incluso ya cometió homicidios… también es destinatario de la prevención; y si aquél otro ha traficado no sólo drogas sino incluso personas y las ha explotado… también puede ser destinatario de intervenciones preventivas. Esas acciones de prevención terciaria es lo que llamamos también la “reinserción” es sus múltiples facetas: educativa, familiar, comunitaria, laboral etc.

En lo particular me agrada que se entienda y recupere lo preventivo en estos ámbitos, pues permite reconocer que el ser humano es un sujeto en continua y perenne reconstrucción, que también se prevé que se desenvuelvan nuevas formas de violencias o que se incremente el daño que se le hacía o que hacía la persona en su contexto. Y que cada vez más se tenga conciencia de ello es un puente de esperanza para saber que no todo está perdido y que, aunque a veces duela un proceso de perdón, es importante ceder a quien se ha arrepentido de acciones que por error haya cometido, ya que siendo honestos con uno mismo, ¿quién no se ha equivocado más de una vez en sus decisiones?, ¿quién no ha sentido el deseo de qué ojalá el tiempo se volviera atrás para enmendar un error por una decisión mal tomada?, ¿quién está libre de pecado para arrojar la primera piedra sobre el otro?

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“La prevención terciaria”

La realidad que nos toca vivir ha llevado a expandir el concepto de “prevención”, ya que de manera usual podemos comprenderlo como todo aquello que impida que algo acontezca, así, prevención generalmente se entiende como las acción que va anticipar una situación. Es estar por delante de los acontecimientos.

Pero si bien esa es la manera más extendida de conocer la prevención, también hemos de aceptar que su sentido se ha extendido, dejando ver que para ciertas realidades existe una prevención primaria, una prevención secundaria y una prevención terciaria. La complejidad de la interacción e intervención en diversos contextos ha llevado a mirar otras formas más amplias de anticipación. Ya no podemos decir que deja de ser prevención cuando algunas personas han cometido algo de lo que deseábamos impedir que sucediera.

Entre tantas cosas de las que se pudieran decir, yo quiero aquí compartir lo que es la experiencia de la acción social hacia personas que infringen la ley. Muchas organizaciones que trabajan con y para los jóvenes, entienden su labor como preventiva, pero qué sucede cuando muchos de éstos jóvenes ya han cometido algún delito o han cruzado el umbral del margen de la legalidad… ¿se acaba ahí toda acción preventiva?

La reflexión de lo social ha conducido entonces a mirar que existen intervenciones que son de otras “categorías”, entendidas como prevención secundaria y prevención terciaria. Que van desde los pasajes de quienes comienzan a experimentar ciertas acciones o consumos que luego les podrían provocar adicciones perjudiciales para ellos y/o su entorno, a participar en ciertos grupos que hacen vandalismos o faltas administrativas (muchas de estas originadas simplemente por mero juego), pero también existen otros tipos de eventos como son las diversas violencias de las que son víctimas pero que luego se convierten en reproductoras de las mismas hacia otros, haciéndose ya entonces victimarios (que hacen de otros “nuevas víctimas”). Y quizá las más duras son esas en las que los mismos jóvenes, además de pasar por las fases de quedar fuera del sistema escolar, de entrar en adicciones y grupos que ejecutan violencias (nivel secundario), se pasan a ser reproductores de violencias hostiles y de cometer delitos, de ser miembros de algún grupo en conflicto con la ley, o de estar incluso bajo cierta medida cautelar (incluyendo la de ser procesado a través de privarles de su libertad en algún centro de tutela). Pero también hacia esa última población es posible accionar de manera preventiva, lo que significa que son poblaciones aún recuperables, que se pueden reinsertar en la sociedad de una manera digna y con diversidad de oportunidades.

La prevención terciaria, tiene así cabida dentro de la preventividad en general. No es por lo tanto una causa perdida, sino que se les atiende y comprende como víctimas también. Esto no es entendido cuando no se es sensible a las dinámicas sociales en que estamos envueltos. Cuando se quiere ver al chico como sujeto único responsable de su situación, entonces se le está apreciando de manera miope y reducida, pues cada persona está afectada por su entorno en un alto nivel de porcentaje, y muchas de las veces la estructura vigente de la sociedad ha dejado a un amplio sector sin oportunidades y casi hasta inducidos a buscar alternativas para una sobrevivencia (y eso se nos olvida que también es violencia).

Que un chico ya está preso… también sobre él se puede ejercer acciones preventivas; que esté otro está ya dentro del crimen organizado porque participa en ciertas acciones de ellos.. también en él es posible aplicar acciones preventivas; que aquel otro incluso ya cometió homicidios… también es destinatario de la prevención; y si aquél otro ha traficado no sólo drogas sino incluso personas y las ha explotado… también puede ser destinatario de intervenciones preventivas. Esas acciones de prevención terciaria es lo que llamamos también la “reinserción” es sus múltiples facetas: educativa, familiar, comunitaria, laboral etc.

En lo particular me agrada que se entienda y recupere lo preventivo en estos ámbitos, pues permite reconocer que el ser humano es un sujeto en continua y perenne reconstrucción, que también se prevé que se desenvuelvan nuevas formas de violencias o que se incremente el daño que se le hacía o que hacía la persona en su contexto. Y que cada vez más se tenga conciencia de ello es un puente de esperanza para saber que no todo está perdido y que, aunque a veces duela un proceso de perdón, es importante ceder a quien se ha arrepentido de acciones que por error haya cometido, ya que siendo honestos con uno mismo, ¿quién no se ha equivocado más de una vez en sus decisiones?, ¿quién no ha sentido el deseo de qué ojalá el tiempo se volviera atrás para enmendar un error por una decisión mal tomada?, ¿quién está libre de pecado para arrojar la primera piedra sobre el otro?