/ martes 29 de diciembre de 2020

“Biblioteca de la periferia”

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Pobreza vs causas de la pobreza”

Cuando se habla de los pobres mucha gente aprueba y aplaude la narrativa sobre esa condición, pareciese establecerse un converger sobre esa realidad y lamentar su existencia. Pero cuando se habla ya no tanto de los pobres, sino de la causa de las pobrezas, entonces si muchos se incomodan, porque al referirse a las causas entonces se suelen señalar posicionamientos y acusaciones de estructuras y condiciones injustas. Con ello se puede decir que hablar de los pobres suele tener la aprobación de ser un buen ser que empatiza y sabe ser sensible… Ah, pero si se habla de las causas de esas pobrezas entonces se es un activista, o un revoltoso, un entrometido en temas políticos.

A quienes nos manifestamos como miembros de algún grupo creyente, que profesamos alguna religión o actuamos conforme esos sistemas de creencias, se nos ha querido ver como ajenos y excluidos de ciertos tópicos de la ciudadanía, como si el manifestar cualquier tipo de espiritualidad fuera situación aparte a lo social, como si la espiritualidad o religión que se profese o ejercite fuera una situación extra social, surrealista. Cierto es que en la historia también los que ostentaban algunos puestos de liderazgo en ramos religiosos llegaron a tener un poder más allá de lo espiritual y se posicionaron como autoridades en los temas políticos, morales, culturales y sociales. Las posiciones y abusos de un lado u otro han dejado mal parado o segmentado a la persona frente a lo social, queriendo demarcar radicalmente una condición de otra.

Hoy pareciera que se nos pide que hablemos sí, de los pobres, pero no toquemos en nuestra narrativa las causas de la pobreza porque entonces es hacer política (como si no fuéramos seres políticos); que se hable de misericordia pero no de exigir justicia, que se fomente la paz pero que no se promuevan cambios de las estructuras deshumanizantes, que se promueva la caridad pero no se hable de economía solidaria, que divulguemos la moral y las buenas costumbres, pero que no formemos al pensamiento crítico y demandemos la corrupción, que consolemos pero no luchemos por la garantía de los derechos.

No es pues lo mismo, hablar de la pobreza que hablar de las causas de la pobreza. Una cosa es la descripción de una situación dada y la otra el análisis y criticismo sobre lo que está ocasionando que exista esa condición. La segunda lleva más fuerza que la primera. Revisar qué es lo que nos está haciendo cada vez más numerosa la población que padece la pobreza y más reducida la población privilegiada que posee de sobra. Pensar y hablar sobre ello es fomentar un pensamiento crítico, no sólo lamentarse y ofrecer datos sobre una sociedad. El relatar qué cosas están haciendo que exista está condición de desigualdad puede fomentar una población menos pasiva y resignada, para dar paso a una población más activa y empeñada en buscar reducir esas brechas existentes en la sociedad.

Pretender encajonar en bloques la vida nos ha llevado a poner ciertas prácticas necesarias de la vida como meras cápsulas somníferas respecto a lo social. Cierto que la religión o las diversas espiritualidades ayudan a dar serenidad y confort al espíritu, a desear y buscar la paz. Pero que no se entienda esa búsqueda de paz y armonía con la pasividad e indiferencia a lo social.

Contribuir a la conciencia social, al pensamiento crítico y el fomento del protagonismo social y político es una manera de espiritualizar el mundo. Un modo de ser, saberse e interactuar con su entorno. No dejemos pues, que quieran apagar nuestra intención activa aquellos que pretenden que todo siga igual, porque esta desigualdad les conviene para sus fines egoístas.

Juan Carlos Quirarte Méndez

Salesiano, sacerdote. Doctor en Antropología Social

“Pobreza vs causas de la pobreza”

Cuando se habla de los pobres mucha gente aprueba y aplaude la narrativa sobre esa condición, pareciese establecerse un converger sobre esa realidad y lamentar su existencia. Pero cuando se habla ya no tanto de los pobres, sino de la causa de las pobrezas, entonces si muchos se incomodan, porque al referirse a las causas entonces se suelen señalar posicionamientos y acusaciones de estructuras y condiciones injustas. Con ello se puede decir que hablar de los pobres suele tener la aprobación de ser un buen ser que empatiza y sabe ser sensible… Ah, pero si se habla de las causas de esas pobrezas entonces se es un activista, o un revoltoso, un entrometido en temas políticos.

A quienes nos manifestamos como miembros de algún grupo creyente, que profesamos alguna religión o actuamos conforme esos sistemas de creencias, se nos ha querido ver como ajenos y excluidos de ciertos tópicos de la ciudadanía, como si el manifestar cualquier tipo de espiritualidad fuera situación aparte a lo social, como si la espiritualidad o religión que se profese o ejercite fuera una situación extra social, surrealista. Cierto es que en la historia también los que ostentaban algunos puestos de liderazgo en ramos religiosos llegaron a tener un poder más allá de lo espiritual y se posicionaron como autoridades en los temas políticos, morales, culturales y sociales. Las posiciones y abusos de un lado u otro han dejado mal parado o segmentado a la persona frente a lo social, queriendo demarcar radicalmente una condición de otra.

Hoy pareciera que se nos pide que hablemos sí, de los pobres, pero no toquemos en nuestra narrativa las causas de la pobreza porque entonces es hacer política (como si no fuéramos seres políticos); que se hable de misericordia pero no de exigir justicia, que se fomente la paz pero que no se promuevan cambios de las estructuras deshumanizantes, que se promueva la caridad pero no se hable de economía solidaria, que divulguemos la moral y las buenas costumbres, pero que no formemos al pensamiento crítico y demandemos la corrupción, que consolemos pero no luchemos por la garantía de los derechos.

No es pues lo mismo, hablar de la pobreza que hablar de las causas de la pobreza. Una cosa es la descripción de una situación dada y la otra el análisis y criticismo sobre lo que está ocasionando que exista esa condición. La segunda lleva más fuerza que la primera. Revisar qué es lo que nos está haciendo cada vez más numerosa la población que padece la pobreza y más reducida la población privilegiada que posee de sobra. Pensar y hablar sobre ello es fomentar un pensamiento crítico, no sólo lamentarse y ofrecer datos sobre una sociedad. El relatar qué cosas están haciendo que exista está condición de desigualdad puede fomentar una población menos pasiva y resignada, para dar paso a una población más activa y empeñada en buscar reducir esas brechas existentes en la sociedad.

Pretender encajonar en bloques la vida nos ha llevado a poner ciertas prácticas necesarias de la vida como meras cápsulas somníferas respecto a lo social. Cierto que la religión o las diversas espiritualidades ayudan a dar serenidad y confort al espíritu, a desear y buscar la paz. Pero que no se entienda esa búsqueda de paz y armonía con la pasividad e indiferencia a lo social.

Contribuir a la conciencia social, al pensamiento crítico y el fomento del protagonismo social y político es una manera de espiritualizar el mundo. Un modo de ser, saberse e interactuar con su entorno. No dejemos pues, que quieran apagar nuestra intención activa aquellos que pretenden que todo siga igual, porque esta desigualdad les conviene para sus fines egoístas.