/ martes 19 de mayo de 2020

“Biblioteca de la periferia”

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Comunidades resilientes”

Hemos sido testigos directos, o a través de los diversos medios de comunicación, que la sociedad actual ha sido muchas veces sacudida de sus inercias por voces discordantes que rompen la monotonía de un “status quo”. En cada sociedad se presentan grupos que manifiestan su inconformidad, que se alzan ante situaciones de opresión y dominación. Es la resistencia, es la manera de sobreponerse a situaciones adversas. Es, en fin, una manera de levantarse ante las caídas que muchos pensarían que no habría otra oportunidad.

“Somos los “impostores” que dicen la verdad; los “desconocidos” de sobra conocidos; los “moribundos” que están bien vivos; los “condenados” nunca ajusticiados; los “afligidos” siempre alegres; los “pobres” que a muchos enriquecen; los “necesitados” que todo lo poseen”.

Una frase como la anterior bien podría estar plasmada en un muro, plasmada a través de la lata que arroja en aerosol un grafiti que dejará unas letras que para quien las lea entienda claramente el mensaje: se encuentra ante un grupo de la sociedad empoderado, que no se deja morir ante quien le quiere ver y saber bien muerto. Quien leyese pudiera entender que el comunicador pertenece a un sector social que ha sido golpeado por el peso de un poder hegemónico, dominante. Pero que pese a tanta fuerza de sometimiento, pese a tantas desventajas en las que son colocados, no sucumben, sino que resisten, se mantienen en pie, la fuerza de la colectividad del “aguante” les hace soportar e inclusive ir más allá… les hace más fuertes, más unidos, más felices, más ricos.

Otros pudieran interpretar esa frase como unos inadaptados, como de los “revoltosos” que sólo buscan desestabilizar, de los que se sienten existentes sólo y cuando se son reconocidos por la sociedad en general como los contra-culturales.

En términos más técnicos, algunos les llamarían a los autores de estas expresiones, como miembros de una “comunidad empoderada”. El empoderamiento se alza entonces como la manera de alzarse, posicionarse de la condición misma en que se sitúan e inclusive dominar desde ahí sus propias singularidades. Podría incluso decir que es una palabra muy usada hoy en día desde las ciencias sociales y la política. Pero está también el otro calificativo: la resiliencia.

Y, sin embargo, aunque así se le llame recientemente, las actitudes mismas de saberse sobreponer a condiciones adversas son tan añejas como lo es la propia humanidad, pues ese texto del cuál estamos hablando es un fragmento milenario. Y aunque muchos consideren la resiliencia o las frases y sentencias “contestatarias” como elementos anti-sistemas o contra cualquier institución, en realidad se trata de un texto propio de quienes estaban iniciando ya en sí mismos una nueva sociedad y luego sería institución, e incuso desde la fe. Nos referimos pues a un texto escrito por Pablo de Tarso, cuyo fragmento esta tomado de la segunda carta que escribe a los Corintos, hace aproximadamente dos mil años atrás.

Resiliencia y empoderamiento son conceptos que, en sí, también tienen algunas connotaciones políticas y algunas situaciones que podríamos llamarles “perversas” en cuanto que des responsabilizan a quienes deberían garantizar las condiciones de igualdad para todos, pero en el caso de saberse diferentes y ser un grupo social que incomode a la mayoría instalada, podemos darnos cuenta que en todo lugar y tiempo, una comunidad puede apropiarse de esa condición de superación y saberse llamada incluso a dar lo mejor de sí misma. Ojalá que nosotros, en un tiempo crítico y difícil, podamos también sobrellevar e incluso ser una nueva narrativa ante un discurso de exclusión y marginación.

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Comunidades resilientes”

Hemos sido testigos directos, o a través de los diversos medios de comunicación, que la sociedad actual ha sido muchas veces sacudida de sus inercias por voces discordantes que rompen la monotonía de un “status quo”. En cada sociedad se presentan grupos que manifiestan su inconformidad, que se alzan ante situaciones de opresión y dominación. Es la resistencia, es la manera de sobreponerse a situaciones adversas. Es, en fin, una manera de levantarse ante las caídas que muchos pensarían que no habría otra oportunidad.

“Somos los “impostores” que dicen la verdad; los “desconocidos” de sobra conocidos; los “moribundos” que están bien vivos; los “condenados” nunca ajusticiados; los “afligidos” siempre alegres; los “pobres” que a muchos enriquecen; los “necesitados” que todo lo poseen”.

Una frase como la anterior bien podría estar plasmada en un muro, plasmada a través de la lata que arroja en aerosol un grafiti que dejará unas letras que para quien las lea entienda claramente el mensaje: se encuentra ante un grupo de la sociedad empoderado, que no se deja morir ante quien le quiere ver y saber bien muerto. Quien leyese pudiera entender que el comunicador pertenece a un sector social que ha sido golpeado por el peso de un poder hegemónico, dominante. Pero que pese a tanta fuerza de sometimiento, pese a tantas desventajas en las que son colocados, no sucumben, sino que resisten, se mantienen en pie, la fuerza de la colectividad del “aguante” les hace soportar e inclusive ir más allá… les hace más fuertes, más unidos, más felices, más ricos.

Otros pudieran interpretar esa frase como unos inadaptados, como de los “revoltosos” que sólo buscan desestabilizar, de los que se sienten existentes sólo y cuando se son reconocidos por la sociedad en general como los contra-culturales.

En términos más técnicos, algunos les llamarían a los autores de estas expresiones, como miembros de una “comunidad empoderada”. El empoderamiento se alza entonces como la manera de alzarse, posicionarse de la condición misma en que se sitúan e inclusive dominar desde ahí sus propias singularidades. Podría incluso decir que es una palabra muy usada hoy en día desde las ciencias sociales y la política. Pero está también el otro calificativo: la resiliencia.

Y, sin embargo, aunque así se le llame recientemente, las actitudes mismas de saberse sobreponer a condiciones adversas son tan añejas como lo es la propia humanidad, pues ese texto del cuál estamos hablando es un fragmento milenario. Y aunque muchos consideren la resiliencia o las frases y sentencias “contestatarias” como elementos anti-sistemas o contra cualquier institución, en realidad se trata de un texto propio de quienes estaban iniciando ya en sí mismos una nueva sociedad y luego sería institución, e incuso desde la fe. Nos referimos pues a un texto escrito por Pablo de Tarso, cuyo fragmento esta tomado de la segunda carta que escribe a los Corintos, hace aproximadamente dos mil años atrás.

Resiliencia y empoderamiento son conceptos que, en sí, también tienen algunas connotaciones políticas y algunas situaciones que podríamos llamarles “perversas” en cuanto que des responsabilizan a quienes deberían garantizar las condiciones de igualdad para todos, pero en el caso de saberse diferentes y ser un grupo social que incomode a la mayoría instalada, podemos darnos cuenta que en todo lugar y tiempo, una comunidad puede apropiarse de esa condición de superación y saberse llamada incluso a dar lo mejor de sí misma. Ojalá que nosotros, en un tiempo crítico y difícil, podamos también sobrellevar e incluso ser una nueva narrativa ante un discurso de exclusión y marginación.